Ariel Gancedo, el chofer que da serenatas, es tornero y DT de fútbol formativo
Sus mañanas las vive al volante de la 519A, ya que sus otras actividades entraron en un compás de espera a causa de la Pandemia. Pero también fue taxista, vendedor de muebles y viajante de bazar, experiencias que lo marcaron con cientos de anécdotas que pintan los rebusques de un bahiense multifacético y laburador.
Laura Gregorietti
Ariel Enrique Gancedo dice que recorrer las calles bahienses con el 'bondi' le hace recordar la telenovela "Un mundo de 20 asientos", aquella superproducción del año 78 que tenía a Claudio Levrino como chofer y a Gabriela Gili -en la primera temporada- como estrella femenina.
"Disfruto mucho trabajar en el Cole, ahí son historias nuevas todos los días", cuenta Ariel, de 53 años, quien además fue vendedor de muebles, taxista, viajante de bazar, repositor y representante de una empresa de marketing multinacional.
Nacido el 7 de mayo de 1968 en nuestra ciudad, fue criado en Villa Iris hasta los 6 años.
"Mis padres vinieron de Villa Iris. Mi papá Néstor era ferroviario y mi mamá -Jorgelina- tuvo que salir a trabajar en el año 1981 para cubrir las necesidades de todos. Ellos nos criaron a mí y a mis hermanas Gabriela y Magalí dentro de una familia con valores, respeto y educación, algo que hoy se los agradezco infinitamente. Mi Padre, asiduo lector de este diario desde hace 47 años, llegó a tener cuatro trabajos para que no nos faltara nada".
"Volvimos a Bahía y comencé la primaria, en la Escuela N°3 para luego enganchar la secundaria en el Instituto Técnico La Piedad, de donde egresé en el año 1984 como Técnico Auxiliar Mecánico (tornero-fresador) y paralelamente desde los 6 años hasta los 13, estudié música en el Conservatorio Musical del Sur, de Carlos Amado y Carrica. Al recibirme en la secundaria y dado que la industria nacional no estaba en su mejor momento, no pude conseguir trabajo como tornero y agarré por otros senderos", contó.
Con tan solo 16 años, ingresó a la Distribuidora Cinematográfica de Bahía Blanca, DisCiBa, en calle Soler 346.
"Entré como cadete y me retiré en el año 1988 como ayudante de programación porque la empresa, con la salida de la videocasetera, cerró. Pero los dueños, viendo mi gusto por las artes me instaron a reabrir algún cine en la zona y fue así que me instalé en Darregueira para reabrir el cine, pero duramos 7 meses nomás, el invierno de ese año fue durísimo y el auge de la Videocasetera estaba en su esplendor".
Pero, todavía recuerda que teniendo 6 años, en un programa de televisión de Luis Landriscina, quedó marcado por los sonidos de un instrumento que luego lo acompañaría toda su vida: el acordeón.
"Ya de más grande recorríamos con mi papá los escenarios de tanguerías que se encontraban de moda, bailes populares, cenas aniversarios y muchos bailes en la zona y la región, carnavales y etc. Tuve la suerte de integrar muchas bandas populares de Bahía Blanca, y así conocer la noche bahiense y de la región. El último grupo que integré fue Los Rebeldes y hoy me desempeño como músico en el programa Serenatas de la Muni, algo que me llena el alma. Ya antes de la pandemia, solía dirigirme a tocar y a cantar al Hogar del Anciano y otros lugares, algo que es muy reconfortante para uno. Además, he concurrido a los distintos centros vacunatorios a regalar un poco de música también".
Pero, ser "serenatero", también tiene sus "bemoles": Ariel recuerda que no todas las personas reaccionan con agrado cuando abren la puerta y se encuentran con un show musical en sus casas.
"Hemos pasado de todo con las serenatas, desde que nos saquen carpiendo por problemas conyugales hasta la vivencia más linda que fue en un geriátrico céntrico, que al retirarnos una abuela que estaba en su habitación y no dependía sola de sus movimientos me chistó al pasar y al acercarme me pidió que le hiciera recordar sus 15 años con música. Lo hicimos y al salir me quebré emocionalmente".
Anécdotas son las que sobran en la vida de una persona tan activa como Ariel.
"Habiendo pasado por tantos trabajos, tengo para hacer un libro. Recuerdo cuando en el lago Moreno, en Bariloche, se me dio vuelta el kayak estando a 300 metros de la costa. Me salvó mi hijo Lucio, de por entonces 11 años y eso me hizo un click en la cabeza. Me estaba ahogando y tuve una oportunidad de seguir vivo gracias a mi hijo, por eso bajé varios cambios en mi vida. Pero también recuerdo cosas que hoy me dan mucha risa, como cuando una clienta se olvidó a su hijo de dos años en el asiento del taxi".
Si bien se desempeña hace 12 años como chofer de Transportes Sapem de la línea 519A recuerda que el fútbol es otra de sus pasiones.
"Logré hacer el curso de director técnico a nivel nacional del año 1998 al 2000, incursionando siempre en este deporte en categorías formativas, pero actualmente me dedico solo al colectivo, tarea que requiere su grado de pasión y me siento muy a gusto con ella. Hay que aprender a convivir con el tránsito y los pasajeros, y estar siempre predispuesto a tener una buena jornada, así las cosas, son más fáciles".
Ariel está en pareja con Gabriela hace 25 años, con quien se casó hace 3 años, y son padres de Facundo de 23 años y Lucio de 14. Además, por su parte, el músico ya era padre de Melisa, de 29 años y de Ramiro, de 27, de un matrimonio anterior y es abuelo de 5 nietos, "el gran regalo que Dios y la vida me dio", afirma.
"Gracias a Dios los tres mayores cuentan con trabajo y el más chico está cursando tercer año en La Piedad. Debo decir que si bien incursionaron en la música dos de mis hijos más chicos, están ahí en 'la gatera', pero eligieron otro camino. Sí tengo uno que está trabajando conmigo, somos muy compañeros y mi hija en Tribunales, en el Poder Judicial".
Pero, entre tantos recuerdos, Ariel deja una reflexión sobre esta pandemia en la que se vio sumergida la Tierra desde 2020.
"Creo que esto del Coronavirus me está dejando un grado de enseñanza en lo social con un 2020 muy triste, sumado al hecho de tener a mis padres grandes y que les costara más entender la situación que se está viviendo. Hemos hecho una cuarentena casi perfecta, yo por ser factor de riesgo estuve 9 meses sin trabajar, volviendo en noviembre del año pasado, y en mayo de este año contando con las 2 dosis de la vacuna Sinopharm contraje Covid y contagié a mi familia y todavía no sé dónde me contagié. Eso es lo loco de todo esto, siendo un obsesivo de los cuidados y de todas maneras, me tocó. Acá dejo un mensaje para los que no creen que la vacuna es muy importante, gracias a ellas lo pase medianamente bien, he quedado con algunas secuelas, pero créanme que es muy importante la vacunación, siempre digo que a un político podés creerle o no, pero a los médicos (epidemiólogos, infectólogos, científicos, etc.) sí hay que creerles porque el manual de medicina es el mismo acá, en Nepal, en Canadá, en la India y en la Argentina. Algo que me hace mal es ver que no se cumplan normas, ya sea en todos los órdenes de la vida".
Según dice, la pandemia nos va a dejar una gran cantidad de enseñanzas.
"Creo que la mayoría, haya tenido o no Covid, aprendió o aprenderá a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, y las cotidianas, a vivirlas con más intensidad. También a valorar a algunos afectos ya sea amigos o familiares, cuyos lazos con el tiempo se verán fortificados. En nuestro caso, párrafo aparte merece mi suegra Olga, quien nos dio cobijo en su casa cuando más lo necesitábamos y hasta el día de hoy nos tiene que aguantar. Espero que todo vuelva pronto a la normalidad y poder así volver a tocar en los lugares a los cuales concurría y que la pandemia me privó".