Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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En el cuarto entrenamiento de Villa Mitre, el técnico Lisandro De Tomasi sintió algo inexplicable

El tiempo le dio la razón: el equipo podía obtener buenos resultados. Fueron subcampeones. 

Lichi habla con sus jugadores. Aprendió y creció junto a ellos. Fotos: archivo-La Nueva y @VMBasquet

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

   A fines de marzo Lisandro De Tomasi apostó un pleno al básquetbol: “Cuando vi que el torneo estaba demandando más tiempo del previsto y era complicado el seguimiento de los alumnos, decidí tener las horas licenciadas sin goce de haberes”.

   Cuatro meses después de haber dejado su puesto de preceptor, Villa Mitre, el equipo que dirigió, se consagró campeón de la Conferencia Sur de la Liga Argentina.

   La dirigencia tricolor confió en Lichi cuando Ariel Ugolini, tras ascender del Federal, dio un paso al costado al momento de afrontar la Liga Argentina.

   La temporada quedó inconclusa por la pandemia y ese tiempo de prueba le sirvió a él como medida. Se sintió a la altura.

   Ya en la 2020-21 quería llegar más alto. Estaba confiado. Se tomó un recreo en la docencia, dedicándose exclusivamente a su pasión.

   “Quería meter la cabeza en el equipo”, argumenta.

   El técnico siempre tuvo una actividad paralela al básquetbol, sabiendo cuál era su objetivo.

   “Mi prioridad siempre fue el básquet, dirigiendo mini, sub 15 o siendo asistente de Liga. Es lo que amo y me gusta. Con este formato de competencia -admitió- fue difícil de poder desarrollarlo así. Y pensando a futuro, puede ser que me meta de lleno con el básquet, como ya lo hice alguna vez”.

   —¿Cuánto puede ayudarte la campaña que hizo Villa Mitre para que se te abran puertas? ¿La idea es continuar?

   —Es todo muy reciente. Si bien sé que puede surgir alguna posibilidad, tengo en claro que la prioridad la tiene Villa Mitre, porque soy un agradecido a la oportunidad que me dio. Lógicamente, cuando uno se pone el traje de entrenador sabe que pueden pasar estas situaciones. La intención de los dirigentes es continuar con el proyecto y nuestra idea es seguir. Pero no nos hemos sentado a charlar. Calculo que lo haremos en los próximos días.

   —¿Tenés sensación de querer más o haber estado tan cerca de ascender y perder te sacó las ganas?

   —La sensación que me queda es que estuvimos muy cerca de conseguir algo importantísimo, no solo para el club, sino para la ciudad.

   —¿Impensado?

   —No, para nada.

   —¿Desde cuándo evaluaste esta posibilidad?

   —Desde el cuarto entrenamiento, cuando tuvimos una reunión con los jugadores y los dirigentes.

   —¿Por qué desde ahí?

   —No sé si fue una corazonada, una visión o el confiar, pero siempre tuve en claro que este equipo podía congeniarse, entender el mensaje y la filosofía de juego para obtener resultados y pelear por algo importante. Me acuerdo que me miraron cuando se los dije.

   —¿Tuviste que convencer a los jugadores?

   —El trabajo del entrenador es convencer permanentemente, no solamente a los jugadores, sino también a los dirigentes.

   —¿Convencer al dirigente es advertir: “Guarda que podemos…”?

   —Así fue. Lógicamente, uno trata de convencer y si los resultados se dan afianza lo que uno dice y el trabajo. Los dirigentes de Villa Mitre siempre tuvieron en claro lo que quieren y lo que buscan. Y nosotros, después de tantos años, nos hemos complementado de gran manera. Vamos de la mano en esa búsqueda. Siempre fueron de afrontar los desafíos, con ambición. Entonces, cuando sucede eso, de alguna manera es más fácil ponerse objetivos más altos.

   —¿Se carga con menos presión cuando uno es quien intenta convencer al dirigente que se puede ir más arriba a diferencia de cuando exigen resultados?

   —Nunca estuvo la presión de ascender. Nuestro primer objetivo fue ser competitivos. Lógicamente, a medida que avanza la competencia y se dan los resultados, te va marcando dónde estás y para qué estás. Y esta temporada, en el armado del equipo, como se jugaba por burbujas y ya se veía que tendríamos mucha convivencia, a la hora de armar el equipo no sólo pensé en traer jugadores que sumen desde lo deportivo, sino que ya hubieran compartido con otros del plantel.

   —Que existiera conexión y vínculo.

   —Claro. Que nos ayude a una preparación más rápida y que el mensaje les llegará rápido. Los jugadores que llegaron sumaron en detalles que necesitaba el equipo. Habíamos sufrido una pérdida grande (Franco Pennacchiotti) y los que vinieron entendieron qué faltaba.

   —Al margen de esto, ¿qué tuvo el equipo para ser finalista?

   —Tuvo ambición de siempre querer más, carácter y templanza en los momentos complicados; cerrar juegos de buena manera, sobre todo durante la fase regular y dar vuelta series en playoffs.

   —¿Dentro de este contexto hubo algo o alguien que te sorprendió para bien?

   —La predisposición permanente, desde lo humano y deportivo, por parte de los jugadores y el cuerpo técnico. Sé que tuve una temporada muy intensa de mi parte y ellos mostraron muy buena predisposición.

   —¿Ser intenso pasa por la exigencia?

   —Exacto. Y ellos siempre tuvieron muy buena predisposición para entender mi rol y mi lugar, asumir lo que se estaba jugando. Fue clave. En esto sumo a los dirigentes que, por ejemplo, accedieron a quedarnos 16 días seguidos en Viedma, porque tanto ellos como nosotros considerábamos que era lo mejor para poder salir campeones de la Conferencia Sur.

Lema festeja el doble del empate.

 

   —¿Qué les faltó para ascender?

   —Cero coma ocho décimas de segundo para llegar a un quinto partido. 

    —¿Volviste a ver la jugada?

   —Todavía no quise volver a verla.

   —El equipo volvió a la cancha para jugar dos décimas, ganando por dos, y se encontró con que eran ocho. En un error arbitral, no les dieron tiempo para corregir. ¿Qué cambió esa situación?

   —Yo mandé a los jugadores a cancha con una situación defensiva diagramada; al modificar lo que restaba y sin tener posibilidad de minuto, lo único que hicimos fue arrancar cambiados en las defensa, sabiendo que seguramente la acción iría para Lema. De todos modos, más allá que Unión fue un merecido campeón, si superábamos las 0,8 décimas creo que íbamos a afrontar un quinto partido con grandes chances, sobre todo, desde lo anímico.

   —Más allá de esas ocho décimas, ¿este apasionante partido te regaló algunos de los mejores pasajes de la temporada?

   —Tengo dos momentos grabados: el más 20 contra Quilmes en el tercer partido, creo que el mejor primero tiempo del equipo en toda la temporada y me arriesgo a decir de un equipo en la competencia. Después, la tranquilidad y experiencia para resolver cuando nos pasaron y lo dimos vuelta. Y la segunda imagen es en este último partido con Unión, que estuvimos más 12, pasamos a menos 16 y en todo momento el equipo tuvo la tranquilidad y confianza que iba a responder.

   —¿En esto cuánto influiste en los jugadores y cuánto te transmitieron ellos a vos?

   —Para mí fue una temporada de mucho aprendizaje, porque me basé mucho en el cuerpo técnico y también en los jugadores. Por mi filosofía de entrenador tengo cercanía a los jugadores. Lógicamente, después de mucho tiempo uno sabe de qué manera acercarse y tratando qué temas. Pero creo que fue mutuo.

   —¿No hablando exclusivamente de básquetbol?

   —Desde el aspecto deportivo y humano.

   —¿Te benefició haber tenido a varios de ellos cuando eras asistente?

   —Sí, claro. Fue la temporada en la que más pude incorporar esas cosas que uno siempre manifiesta siendo asistente. Tuve muchísimas charlas con los jugadores, desde lo deportivo y lo extra deportivo.

   —¿Podés decir que esta temporada recibiste el diploma de técnico?

   —La realidad es que soy un entrenador joven y que llevo dos temporadas al frente de un equipo en un torneo profesional. Siempre confié en mi forma de trabajar y de liderar un grupo. No sé si el resultado decide si sos técnico. Si hubiese salido último, hubiera llevado al equipo de la misma manera. Tengo en claro que el resultado es lo que más importa, lo que manda y, en mi caso como entrenador lo que más vende, pero mi concepción como entrenador se venía formando de antes.

   —No se te ve de carácter fuerte. ¿Desde qué lugar liderás como técnico?

   —Desde la transmisión de valores. Conformamos un grupo que lo tuvo desde el compromiso, el respeto, el ejemplo… Así como yo intento liderar con el ejemplo, hay varios jugadores que lo hacen. Después, también está el conocimiento de lo técnico y lo táctico.

   —¿Si te aseguran tener revancha, elegís que fuera ya o necesitás volver a cero y olvidar la posibilidad que se les escapó en la final?

   —Me gustaría que fuera ya.

   Tranquilo Lichi, el deporte generalmente te da revancha. Es cuestión de saber esperar. Ya llegará…