Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Campaña al Desierto y el parque que desató la singular polémica: opinan los historiadores

Al abrir una consulta, la comuna local se encontró con un inesperado planteo para el eventual cambio de denominación: alrededor de 1.000 votos fueron para que se mantenga la actual y unos 2.200 para que cambie por Julio Argentino Roca.

Una imagen actualizada del parque Campaña al Desierto, ubicado en nuestra ciudad. / Fotos: Rodrigo García-La Nueva y Archivo LN.
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Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com
Audionota: Gino Mondino (LU2)

   La decisión del Ejecutivo Municipal de comenzar con la forestación y ordenamiento del parque Campaña al Desierto llegó acompañada por la particular decisión de abrir una consulta popular con la idea de modificar ese nombre, al considerar —cuanto menos controvertida— la campaña militar en la cual se ocuparon grandes extensiones de territorio bonaerense.

   La tradicional posición oficial sostuvo durante décadas que se trató de una gesta militar legítima —desarrollada entre 1878 y 1885— sobre territorios heredados del imperio español y una respuesta a las matanzas y robos perpetuados por los indígenas.

   Contra esa postura se ubican quienes consideran que fue un crimen de lesa humanidad cometido por el Ejército, por entenderlo como una invasión ilegítima de territorios ocupados.

   También se critica el negociado de las tierras conseguidas y se resalta la necesidad de considerar el momento político y social que derivó en esa acción ideada y comandada por el general Julio Argentino Roca.

   Abierta la consulta por la municipalidad bahiense, se encontró con una postura —quizás— inesperada: la polarizada de dos nombres para el parque: el vigente, Campaña al Desierto, con cerca de mil votos, y el de Julio Argentino Roca, liderando la votación, con 2.200 votos.

La Conquista al Desierto, en la obra épica del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901). En el centro de la escena aparece el general Roca.

   Lejos se propone una gran variedad de propuestas, por caso parque Barranca de los Loros; parque El Chañar; César Milstein; René Favaloro; Manuel Belgrano; La Cantera; Tierra Nativa; Parque de la Luna; Roca Genocida y Parque Mirador, entre otros.

   Buscando sumar la visión de historiadores, La Nueva. consultó a especialistas en el tema con dos preguntas puntuales: 1) Si consideran adecuado que un espacio público evoque la Campaña al Desierto y 2) si el nombre de Julio A. Roca puede ser considerado en su reemplazo. Estas fueron las respuestas.

No hay desierto y el valor del debate público

   Noemí Girbal-Blacha es doctora en historia e investigadora del Conicet, entidad que presidió entre 2001 y 2008. Si bien aceptó contestar las preguntas, sugirió siempre la importancia de conocer el contexto histórico en que se desarrolló la Campaña al Desierto.

   En su concepción, la organización del territorio refiere al espacio socialmente construido; es decir, no hay espacios vacíos ni desierto.

   “Las desigualdades regionales del territorio se vinculan a la capacidad desigual que tienen los actores para captar los recursos naturales y los que la sociedad genera”, expresa.

“La conquista del desierto no es un hecho que merezca ser evocado designando sitios públicos”, opina Girbal-Blacha.

   El posible cambio de ese nombre por el de Julio A. Roca es, señala, “similar o peor aún, porque habla de quien llevara a cabo la conquista de tierras indígenas en la Patagonia. Roca fue dos veces presidente de la Nación, pero si el cambio de nombre obedece a la campaña militar no creo que sea un mérito la matanza de indígenas, aunque se hiciera en nombre de ‘la civilización’. Las tierras conquistadas se entregaron como premios militares, y un porcentaje importante se vendió antes para financiar esa campaña”, señala.

   Por último, menciona que, antes de hacer una consulta popular, debiera informarse a los ciudadanos sobre el proceso histórico.

   “Las conmemoraciones son lugares de memoria, tienen un fuerte valor simbólico y sus mensajes conllevan poder, y por eso son motivo de disputas”, sostuvo Girbal-Blacha.

Otras perspectivas y la tesis del genocidio

   Omar Acha es doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires y por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (París). Es docente del Departamento de Filosofía de la UBA, dicta cursos de posgrados en diversas universidades y es Investigador del Conicet.

Sobre la idea de modificar el nombre del parque, considera que “cuando cambian las circunstancias históricas es comprensible que se revean los sentidos previos de monumentos y espacios de la memoria pública. Es un fenómeno global. ¿Por qué no debería suceder en la Argentina y en Bahía Blanca?”, plantea Acha.

   Desde su punto de vista “nombrar a un parque Campaña al Desierto (o Parque Hernán Cortés, en México) celebra un acontecimiento claro. Nombrar ‘desierto’ al espacio conquistado por el Estado expresa una perspectiva colonizadora”.

   Acha entiende que “otras perspectivas son posibles” y que un debate público es saludable. “Como historiador me interesa conocer mejor ese proceso colonizador. No me corresponde celebrar ni denostar”, dice.

   Acerca de la elección de Roca como sustituto, señala que, al ser el representante máximo de la campaña colonizadora desarrollada en 1870, “imponer su nombre al parque no resolvería bien una reconsideración de un debate público a propósito de un cambio de sentido”.

   Indica —en ese camino— que resulta viable considerar otras alternativas. “Otros casos revelan interesante creatividad. El caso del parque en cuestión debería sustraerse a tal creatividad”, asegura Acha.

No se sostiene la tesis del genocidio

   Alberto Lettieri es profesor de enseñanza en Historia y doctor en Historia por la UBA. Es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, director académico del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego e Investigador del Conicet. Sostiene una visión distinta sobre la cuestión.

“Creo que es lícito ponerle el nombre Campaña al Desierto a un espacio público. En los aspectos positivos, esa acción posibilitó la incorporación de miles de hectáreas a la producción y marcó la presencia del Estado ante las pretensiones chilenas”, dice Lettieri.

   A su criterio, no se sostiene “la tesis de genocidio” sobre los habitantes del llamado desierto, aunque sí se puede objetar que la manera en que se financió esa campaña propiciara la concentración de tierras en pocas manos.

   Sobre el posible reemplazo del nombre por el de Roca fue claro: “Roca y la campaña son prácticamente sinónimos en nuestro imaginario”, indica Lettieri.

Una página negra, un episodio trágico y más ricos los más ricos

   Gabriel Di Meglio es licenciado y doctor en historia por la UBA,  investigador del Conicet y profesor de historia rioplatense virreinal y del siglo XIX. Dirigió el Museo Nacional del Cabildo de Buenos Aires y es director del Museo Histórico Nacional.

   “Creo que revisar cómo se llaman calles y lugares es legítimo y está bien que la denominación Campaña al Desierto genere rechazos, teniendo en cuenta que si pensamos en una Argentina que integra a pueblos diversos, ese nombre adopta una perspectiva sola: la de quienes veían a la Pampa y la Patagonia como un desierto, algo que empíricamente no era”, explica.

“Ese nombre celebra un episodio de gran violencia, sobre todo por el tratamiento dado a quienes fueron cautivos del Ejército: una página negra de la historia argentina”, dijo Di Meglio.

   Sobre el cambio de designación por Roca, a Di Meglio le parece una decisión “para nada feliz”, siendo que se trata del jefe de la expedición cuya celebración se trata de evitar.

La necesidad de un debate

   Hilda Sábato es profesora de historia por la UBA, doctorada por la Universidad de Londres e investigadora superior del Conicet. Fue vicepresidenta del Comité Internacional de Ciencias Históricas y mereció, en 2012, el premio por Alexander von Humboldt a su trayectoria.

   Entiende que la ciudadanía considere cambiar el nombre Campaña del Desierto, considerando que, a su criterio, “refiere un episodio trágico de nuestro pasado y lo hace, además, usando términos que, al retomar la denominación de la época, tergiversan el sentido de la operación militar: No era una campaña a territorio desierto, sino sobre tierras pobladas por sociedades a las que se buscó destruir”.

   Sin embargo, Sábato sostiene una mirada distinta respecto a Julio A. Roca.

“Su figura no se limita a ese hecho”, con lo cual a Sábato no le sorprende que muchos “objeten el primer nombre, pero propongan el de Roca”.

   “Se trata de un personaje destacado de nuestra historia que, en ejercicio de la presidencia, promovió medidas muy positivas para el país, como la Ley de Educación Común”, dice.

   “El nombre de Roca no es equivalente al de Campaña del Desierto, aunque se puede establecer una conexión entre ambos. Si predomina la opinión favorable a esa designación, sería importante que se presente un debate público en torno al personaje y que se promueva una discusión permanente sobre las diferentes facetas de su accionar. Ese gesto promovería la crítica sostenida, mucho más que si se borra su nombre”, finaliza.

Entre el genocidio y el reconocimiento a Roca

   José Marcilese es doctor en Historia, docente del departamento de Humanidades de la UNS, investigador adjunto de Conicet y director del Archivo de la Memoria de la UNS.

   La designación del parque Campaña al Desierto le parece “una denominación poco feliz”, que remite a una fórmula que se generó después de 1879 y que justifica la ocupación de este territorio.

   “Los ideólogos eran de una campaña militar basada en el exterminio de los pueblos originarios y de un proceso de ocupación claramente sangriento de un Estado en construcción, que terminó con la muerte de miles de hombres y mujeres. Fue un verdadero genocidio de población originaria. Es una denominación que debería sacarse y no volver a usarse”, explica.

   Utilizar el nombre de Roca es, a su criterio, equiparable a la campaña.

   “Fue el artífice militar y político de esa ocupación y estableció una distribución de la tierra entre familias patricias. Ese fue el resultado de la campaña: la eliminación de los pueblos originarios y hacer más ricos a los más ricos”, sostiene Marcilese.

“Un justo reconocimiento a Roca”

   María Sáenz Quesada es licenciada en Historia, especializada en historia argentina y latinoamericana. Es miembro de las Academias Nacionales de la Historia y de Educación. Es directora honoraria de la revista Todo es Historia y, en 2004, recibió el Premio Konex de Platino.

   A su criterio, que un lugar público de Bahía Blanca lleve el nombre Campaña al Desierto le parece “un justificado reconocimiento a los orígenes de una ciudad de frontera, que surgió como núcleo de población y puerto en 1828, luego de sucesivos intentos de llevar la frontera más al sur, con el objetivo de asentar inmigrantes, y poner en marcha la agricultura, la ganadería y el comercio”.

   Destaca los nombres de Martín García, Gregorio de Las Heras, Manuel Dorrego y Juan Manuel de Rosas y de los jefes militares Pedro García, Federico Rauch y Ramón Estomba relacionados con una campaña que tuvo “alternativas de diálogo y de violencia”.

“Desde la Fortaleza Protectora, Rosas preparó sus fuerzas para llevar la frontera al sur en 1832, pero las campañas de Adolfo Alsina y del general Julio Argentino Roca ya no se relacionan directamente con la vida de Bahía Blanca”, indica Sáenz Quesada.

   Sobre la posibilidad de designar con el nombre de Roca a este espacio público, le parece un “justo reconocimiento” a un estadista que consolidó la unidad nacional, en cuanto al territorio, concretó la paz con Chile, impulsó la inmigración y mediante leyes de educación común y de conscripción puso las bases de una sociedad moderna.

   “Todo esto tuvo su costo. Hubo vencedores y vencidos, pero el saldo positivo resulta de analizar el estado de República antes y después de sus presidencias, especialmente en el caso  de Bahía Blanca, en materia de población, crecimiento económico y fundación de escuelas”, dice Sáenz Quesada.