Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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“Me cambió la vida, y para siempre”, dijo el ex Olimpo Nicolás Katz, campeón en Israel

El delantero bahiense de 23 años, que lleva 11 meses en el país del Medio Oriente, ascendió con el Bnei Eilat FC a la Tercera división. De vacaciones en Jerusalén, contó las sensaciones de tener que adaptarse a otra cultura y a un mundo totalmente distinto al que estaba acostumbrado.

Fotos: Facebook de Nicolás Prat y Archivo-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected] y [email protected]

   “¿Dónde está jugando Nicolás Katz?”, me preguntó un colega el miércoles que pasó, en la platea del estadio Carminatti, en el entretiempo del cotejo que Olimpo le ganó 2-0 a Deportivo Madryn, por la fecha 11 –Zona 1— del torneo Federal A.

   El interrogante no pudo ser más oportuno, porque “Nico”, ex delantero del aurinegro, acaba de consagrarse campeón y ascender, de Cuarta división a Tercera, con el Bnei Eilat FC de Israel, fundado en 2006 y con un estadio que cuenta con una capacidad de 1.000 espectadores.

   “Eilat es la ciudad que más al sur del país se encuentra. Su principal atractivo es el turismo y es representada por un único equipo de fútbol, el nuestro”, fue la primera impresión del atacante formado en filas olimpienses, en comunicación vía WhatApp y con 6 horas de diferencia entre Bahía Blanca y Jerusalén, la capital israelita, donde está gozando de unos días de vacaciones.

   Por si le interesa saber, al momento de hacer la nota, acá eran las 11 de la mañana y allá las 5 de la tarde.

   “Llegué a Israel en plena pandemia, a fines de agosto del año pasado. A las dos semanas de estar entrenando por mi cuenta, surgió lo del Bnei, llegué a un acuerdo económico y firmé un contrato que se venció el pasado 30 de junio. A causa del Covid el campeonato tuvo algunas interrupciones, pero por suerte pudo terminar y con final feliz para nosotros”, deslizó el hijo de Alejandra Rossi y Marcelo Katz.

   “Con respecto a la continuidad, está todo muy encaminado, seguramente renovaré por una temporada más”, expresó el 9, quien al llegar a la tierra del Medio Oriente residió en Jerusalén, junto a su hermana Natalia, antes de partir a Eilat, a 314 kilómetros al sur por carretera .

   —¿Cómo describirías al club y a la ciudad, más allá de lo que se puede leer en los distintos portales de Internet?

   —El plantel de Bnei es joven, la edad promedio es de 24 años y son todos chicos formados en la institución. El grupo de base está conformado por futbolistas que crecieron a la par y que vienen jugando juntos desde hace bastante tiempo.

   “Los cuatro que vinimos como refuerzos modificamos bastante la perspectiva del equipo, descomprimimos ciertas tensiones, a los que estaban les sacamos un poco el amiguismo de la cabeza y, entre todos, le dimos mayor seriedad y compromiso al proyecto deportivo del club. Nos preparamos para ser competitivos, pero entre objetivos a corto plazo y sueños reales, pudimos salir campeones y ascender”.

   —¿Y la ciudad?

   —Es chica --superficialmente hablando-- para lo que representa Israel como territorio, pero a su vez es un pueblo grande si la tengo que definir de algún modo. Tiene mar y vive, principalmente, del turismo. En plena pandemia, los hoteles y los alojamientos se llenaron por los mismos israelitas que suelen viajar al exterior, a Europa más que nada, pero que no les quedó otra que quedarse a veranear en su país.

   “Eilat comparte frontera con Egipto y Jordania, está preparada para recibir turistas todo el tiempo y sobre la playa, que es de piedras y muy distinta a cualquiera de las nuestras, hay una zona exclusiva de hoteles de primera línea, sin casas alrededor y donde solo circula gente de paso que elige ese sector para vacacionar”.

El Bnei, cuya indumentaria es toda blanca o toda azul,  grita "¡dale campeón!. Nico es el octavo de los que están parados. Un logro indiscutido, en casa y con pibes del club.

 

   “Eilat cuenta con varios shoppings y es una ciudad libre de impuestos, lo que la convierte en líder en ventas de artículos de electrónica y tecnología, además de joyas y piedras preciosas. Al quedar tan al sur le tuvieron que buscar un atractivo para los visitantes y acertaron apostando a la parte comercial; hay muchísima oferta y demanda durante todo el año”.

   —No me quiero equivocar: ¿tiene puerto?

   —Sí, es el único puerto de Israel en el Mar Rojo, situado en el extremo norte del Golfo de Áqaba. Además del turismo, el otro eje industrial pasa por la extracción –del mar-- y la exportación de minerales y sus derivados”.

   —Me quedó una duda: ¿sos el único argentino en el plantel?

   —No, estaba también Federico Nicolaiesky, de Buenos Aires, quien solo había jugado fútbol amateur en el Country El Sosiego, en Canning. Eramos los únicos dos extranjeros de la plantilla, porque los otros dos refuerzos provenían de clubes israelitas.

 

Más “fríos y distantes”

   Al momento de comparar su anterior club, Olimpo, con el Bnei Eilat, el zurdo que llegó a jugar B Nacional con el representante bahiense trató de encontrar el mejor juego de palabras para describir dos realidades opuestas en cuanto a sus estructuras edilicias y a sus inserciones en la sociedad.

   “A nivel infraestructura, por ejemplo, Bnei es más chico y no tiene tanta popularidad fuera de su ciudad. Es una entidad ordenada, financieramente correcta y con objetivos claros a cortos y largos plazos. No existe la presión mediática ni hay una exigencia deportiva que te carcoma el cerebro todo el tiempo. Si bien es el único club de la ciudad, no se vive como en la Argentina. La pasión es la misma, pero acá se canaliza de otra forma. No hay tanta locura, la gente es centrada y respeta a los colores del oponente de la misma manera que respeta a los suyos”, describió “Nico”.

   “La vida de vestuario tiene muchas diferencias y algunas similitudes. En Bahía estaba acostumbrado a ir a entrenar una hora y media antes, a ocupar toda una mañana entre charlas, masajes y mates con los compañeros. Acá es distinto: la mayoría llega al vestuario media hora antes y los jugadores se van después de bañarse y cambiarse”, indicó.

   —¿No se relacionan con nadie?

   —Sí, pero para ellos es normal cumplir con lo que tienen que hacer y retirarse enseguida porque, generalmente, los espera otra actividad o alguna función social a nivel familiar o comunitario. No está mal visto y están acostumbrados. Soy yo el que me tengo que adaptar a ellos, aunque no puedo con mi genio y concurro a cada práctica casi dos horitas antes.

   “Siempre fue habitual en mi llegar temprano, me gusta relacionarme con la gente, y más sabiendo que tengo compañeros con una cultura totalmente distinta a la que yo traigo de Argentina. Es un placer escucharlos y valorar su forma de ser y de pensar”.

   Y agregó: “Allá, en nuestro país, un rato largo antes de salir a entrenar, están todos cambiados y jodiendo, algo que acá no sucede”.

   —¿Son más fríos que nosotros, o es puro verso?

   —A mi parecer sí. Son más distantes y no te dan tanta confianza. Te marcan límites con apenas una mirada y son muy ellos, pero para el trato son amables y respetuosos. Los vemos diferentes porque los argentinos somos demasiados confianzudos, donde vamos nos queremos hacer notar. Nosotros, por lo general, vamos al encuentro del otro y saludamos con un apretón de manos, un beso o un abrazo. Estando acá me di cuenta que esos modismos, el de la risa cómplice y el guiño de confianza, son muy de nuestro argentinismo.

   “Acá el saludo no es tan fraternal, y con el tema del Covid menos que menos. La gente te saluda, es educada por naturaleza, pero no existe el saludo tan pegote al que nosotros estamos acostumbrados. Es otra cultura, no tienen arraigada esa forma de trato tan afectiva o amorosa”.

   —Tu contrato, ¿es en dólares?

   —No, acá se paga en shekel (o séquel, la moneda nacional israelí). No sé como es la comparación con el peso argentino, pero un shekel son 3.30 dólares. El dinero en Israel está muy bien valorizado, de hecho la gente ahorra en shekels porque confía en la plata de su país. Las operaciones en los bancos y los contratos de cualquier tipo de pagan en shekels. ¿Mi sueldo? Me permite hacer una pequeña diferencia y vivir bien.


Jerusalén, tierra santa

   “Es una ciudad distinta a todas a nivel mundial. Ultimamente fue manchada por algunos conflictos bélicos, pero sigue siendo un sitio santificado e imponente. Por la calle ves gente de diversas religiones, que llegan hasta Jerusalén impuladas por su fe y sus ganas de vivir. Además, es una ciudad clave para analizar y nutrirse de la cultura del Medio Oriente”, señaló Nico, autor de 7 goles en 15 partidos durante el último certamen que se adjudicó su equipo.

   —Nada que ver con Tel Aviv, ¿o me equivoco?

   —Tel Aviv es el centro de la economía global israelí, es linda, pero es la denominada “nación startup” (por la cantidad de emprendimientos tecnológicos). Jerusalén, en cambio, mantiene la historia y parte de las costumbres del Medio Oriente.

   “Es increíble que haya, todo el tiempo, tanta diversidad de religiones en una misma ciudad. Jerusalén es un lugar sagrado; más allá del culto que puedas profesar, siempre vas a encontrar algún sitio para ir a visitar. Hay de todo y para todos”.

   Demás está decir que el conflicto israelí-palestino, social y armado, se remonta a principios del siglo XX, aunque en mayo de este año estalló otro enfrentamiento en la Franja de Gaza, con intercambios de misiles y diferentes disturbios en las calles de las ciudades de Israel.

   Al parecer, el último incidente entre manifestantes palestinos y la policía israelí se originó por una decisión prevista de la Corte Suprema de Israel sobre los desalojos de familias palestinas de Sheij Yarrah, lo que afectó a docenas de palestinos de ese barrio de Jerusalén Este. Coincidiendo con las festividades de Laylat al-Qadr y el Día de Jerusalén, los enfrentamientos causaron más de 300 palestinos heridos.

   “Cuando se empezaron a bombardear yo estaba en Eilat y los misiles no llegaban. No fue necesario tomar recaudos específicos ni correr a alguno de los refugios asignados, a los que tenés que ir por obligación cuando se desata una guerra. El torneo se paró una semana y continuó cuando los dos países le pusieron un alto al fuego”, sostuvo “Nico”, bien instruido sobre la historia y la cultura de un país que se extiende a lo largo del Mar Mediterráneo.

   “El conflicto, si bien no está cien por ciento resuelto, dejó de ser una preocupación extrema de todos los días. Al menos ahora se respiran aires de paz”, acotó el atacante de 23 años.

   “En Tel Aviv y Jerusalén los refugios antimisiles estuvieron activos, aunque ahora todo está más tranquilo. Por momento sentís cierto temor, hasta te cuesta entender porqué los civiles de cada una de las ciudades tienen que sufrir con un reto violento y armado del que no tienen nada que ver”, esgrimió con cierta bronca acumulada.

   —Esta experiencia, ¿te cambió la vida para siempre?

   —Sí. Estoy feliz, es otra vida. Es una mutación que venía meditando desde hace bastante tiempo, por eso no me costó tanto tomar la decisión ni fue dolorosa la partida de Bahía cuando me tuve que despedir de mis seres queridos.

   “Siento que estoy creciendo en un montón de aspectos, conociendo otras culturas y otras formas de vida, aunque sé que me falta mucho camino por recorrer. El aprendizaje y la adaptación a otro mundo es constante; no me arrepiento del paso que dí”.

   —¿En qué maduraste?

   —Estando acá, viviendo en una sociedad totalmente distinta a la argentina, las perspectivas para manejar ciertas situaciones del día a día eran desconocidas para mi. En Bahía tuve una vida llena de oportunidades y de posibilidades, porque a tu lado está la gente que te quiere, te conoce y te alienta para que progreses.

   “Acá en Israel, más allá de que está mi hermana y un grupito minúsculo de amigos, permanecés mucho tiempo solo. Te las tenés que rebuscar, que es lo que hace el extranjero cuando llega a este país. Es un buen lugar para vivir, pero no te regalan nada ni hay chances de que el gobierno te pueda mantener en el caso de que no quieras hacer nada”.

   “Estoy aprendiendo a manejarme, a relacionarme con gente que habla distinto, que tiene otras costumbres y una manera diferente de ver la realidad... Para conseguir un cambio en tu vida, a veces alcanza con mudarte a otra ciudad, pero yo elegí irme lejísimos pero con toda la fe del mundo. Por suerte se me empezaron a abrir caminos y posibilidades de crecer que antes ni siquiera podía llegar a imaginar”.


“Boker tov”, buen día en hebreo

   Entre Argentina e Israel hay 6 horas de diferencia en verano y 5 en invierno.

   —En el mismo país, entre ciudades, ¿existe una disparidad horaria?

   —No, en Israel todo está cerca e Israel está cerca de todo. De Eliat a la capital (Jerusalén) tardás 3 horas y media en auto, cinco en micro y 45 minutos en avión.

   —¿Es difícil hacer amigos y ganarse la confianza del israelita?

   —El israelita, por lo general, es solitario y muy personal. Primero lo tenés que entender, y después sí tratar de entablar una relación. Para ganarte la confianza, él te tiene que conocer más a vos que vos a él. Todavía me falta interpretar un montón de señales para poder insertarme definitivamente en la sociedad.

   “Con varios de mis compañeros del club hablamos seguido y existe una relación más animada, pero está muy lejos de ser esa conexión confianzuda que experimentamos en Argentina. Acá los lazos llevan tiempo; hay que tener en cuenta que es otra cultura, otro idioma y otra forma de vivir”.

   —¿Cómo te llevás con el idioma?

   —Lo mejor que puedo, aunque me debo esforzar bastante. Se habla mucho inglés, pero el idioma oficial es el hebreo. A causa de la pandemia, no pude concurrir a un colegio exclusivo para los inmigrantes novatos. Durante seis meses te enseñan el idioma, el significado de las palabras, la interpretación de las frases y la fonética.

   “Tengo pendiente ese cursado, lo voy a hacer en este semestre que viene; lo necesito para acelerar mi inserción en la sociedad”.

   —¿Cómo es un día tuyo en Eilat?

   —Me levanto tipo 9, desayuno, voy al gimnasio, almuerzo y en las primeras horas de la tarde me ocupo de hacer diferentes trámites personales. A las 18 voy a entrenar, salgo a las 21 y a las 12 de la noche ya estoy durmiendo.

   “Acá no es como en Argentina, nadie se va a dormir con la panza llena ni se estila estar despierto hasta la madrugada. Se cena alrededor de las 19.30, a las 21 hacen la digestión con un té y masitas y al ratito se van a acostar. No tienen la tradición del postre, de comer a reventar. A las 22 ya no anda nadie por la calles y la gran mayoría ya está descansando.

   —¿Cómo es el movimiento nocturno: bares, pub, boliches...?

   —Eilat, al ser turística, tiene mucha vida nocturna, sobre todo los fines de semana. Es todo muy tranquilo, no existe el descontrol ni ves cosas raras. Soy de salir muy poco. Además, una vez que la pandemia permitió que se pueda volver a jugar al fútbol, teníamos fechas miércoles y domingos con la intención de recuperar el tiempo perdido.

   “El descanso era fundamental y fueron varios meses intensos, de entrenar y jugar seguido. Recién cuando finalizó el torneo, con el ascenso consumado, fuimos a festejar con el equipo a un boliche, entre nosotros. Te divertís hasta las 2 de la mañana, no más que eso, y cuando todo cierra cada uno se va para su casa”.

   —¿No existen los asados o las “previas”?

   —No existen las juntadas multitudinarias, tampoco el “paso a tomar mate y charlamos”. Con el equipo, a lo largo de la temporada, organizamos varias cenas después de los entrenamientos, pero a las 11 de la noche se junta todo y se termina. Acá la gente arranca temprano, a las 7.30 ya está trabajando y a las 8 se encuentra todo abierto: comercios, oficinas privadas y organismos del estado”.

   “Tampoco existe el `voy a ver el partido a tu casa, preparate una picada´. Vivía en un departamento con otro argentino y andábamos juntos para todos lados. Fuera de lo que es el club, no está arraigada esa costumbre de juntarse a comer o a tomar mate en la casa de alguien, y menos que menos en pandemia”.

   —Hablando de pandemia: ¿cuál es la situación actual de Israel?

   —En el último tiempo estábamos muy avanzados y con ciertas libertades, aunque ahora volvieron, por precaución a una tercera ola de contagios, algunas restricciones, como el uso de tapabocas en lugares cerrados y en el transporte público.

   “También hay restricciones en los aeropuertos (no se encuentra cerrado pero trabaja con limitaciones en los vuelos) y necesitás un permiso especial para entrar y salir del país. Un gran porcentaje de la población está vacunada y no hay una psicosis como en otras ciudades populares del mundo. La tercera ola puso en alerta al país, pero no modificó el día a día ni la forma que la gente elige para desenvolverse en su vida cotidiana”.

   —Me imagino el funcionamiento del transporte público, debe ser perfecto, de primer mundo.

   —Generalmente sí, todo funciona como es debido. Se utiliza mucho una aplicación que esteblece los horarios, los destinos y las frecuencias de micros y trenes, los más elegidos por la gente debido a los constantes atascamientos del tráfico vehicular durante las horas pico.

   “A veces hay retrasos, puede fallar el sistema, pero nadie se queja porque entienden que es una demora a causa del congestionamiento de automóviles o porque realmente sucedió algo”.

   —¿El tránsito es normal, no hay discusiones ni peleas?

   —El israelita vive nervioso y toca bocina cuando queda atascado con su auto en un embotellamiento. Se enoja, pero no se la agarra con el de al lado y está lejos de bajarse a pelear con alguien. Mucho más que tocar bocina y esperar no pueden hacer y lo entienden, porque algo pasó para que las calles estén saturadas.

   “El israelita trabaja mucho, tiene mucha carga horaria y no descansa ni un segundo. Le prestan atención al celular todo el tiempo, hablan, gesticulan y van y vienen con la cabeza ocupada siempre. Los argentinos, en cambio, se distraen más, cortan su jornada laboral para comer algo o para hablar con alguien y no son tan intensos. El israelita vive a mil, lo arrastra el día a día, no suele relajarse y no duerme siesta como cualquiera de nosotros”.


Made in Olimpo

   “Sigo la campaña de Olimpo, por supuesto. Dejé muchos compañeros y amigos, con los que sigo en contacto. El equipo repuntó, se adaptó al Federal A y ya está tercero en las posiciones. Me alegra mucho”, indicó sobre la campaña del aurinegro en la tercera categoría del fútbol argentino.

   —En Bnei, ¿te preguntan por Olimpo?

   —En el club no, ni siquiera lo conocen. El argentino (ses de Jujuy, Ushuaia o San Juan) que está acá, residiendo en Israel, sabe que Olimpo es de Bahía Blanca. Es un club que ya trascendió fronteras, que adquirió popularidad gracias a los argentinos que se mudaron a distintos lugares del planeta.

   —¿Te fuiste para nunca más volver?

   —Hoy en día no es algo que piense o que me pase seguido por la cabeza. Estoy cómodo, mi idea es asentarme y poder estar un buen tiempo acá, aunque no descarto conocer y vivir en algún otro país; debo ir viendo a donde me va llevando el camino del fútbol. Por ahora estoy bien y no tengo pensado volver a la Argentina.

   Nicolás forma parte del movimiento juvenil Hejalutz Lamerjav, en donde se destaca por ser uno de los impulsores del Merkaz Kesher, un novedoso proyecto de educación no formal judía a distancia. Es parte de la gran cantidad de argentinos que viajaron a Israel a través de la Agencia Judía.

   “Es una actividad que venía cumpliendo en Bahía, todos los sábados y desde que tengo uso de razón. Acá, el grupo de argentinos que se está capacitando es de 25 integrantes entre chicos y chicas y mi función es la de guiar y formar”, destacó.

   “No doy ninguna materia ni estoy por encima de nadie, solo trato de inculcar ciertos temas relacionados al judaísmo y al medio ambiente. A su vez prepararlos para todo lo que la sociedad actual les va a empezar a exigir. En caso de que regresen a Argentina, la idea es que lo hagan con más recursos y herramientas, para que puedan seguir con la actividad de los sábados en sus ciudades e instituciones”.

   “Es un Movimiento Juvenil Judío, con actividades y tareas que colaboran para formar buenas personas y mejores seres humanos. La idea es que formen su opinión, piensen con libertad y que tomen decisiones por sus propios medios, sin influencias ni manipulaciones de terceros. Deben saber optar, entender que es lo mejor para ellos y para la comunidad de la que forman parte”.

   —¿Seguís solo? Me entendés, ¿no?

   —Ja, ja. Hace cinco meses que estoy en pareja con Mijal, chilena, que llegó acá hace poco.

   —Me imagino la situación frente al televisor viendo el último Argentina-Chile, por la Copa América.

   —Nooo...(risas). Ella no vio el partido, imaginate que me tuve que levantar a las 4 de la mañana para mirarlo en directo. Yo seguí a mi Selección, ella no...(risas).


 

En el aurinegro

 

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Presencias. Son las de Nico Katz en Olimpo, teniendo en cuenta Liga del Sur, Reserva de AFA y B Nacional en la edición 2018-2019. Marcó 23 goles, no lo expulsaron nunca y fue el máximo artillero del Apertura de la LDS 2019 (11 conquistas).