“La pandemia es mala consejera y tal vez este año deje de jugar al fútbol”
A un mes de cumplir los 36 años, Esteban Alberto Angelini, símbolo y referente de Pacífico de Cabildo, piensa seriamente en el retiro. “No puedo entrenar como yo quiero, sufro mucho y disfruto cada vez menos”, le contó el “Topo” a La Nueva. No hay mucho más que agregar.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
“La pandemia es mala consejera y tal vez este año deje de jugar al fútbol”.
Sin intenciones de ningún tipo, la nota empezó por donde el entrevistado quiso que empiece. Le digo la verdad: hubiese preferido no escuchar tan triste aseveración de un delantero que lleva dos décadas convirtiendo goles y que su nombre no pasó desapercibido por ninguno de los 11 clubes que, con el mayor esmero posible, defendió a lo largo de su carrera.
El 20 de junio cumplirá 36 años, pero para Esteban Alberto Angelini, el romperedes histórico de Pacífico de Cabildo, no es una cuestión de edad. Si cuelga los botines, es porque perdió todo tipo de motivación entre sus obligaciones laborales y los desencantos futbolísticos provocados por este virus que, desde su aparición, no hizo más que manchar la pelota y desarticular todo tipo de competencias.
“Todo lo que está pasando, el hecho de estar tanto tiempo encerrado, te hace reflexionar sobre cuestiones que, en plena rutina, no las tenés en cuenta y ni siquiera pasan por tu cabeza. Siento que estoy grande para el fútbol...(risas). Un poco en chiste, aunque también hablando en serio, estoy analizando fríamente la posibilidad del retiro”, sostuvo el 9 cabildense, cansado de entrenar y no poder jugar ni siquiera en forma informal.
“Pasan los días y me cuesta cada vez más enfocarme en el fútbol. Ando todo el día de acá para allá y tengo poco tiempo para entrenar. No logro ponerme a tono físicamente y es lo que más bronca me da. No estoy como quisiera estar, y eso me lleva a imaginar que mi ciclo como jugador está por cumplirse”, esgrimió el “Topo” con cierta melancolía.
Se quería desahogar, por eso no lo interrumpí pese a que tenía varias preguntas para formularle.
“Toda mi carrera pasó muy rápido. Debuté en la Primera de Villa Mitre a los 16 años y no puedo creer que hoy, a los 36, tenga que resumir todo ese tiempo y tantas vivencias en dos o tres frases. Si me dejás pensar puede salir una buena entrevista, sino no sé...”, fue el pedido de un referente del “Tifón”, que en nuestro medio también defendió los colores de Villa Mitre, Bella Vista, Sporting y Liniers.
—Un pajarito me contó que sos muy memorioso: ¿te acordás el resultado de ese primer partido en la máxima divisional?
—Seee... Fue en el arranque del Promocional 2002, un 1-1 entre la Villa y Pacífico de Bahía, en El Fortín. Entré a los 25 minutos del segundo tiempo por Elvio Martinez. El técnico de la local era Gustavo “Tato” Jambrina, a su vez ayudante de campo de Carlos Roldán, orientador del plantel profesional que en ese momento participaba en la B Nacional.
Esteban es profesor de Educación Física y un día “normal” para él tiene entre 12 o 13 horas de trabajo, contando el tiempo que se hace para entrenar en el club después de un almuerzo rápido pero siempre rico en proteínas.
“Como Profe no puedo cumplir una jornada laboral de 7 u 8 horas diarias en un mismo lugar. Al contrario, ando a las corridas y trato de no llegar tarde a ningún lado. Estoy muy complicado para entrenar, llego sobre el filo y muchas veces me tengo que ir antes sin poder hacer fútbol. No arranco una práctica como es debido y en reiteradas ocasiones no la puedo terminar en tiempo y forma. No es lo ideal y, te juro, estoy sufriendo demasiado”, esgrimió sin contemplaciones.
“En este último tiempo el fútbol se ha tornado muy físico, si no estás 10 puntos no podés jugar, y en ese aspecto estoy dando demasiadas ventajas”, subrayó.
—Estás más rápido de la cabeza que de los pies.
—Tal cual. La orden del cerebro ya no llega tan rápido a las piernas y no poder hacer lo que tengo en mente me termina fastidiando y frustrando. Vivo renegando, y de esa manera sigo perdiendo motivación y ganas.
“No lo disfruto como antes”
Esteban trabaja en la Escuela Media Nº 4 de Cabildo, en el CEF Nº 49 de la misma localidad y da clases en los establecimientos rurales de Lartigau y Paraje Coronel Falcon, ambos pertenecientes al partido de Coronel Pringles y lindantes al dique Paso de las Piedras.
También se encuentra a cargo de la Escuelita de Fútbol del Tifón cabildense y es el responsable de la preparación física en las distintas categorías del Fútbol Menor e Infantil de la entidad verde. Como si eso fuera poco, hace seis meses comenzó con un emprendimiento propio, Top Gym, el gimnasio de su propiedad que se encuentra a tres cuadras de la plaza principal del pueblo.
“No me alcanza el día para hacer todo lo que quiero, pero tengo que trabajar, no me queda otra”, repitió más de una vez.
—Ya no disfrutás del fútbol, ¿me equivoco?
—Disfruto cada vez menos; estoy en una etapa de mi vida donde no puedo pensar en jugar y nada más. Además, en tiempo de pandemia, siento que el esfuerzo de ir a entrenar y no poder jugar es en vano. Tengo dos hijos chicos (Lupe, de 6 años, y Vitto, de 3) y la mayoría de las veces elijo estar con ellos antes de salir a correr.
Con Lupe y Vitto en el templo cabildense. ¿Qué más podés pedir "Topo"?
“Ellos ya me vieron jugar, que era el sueño que tenía como padre. Trato de acompañarlos y darle la mejor educación posible, y para eso debo ser un papá presente”.
—Me vas a hacer emocionar...
—Ja,ja, la pandemia nos pone sentimentales.
—¿Estás haciendo el curso de Director Técnico de Fútbol? No me dijiste nada.
—Sí, en ATFA Bahía Blanca, en forma virtual, de lunes a viernes entre 19.30 y 22.30. Otra de las cosas que hace que el día sea larguísimo.
—Vuelvo a una de las preguntas anteriores: hoy, para rendir a pleno en el fútbol de la Liga del Sur, ¿cómo estás físicamente?
—No estoy bien, te diría en 5 o 6 puntos. Este 2021 lo arranqué dando muchas ventajas, y más teniendo en cuenta que venía de un año (2020) sin hacer prácticamente nada.
“Hoy podría aguantar una pretemporada, porque son más benévolas y llevaderas, con trabajos con pelota bien específicos y más entretenidos, pero no sé si superaría las de antes, las que conocí en mis comienzos. Esas eran bravas, exigentes y te dejaban de cama. El que las vivió sabe que no estoy mintiendo en nada”.
“Si sigo jugando al fútbol es porque vivo a cuatro cuadras de la cancha y Pacífico es mi club. Si estaría en otro lado, analizaría seriamente en largar todo. En el verde juego con amigos, lo que me ayuda a seguir creyendo en mí mismo, a entender que puedo seguir haciendo lo que me gusta pese a que estoy sufriendo más que nunca”, contó.
“En lo poco que hubo de competencia este año, pude volver a convertir. Llevaba 18 meses de sequía y me estaba volviendo loco. Esa alegría tapa los fastidios y las chinches que me vengo agarrando. Debo entender que el físico no da; no puedo seguir pensando como un pibe de 20 años”.
—Quiero interpretar que ya no vas a emigrar más, que Cabildo es tu guarida final y que el retiro será en tu club y con los hinchas del verde como testigos.
—Ya está, acá pongo el punto final. El año pasado analicé firmemente la posibilidad de ir a Unión de Tornquist, donde me trataron de maravillas y con el que tengo la cuenta pendiente de salir campeón. Cada vez que fui de refuerzo estuvimos ahí nomás de conseguir un título, por eso intenté probar por última vez, pero la pandemia me frenó y me quitó la ilusión que me quedaba.
“Este año elegí seguir en Pacífico, y posiblemente sea el último de mi trayectoria”.
—¿Sabés qué?: me cuesta creerte.
—En este momento te digo casi con seguridad que no voy a seguir jugando, pero la evaluación siempre la hago en diciembre y ahí veré que sucederá en 2022. Mi señora (Aldana Scaringi) suele fastidiarse porque soy de cambiar el discurso, pero este fue otro año afectado por la pandemia y el hecho de que no haya actividad aceleró la idea del retiro.
“No puedo decir `ya está´, no quiero bajar la persiana en forma definitiva, pero creo que voy camino a colgar los botines; es un pensamiento que cobra fuerza mientras pasan los días”.
Chef, vidente y futuro DT
—La pandemia es un desencadenante casi letal, pero ¿qué otras cuestiones te empujan hacia el retiro?
—Mis hijos, la carga horaria por los distintos trabajos extrafutbolísticos y no estar todo el día pensando en este deporte que me sigue apasionando, pero que ya no tiene, al menos en mi cabeza, la intensidad de otros años. No me puedo enfocar de la manera profesional que siempre lo hice, y voy sintiendo que el fútbol ya no es prioridad en mi vida. Me cuesta asumirlo, pero es así.
“Durante dos décadas o más el fútbol fue todo para mi, pero ahora es al revés, pasó a ocupar un lugar chiquito entre mis consideraciones, retrocediendo varios casilleros en mi escala de valores. Es por eso que me siento como me siento”.
—Te entiendo.
—Para competir hay que estar al cien por ciento, siempre lo entendí así. Porque cuando entrás a la cancha tenés que enfrentar a pibes de 20 años que te pasan por arriba y te hacen ver la realidad. Varias veces pensé: ¿qué hago acá?. Ya no me siento como antes. Pero no me quiero apresurar, llegará el momento del balance y de los pasos a seguir para un futuro que creo que ya tiene un destino previsible y muy marcado.
—¿Sos vidente?
—Lo único que veo en un horizonte no muy lejano es que voy a seguir ligado al fútbol desde adentro, como DT o como Profe. No sé cual función me apasionará más, pero estoy seguro que haré una elección a consciencia y con el mayor convencimiento posible.
“Sé que puedo llegar a trabajar en cualquier equipo y categoría, pero en Pacífico siempre di una mano y voy a seguir colaborando en lo que sea. Es un club que hace todo a pulmón, con el esfuerzo de los dirigentes y el empuje de la gente del pueblo”.
“Sé que los primeros pasos como entrenador los debo dar en mi club, sería lo más coherente, pero así y todo no dejo de soñar con poder dirigir en una entidad de renombre y a un nivel superior a la Liga del Sur”.
Su señora Aldana Scaringi, apoyo incondicional.
—Por tus condiciones, ¿sentís que podrías haber jugado en un Federal A o en la B Nacional?
—Sí, incluso estuve muy cerca de conseguirlo. En mis inicios, en el Federal A, fui siete veces al banco y no ingresé nunca. Con 16 años ya entrenaba con el plantel superior de Villa Mitre, y junto a mi varios chicos de las categorías 84, 85 y 86 que podrían haber sido el futuro del club pero a los que nunca les hicieron contrato.
“A mi entender, el club, cuando estuvo en la B Nacional, desperdició la materia prima que tenía al alcance de la mano, no optó por jugadores increíbles y con condiciones, como Emiliano Basso, Héctor Modarelli, Emanuel Orieta, Nico Finessi, Raúl Mazza, Franco Barragán, Víctor Torrero, Damián Vidal, el Negro Ocampo y Daniel Dauwalder, por citar algunos. Todo ellos eran la base del equipo liguista que hizo una campaña espectacular en 2006”.
“Esos chicos podrían haber jugado en un Nacional B, pero ni siquiera los foguearon. ¿ Y qué pasó? Los terminaron canjeando por refuerzos que, sinceramente, no eran más que estos pibes que te nombré. La picardía de perder a esos jóvenes talentos de la institución derivó en las peores consecuencias, porque a los años Villa Mitre descendió al Federal A y después al B”.
El abuelo Osvaldo lo acompañó siempre, y a todos lados.
Fuera del ámbito liguista, el “Topo” defendió los colores de Independiente de Río Colorado (2005), Alem de Coronel Pringles (2007), Jorge Newbery de Comodoro Rivadavia (2009), Boca de Río Gallegos (2009), Automoto de Tornquist (2015) y Unión de Tornquist (2017-2018).
—¡11 equipos en total!
—Un montón, pero creo que son más las veces que me fui y que volví a Pacífico de Cabildo. Cuando el Tifón retornó a Primera, en 2005, después de la desafiliación, me tocó jugar el primer partido y convertir un gol. A partir de ahí fue un amor incondicional con el verde, quedé marcado para siempre.
“En cada una de esas idas y vueltas me renovaba como futbolista, cargaba las pilas y me llenaba de energía. Además siento esta camiseta como ninguna otra, y siempre que entro a la cancha me dan ganas de dejar la vida, por los colores, por el club y por su gente”.
Esteban tiene un título con su club, el Promocional 2013, que le permitió ascender a Primera A.
“En 2007 adquirimos la ventaja deportiva y yo me fui a Bella Vista para jugar el Argentino B. En ese momento quería progresar, soñaba con probar a otro nivel, pero todavía hoy me arrepiento de no haberme quedado a jugar el cuadrangular final junto a un grupo de amigos con un hambre bárbaro por un ascenso que después no se dio”.
—¿Cómo te definís: cocinero o chef?
—Mis compañeros me cargan con masterchef porque vivo inventando platos y recetas. Soy muy tradicional, aunque hace tiempo que dejé el asado de lado. Si tengo que elegir, prefiero pollo al disco, bondiolas a la crema o un buen tuco para alguna pasta. Me defiendo con la cebolla, el ajo y el morrón, una comida sin esos ingredientes...
—Ahhh… exigente.
—Disfruto cocinar para el club, pero un menú más elaborado no es un invento ni me hace creer que soy un chef internacional. Renovarse es vivir, y comer bien es indispensable para estar con buen ánimo y humor. Mis compañeros ya saben, para las cenas de los viernes estoy dispuesto a cocinar, pero elijo yo, que eso quede claro... (risas).
Antes de continuar, Esteban pidió algunos agradecimientos especiales: “a mi abuelo Osvaldo, quien me llevó a todos lados; a mi mamá (Mariela), a mi padrastro (Horacio) y a mis hermanos Rosario y Mateo. El apoyo de ellos siempre fue incondicional, al igual que el de mis abuelas Ester y Dagmar”.
“Que vuelva, y con gente en las tribunas”
“Espero que el fútbol de la Liga del Sur se reactive antes de fin de año, por el bien de todos”, se esperanzó el 9 que en 2002 tuvo un paso fugaz por Estudiantes de la Plata.
“Te cuento esa: me llevó a probar mi tío Damián, que vivía en La Plata. Quedé después de dos o tres entrenamientos, estuve 15 días y me volví. Me acuerdo que mi mamá (Mariela), por teléfono, me dijo: `listo, te felicito, te diste cuenta que podías, pero ahora regresá´. Me quedó la gran duda de saber si podría haber llegado a Primera en el Pincha; tal vez si, pero hoy ya no sirve de nada lamentarse”.
—Perdón que insista: ¿vuelve o no el fútbol local?
—Necesitamos regresar a la normalidad para que este parate no nos siga afectando psicológicamente. Estamos lejos de una posible vuelta, lo sé, pero tomando los recauados necesarios, respetándonos entre nosotros y cumpliendo un protocolo específico y estricto, el regreso a la actividad es posible.
“Además considero que se puede jugar con público en las tribunas. Pongo un ejemplo: acá en Cabildo la cancha es enorme, cuenta con 400 metros de alambrado y hay lugar de sobra para que se pueda respetar el distanciamiento. Me cuesta entender que no se habilite el fútbol sabiendo que es al aire libre y sin contactos entre los hinchas. Siendo conscientes y responsables, se puede volver a jugar”.
—Para el regreso, ¿le apuntás a alguna fecha?
—Sería ideal retornar después de las vacaciones de invierno. Aunque si arrancamos antes, mejor, porque la incertidumbre sigue generando una presión insoportable entre los jugadores que viven del fútbol y que son el sustento de sus familias. No se puede vivir pensando si vas a volver a entrar a una cancha o definitivamente te tenés que ir buscando otro laburo.
“Esta pandemia también me hizo ver una realidad bastante ridícula e inexplicable: no sirve de nada que los clubes estén cerrados y generen gastos innecesarios”.
—¿Cómo subsiste Pacífico en medio de la pandemia?
—Hasta la semana pasada teníamos los ingresos de la Escuelita de fútbol y de las categorías menores, que venían entrenando en burbujas y en grupos de a 10. Con la cuota social y el plus de la actividad pudimos hacerle frente a los distintos compromisos económicos, aunque hace dos años y medio se reactivó el padel en la institución y eso nos está permitiendo recaudar y progresar, más que nada ediliciamente.
“Colocamos una cancha de primer nivel, con alfombra sintética y todo el confort. No solo viene a jugar gente del pueblo, también nos eligen varios jugadores que no son de Cabildo”.
“El club creció a buen ritmo. En el estadio se levantaron los paredones laterales y se reformaron los vestuarios. Pacífico está muy bien en cuanto a infraestructura, lo que siempre le va a costar es el recurso humano, la convocatoria... No te olvides que somos un pueblo muy chico”.
—Seré curioso: ¿la cancha de padel no estará a cargo de Emanuel Vogel, el hombre orquesta del club?
—No, la maneja mi suegro (Guillermo Scaringi, ex futbolista y Profe de Pacífico) y está en buenas manos. El “jardinero” Vogel se encarga del mantenimiento de la cancha de fútbol, cargo que va a ocupar, seguramente, cuando deje de jugar. Vive al lado del estadio, es decir que salta el paredón y cae dentro del predio. Ema colabora mucho con Carlitos Angelini; ambos están siempre al pie del cañón”.
—¿Es cierto que, siendo jugador, a veces no quiere ceder la cancha para las prácticas?
—En Pacífico se da una situación difícil de creer. Soy muy amigo de Emanuel, pero defiende la cancha a muerte cuando llueve o fue resembrada. Es el primero en aclararle al cuerpo técnico que no se puede pisar.
“Solo acá se da que el canchero sea también jugador de la Primera división, y que él tome la determinación de no hacer fútbol para preservar el piso, que dicho sea de paso está mejor que nunca. Por lo general terminan enojándose con él, pero al Peke le importa poco lo que digan los demás; él pone al club por sobre cualquier otra cuestión, persona o interés”.
—En el segundo semestre, seguramente, los torneos se separarán en A y B y ustedes deberán ir por el ascenso. ¿Es el objetivo?
—Sí. Este campeonato sirvió para armar un plantel, para conformar una base y para que David (Gerbaudo, el DT) vaya perfilando un equipo competitivo para la segunda parte del año. Está bien que se divida en A y B, porque de esa forma nivelás para arriba y el que asciende es por merecimientos propios. Y una vez en Primera sabe que se tiene que preparar diferente para jugar en esa categoría, que es muy distinta a la de abajo.
“En un torneo largo terminás séptimo y en playoffs te toca con el segundo, que te baja jugadores profesionales y te gana. En un partido eliminatorio tirás por la borda todo lo que hiciste en la etapa regular. El único perjudicado sos vos. Eso no sirve, porque el más débil se llena de frustración”.
El 11, con uno de cada equipo
Para confeccionar el equipo ideal, Esteban eligió a un ex compañero de cada uno de los 11 equipos por donde pasó. Y con una frase o concepto dejó entrever que la selección la hizo por afinidad y no tanto por talento....
Juan Manuel Stefanof: “Es con el único que compartí tres equipos distintos: Bella Vista, Unión de Tornquist y Pacífico de Cabildo. Un hermano de la vida, una de las personas más brillantes que conocí gracias al fútbol”
Germán Carnota: “Gran compañero, súper positivo para el grupo. No jugaba y tiraba para adelante con la mejor cara y sin generar conflictos. Jamás lo escuché hablar mal de nadie”.
Elio Boccio: “Pampeano, simple, un fenómeno como persona”.
Mariano Alaniz: “Un genio, dentro y fuera de la cancha”.
Santiago Fernández: “Es de Cabildo pero compartimos equipo en Alem de Pringles. Un 3 con proyección y de códigos”.
Nicolás Fidalgo: “Nos unen un montón de vivencias y anécdotas. Un confidente. Cuando eramos pibitos y pasamos a Villa Mitre, nos íbamos a dedo todos los días desde Cabildo a Bahía”.
Pablo Sánchez Olivera: “Un monstruo, un ser humano sensacional. Trasmitía toda su experiencia y a los que veníamos de afuera nos trataba como si fuéramos del club. Es un referente histórico de Sporting”.
Ema Vogel: “Un jugador polifuncional, con un corazón más grande que Cabildo”.
Hernán Bilbao: “Un enganche con cualidades técnicas excepcionales. Tendría que haber jugado a otro nivel”.
Julio Acosta: “Símbolo de Liniers y de todo el fútbol de la Liga del Sur. Un crack”.
Jorge Aynol: “Hice una amistad en Jorge Newbery de Comodoro Rivadavia. Un goleador picante y muy perpicaz”.
Anécdota con frío y viento
* “Siendo menores, con Nicolás Fidalgo decidimos ir a Villa Mitre porque a Pacífico de Cabildo lo habían desafiliado de la Liga del Sur. Salíamos a dedo desde Cabildo y volvíamos en micro, en el Expreso Cabildo. Con el transcurrir de los días, el dinero para el colectivo lo empezamos a gastar en el kiosco, comprando algún sandwich para mitigar el hambre y el cansancio después de varias horas de prácticas”.
* “Un día de frío y viento, en pleno invierno, salimos corriendo del complejo que Villa Mitre tenía en calle Drago para ir hasta la estación de trenes, donde tomábamos la 511 A para dirigirnos a Villa Harding Green. Ahí bajábamos, caminábamos hasta la rotonda donde está la caminera y empezábamos a hacer dedo. Esa tarde-noche, las luces de la rotonda estaban apagadas y la oscuridad era total. Nos habíamos gastado la plata que nos habían dado y el Expreso Cabildo ya había pasado por ese sector”.
* “Pasaban autos y camiones, pero nadie nos alzaba. En realidad no sabíamos si nos alcanzaban a divisar. Se hizo tardísimo, y como no había celulares no habíamos podido avisar que estábamos varados en la ruta. Tipo 11 de una noche negra, un camionero se apiadó y nos llevó hasta el acceso a Cabildo. De ahí nos quedaban 5 kilómetros hasta el pueblo, pero no andaba nadie. Empezamos a caminar, hasta que un chacarero nos llevó a nuestras casas. Llegamos como a la una de la mañana, ambas familias estaban preocupadas y nos comimos algún que otro reto. Habían llamado a medio club Villa Mitre preguntando por nosotros, ja, ja.”
* “La cagada que nos habíamos mandado nos sirvió de experiencia. De ahí en más, en pleno invierno, el regreso fue siempre en micro… (risas)”.
163
Goles. Marcó el "Topo" en 375 cotejos a nivel local y regional (Argentinos C y B), en 5 equipos liguistas distintos : Villa Mitre, Pacífico C, Bella Vista, Sporting y Liniers.
El álbum de los recuerdos (falta Alem de Pringles)