Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Belgrano 54: Un contrafrente que no termina de hallar su lugar

Carga con el discutible mote de “ser la parte de atrás” del Palacio municipal. O uno menos favorable todavía: ser el acceso al patio interno-cochera de ese edificio.

El bloque FdT ha solicitado que se recupere el edificio y se lo incorpore en el registro de bienes de valor patrimonial. / Fotos: Emmanuel Briane-la Nueva.

Mario Minervino / mminervino@la nueva.com

   El bien de Belgrano 54 es, por lejos, una pieza histórica de la ciudad, parte de su época fundacional, cuando el incipiente pueblo comenzó a ocupar terrenos fuera del fuerte fundacional. Si bien no se puede precisar su fecha de construcción, fue ejecutado en las últimas décadas del siglo XIX, junto con la Casa Municipal, demolida en 1904 para dar lugar a la construcción de la actual sede municipal sobre calle Alsina.

   Ahora, esa construcción que ha atravesado tres siglos vuelve a concitar cierta atención —no es la primera vez que ocurre— porque su interior se encuentra en mal estado, al punto que se han desprendido partes del cielorraso de algunas de sus dependencias, más precisamente las que ocupa la Federación de Sociedades de Fomento, que fue invitada a abandonar el lugar hasta tanto se puedan realizar las necesarias obras de mantenimiento.

   Pero, como las autoridades de esa ONG —que aseguran estar en ese sitio desde 1930— decidieron no dejarlo, contrariando las indicaciones del intendente Héctor Gay, se estableció una polémica que derivó en el hecho de volver a prestar atención al lugar.

   Desde el Concejo Deliberante, por su parte, el bloque Frente de Todos ha solicitado que se recupere el edificio y se lo incorpore en el registro de bienes de valor patrimonial.

Un poco de historia

   La casona de calle Belgrano tiene un frente de 30 metros. Eso sólo marca una presencia distintiva. Su arquitectura austera se destaca por sus ventanales con una importante rejería, dos puertas de acceso y una atractiva arcada —marcada con un trabajo de sillares en el revoque— que funciona como acceso vehicular. Su horizontalidad queda remarcada por cornisas y molduras que lo recorren de extremo a extremo, con un ritmo establecido por una suerte de pilastras marcadas entre las aberturas.

   Es una arquitectura de aires italianizantes, aunque el componente que la hace trascendente es su historia. Allí funcionó el primer esbozo del que luego sería el hospital municipal, una elemental enfermería atendida por el médico Leónidas Lucero.

   Allí también se ubicó la comisaría de la ciudad hasta 1930. Era comisaría y cárcel, con reducidos espacios a servir de calabozos. Es lo único que queda en pie de esa época.

   A fines de 1930, ya desocupado por la policía y la parte sanitaria, se creyó, de acuerdo con lo publicado por este diario, “que la piqueta no dejaría ni los escombros del inmundo local”, descuidado y abandonado, una desechable “tapera”. Se mencionaba que “esa vergüenza” debía desaparecer de los progresos de la edificación, la estética y la decencia urbana.

   Se habló —entonces— de armar “una plazuela, con césped y con árboles” hasta tanto se pudiera levantar allí un edificio que armonizara con el Palacio Municipal. Sin embargo, el comisionado municipal decidió preservarlo, “a pesar de las miasmas que despedía y su sobresaturación microbiana del lugar”.

   En 1958, por caso, se volvió a hablar del “anticuado local”, de su “deplorable estado” y de cómo colocaba al municipio en “flagrante contradicción” con su labor de controlar a las obras en malas condiciones. Se recordó una propuesta de erigir en el sitio un edificio de cuatro pisos “para completar el Palacio municipal. El lugar debiera ser transformado, por el bien de la estética de Bahía Blanca”, se dijo.

La otra mirada

   En 2017 un grupo de arquitectos elaboró un proyecto de revalorización del área central, para el eje Belgrano-Donado, entre Dorrego y el mercado Municipal. En ese trabajo, que aspiraba a obtener fondos del BID, la mirada sobre el edificio ya era distinta. Lo mismo que sobre “el patio trasero” del Palacio “claramente deteriorado y subutilizado”.

   Aquella tapera del 30 y del 50 fue considerada ahora como “la fachada más antigua, con carácter histórico, prácticamente la única construcción del siglo XIX que conserva Bahía Blanca. El único remanente del hospital que atendiera a los enfermos de cólera durante la peste de 1878 y primera sede comunal de la ciudad.

   Por eso se planteó su recuperación y puesta en valor del conjunto fachada-patio.

“Con la recuperación de los vanos originarios, demolición de agregados e identificación de la construcción original. El edificio representa una gran oportunidad para proyectar el patio central con vegetación, creando un situación de calidad ambiental para el área central”.

   La planta baja admitiría usos públicos y privados, como un café-bar-museo, el cual se podría usar de forma permanente, abriéndose tanto a la calle Belgrano como al patio.

Patrimonio y algo más

   Por estas horas el Ejecutivo recibió una minuta del Concejo, elaborada por la edil Lucía Martínez Zara (Frente de Todos) planteando que “arbitre los medios necesarios para las reparaciones integrales del edificio”, en particular donde funciona la Federación de Sociedades de Fomento.

   Por otra parte, se planteará que el inmueble se incorpore al Registro de bienes patrimoniales de la ciudad, a fin de asegurar su cuidado y preservación.

   Si bien no ha habido una respuesta oficial del municipio, fuentes consultadas aseguran que hay una intención de poner en valor el inmueble, hacer las reparaciones necesarias y, dentro de las posibilidades presupuestarias, ponerlo en valor para usos adecuados a su historia.