Bahía Blanca | Miércoles, 09 de julio

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Delitos sexuales: “Para una víctima es difícil y se siente mucho miedo”

A mediados del mes pasado el Tribunal en lo Criminal N° 1 condenó a 10 años de cárcel a un hombre acusado de abusar de su expareja. La mujer relató sus padecimientos y las consecuencias de lo sucedido.

   Esta vez no ocurrió lo mismo. A diferencia de lo que le pasó en la adolescencia, cuando no le creyeron y tuvo que callar, ahora pudo contar que fue abusada por su expareja y denunciar lo sucedido.

   Pero tampoco fue sencillo, porque esta mujer debió recorrer un camino de cuatro años, contando una y otra vez el ataque, y hasta soportando ser juzgada por desconocidos.

   Finalmente, a mediados del mes pasado el Tribunal en lo Criminal Nº 1 le impuso una pena de 10 años de prisión al hombre que la sometió en una vivienda de Villa Muñiz.

   En el fallo, y por mayoría de opiniones, los magistrados ordenaron la detención del imputado -no se lo identifica para preservar a la víctima-, quien arribó en libertad al debate.

   “Había pasado mucho tiempo de la causa y no pensaba que iba a terminar así”, comenta Claudia (nombre ficticio) al dialogar con La Nueva.

   Agrega que “me va a costar cerrar el capítulo de todo esto. Se hizo largo esperar, contar muchas veces lo mismo. Una se cansa y siente mucha humillación de repetir lo que le pasó”.

   La mujer no puede olvidar lo sucedido el 18 de abril de 2016, cuando el hombre con el que había estado en pareja durante un tiempo la abordó al descender del colectivo en Rincón al 3.400.

   Según hallaron probado los jueces, la trasladó por la fuerza hasta su vivienda y allí la abusó.

   “El día que me atacó llegué a mi casa y no quería hacer la denuncia, porque estaba asustada y me había dicho que iba a estar todo bien y no dijera nada. Mi papá me dijo que vaya a hacerla y me acompañó mi hermana”, explica.

   Claudia señala que el abuso se produjo un tiempo después de que decidiera poner fin a la pareja.

   “Primero era una relación normal, pero luego me celaba mucho y llegó al límite de pedirme fotos de los lugares donde estaba o trabajaba. Vi que eso no era normal y ahí empezó a mostrar lo que era realmente”.

   “A mi papá no le gustaba”, dice sobre la opinión de su familia acerca de la relación sentimental con el acusado.

   Describe que tras la ruptura “recibía mensajes con insultos, luego por dos semanas no había vuelto a molestarme y después ocurrió esto. Nunca presté atención a sus amenazas, pensaba que no me iba a hacer nada, pero el día que no lo esperé pasó”.

Vencer el miedo

   Claudia ya había atravesado una situación abusiva en la adolescencia, aunque en ese momento no recibió la ayuda que necesitaba y lo ocurrido salió a la luz hace poco…demasiado tarde.

   “Sufrí un abuso cuando era chica, pero lo conté y un familiar no me creyó. Mi papá no lo sabía y hace poco le conté, y eso me ayudo para esta vez tratar de hablar y que me creyeran”.

   “Esta vez no me iba a quedar callada como cuando tenía 15 años”, afirma con determinación.

   Acerca de lo que vivió en el pasado, considera que en la actualidad hay muchas organizaciones y posibilidades de buscar ayuda.

   “Para una víctima es difícil y se siente mucho miedo, pero le diría que se anime a denunciar”.

   La mujer admite que “mi hermana es la que más me ayuda y apoya. A mi papá le afectó muchísimo, sentía impotencia de todo lo que pasó”.

   También señala que lo sucedido dejó secuelas, las que aún está tratando de borrar.

   “Me cuesta mucho confiar. Estoy estudiando y me cuesta, por ejemplo, hablar frente a las personas, algo que antes lo hacía normalmente. Me cuesta salir sola, la mayor parte de las veces lo hago acompañada. Por otra parte, sigo en tratamiento con una psicóloga”.

   Pese a todo, Claudia tiene un motivo para seguir e intentar dejar atrás todo lo sucedido: sus hijas.

   “Son nenas y hablo mucho de estos temas. Saben que nadie las tiene que tocar ni obligarlas a nada. Son mi motor y salí adelante por ellas”.

Vínculo no deseado

   “Ella pudo comprender que no era natural que le estén pidiendo fotos para ver dónde estaba. Dentro de esa relación, que en ese sentido estaba en un círculo violento, pudo darse cuenta de que no deseaba más un vínculo de ese tipo en su vida.

   Tuvo la desgracia de que cuando decide cortar con todo eso se encuentra con esto, que es un mazazo en la nuca. Un ataque, como lo definió”, sostuvo la abogada Paula Goldín, quien asistió legalmente a la víctima en la causa penal.

   La letrada mencionó también que “este caso lo que tuvo de particular es que el abuso se dio en el marco de una relación de pareja, cosa que es muy difícil de probar”.

   “Todavía hay gente que no puede entender que en el marco de una relación, ya sea matrimonial o de pareja, puede haber un abuso sexual”, siguió diciendo.

   Sobre la cantidad de causas que a diario pone en marcha la justicia, Goldín afirmó que “el abuso sexual de niños, niñas y adolescentes está a la orden del día. Es mucho mayor la proporción de lo que nosotros creemos, lo que pasa es que sigue habiendo mucho silencio, aunque no tanto como antes”.

   Manifestó que estos hechos “se dan en todas las clases sociales y niveles”, y que la mujer “entendió que su cuerpo es suyo, que no es no, y que tiene derecho al no aunque esté casada, me mantengan o tengamos hijos”.

   Goldín también dijo que el hecho de que se ordenara la detención del imputado es “particular y novedoso”.

   “Creo que hubo un convencimiento tal por parte del Tribunal que hizo que se ordene la inmediata detención, cosa que no suele pasar hasta que la sentencia quede firme”.

   Sobre el debate, aseguró que “hubo mucha honestidad procesal. Los jueces fueron probos y quiero destacar a la fiscal Marina Lara, cuyo trabajo es siempre muy profesional”.

   “Por otro lado, el defensor oficial Sebastián Cuevas fue sumamente respetuoso con la víctima. En todo momento, ni a ella ni a los testigos los destrató, cosa que es muy importante”.

Salir adelante

   El abogado Leandro Picardi, quien trabajó junto a Goldín en la causa, sostuvo que “hay un empoderamiento de la mujer y ella (por la víctima) es un claro ejemplo de eso”.

   “Están cayendo ciertos estereotipos. Antes era más complicado denunciar y la mujer se sentía sola, mientras que hoy hay muchas organizaciones no gubernamentales que se dedican a ayudarlas y que llegue íntegra al juicio”.

   Respecto a la duración del proceso y el tiempo que les demoró arribar a un veredicto condenatorio, opinó que “este caso tiene ciertas implicancias por una actitud muy combativa del defensor del imputado, que apeló todo lo posible. Es su trabajo, lo hizo bien, pero por suerte pudimos llegar a la verdad”.

   “Lo importante es que se otorgó la detención inmediata, cosa que le da tranquilidad a la víctima”, finalizó.