Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Martin Rantucho y el poder terapéutico de la música

Trabajó como Musicoterapeuta en el Instituto de Neurociencias de Facundo Manes, en la Fundación Favaloro y ahora, está formando 2 equipos de trabajo en nuestra ciudad. Asegura que los objetivos de esta disciplina no son musicales, sino terapéuticos.

Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva

Laura Gregorietti

lgregorietti@lanueva.com

 

   Día tras día se suman las voces a favor de una terapia poco reconocida, con beneficios comprobados y ningún efecto secundario: la musicoterapia.

   Según los científicos, la música, que por sí misma es capaz de influir en varias funciones, activa las áreas cerebrales relacionadas con el placer, lo que se traduce química y eléctricamente, en una respuesta de neurotransmisores como la dopamina. Además, tiene la capacidad de modificar la tasa cardíaca, la respiración y la temperatura corporal.

   Para el musicoterapeuta bahiense Martín Rantucho, la disciplina utiliza la música o elementos sonoros con un objetivo terapéutico, en búsqueda de la salud.

   "Estos objetivos pueden ser variados según con quién se esté trabajando y cuál sea su situación, si es que tiene una patología y qué necesidades tenga en ese momento. Los objetivos pueden ir desde lo emocional, lo psicológico, lo social y comunicativo, la estimulación -lo que tiene que ver con lo motriz, neurodesarrollo, funciones cognitivas como la memoria o la atención", contó.

   Niños, adultos y adultos mayores, todos se pueden ver beneficiados con esta terapia que solo requiere ser impartida por una persona especializada y formada para tal fin.

   "No hay una población específica en la que pueda actuar la musicoterapia, sino que hay distintos profesionales especializados para cada área. Por ejemplo, algunos se focalizan en la atención prenatal para trabajar el vínculo de la madre con el bebé, otros en la geriatría, demencia o cuidados paliativos, en caso de que haya una enfermedad terminal".

   En nuestro país existe una ley de ejercicio profesional que regula a los profesionales que pueden impartir la Musicoterapia, que está en vigencia, y que dice que solo pueden desarrollar esta actividad los que hayan cursado la carrera universitaria que puede durar de 4 a 5 años.

   "La profesión implica realizar prácticas profesionales, formación en distintas áreas como psicología, psicología del ciclo vital, neuropatologías, investigación e implementación de estrategias específicas. Para ser musicoterapeuta no hay que ser un concertista eximio de algún instrumento, pero cuantas más herramientas uno pueda tener para el ejercicio profesional, más agudizado va a estar el oído para intervenir de manera adecuada. Cuanto más capacitado esté el terapeuta, mejor va a poder desempeñarse".

Fotos: Edelvais Montani

   Martín, quien forma parte del equipo editorial de la "Revista Científica de Musicoterapia y Disciplinas Afines", realizó sus estudios como Licenciado en Musicoterapia en la UBA y entre otros, trabajó en Buenos Aires en el Instituto de Neurología Cognitiva de Facundo Manes -INeCo- con pacientes afectados con traumatismos encéfalocraneales, TEA (Trastorno del Espectro Austista), ACV y con estimulación neurocognitiva. Además, se desempeñó en el área de Neurología para adultos mayores de la Fundación Favaloro, en donde a través de unos tests se les detecta indicios prematuros de alguna demencia, principalmente Alzheimer.

   "La idea de esos espacios es de proveer de herramientas a los pacientes, desde lo emocional y lo cognitivo, para ir abordando el curso de esa patología de la mejor manera y estar preparados para el desarrollo de ese cuadro".

   En 2016 Martín recaló nuevamente en Bahía Blanca donde después de trabajar en consultorio particular e instituciones geriátricas y psiquiátricas, y actualmente forma parte como musicoterapeuta de dos equipos interdisciplinarios de trabajo: Espiral Espacio Terapéutico y CINA, Centro Integral de Neurociencias Aplicadas.

   Principalmente su trabajo actual se ­desarrolla de manera particular en niños y jóvenes con patologías del neurodesarrollo, de la comunicación u otras que afectan el habla,y en tercera edad en forma particular.

   "En el tema musical, no existe un autor o compositor más o menos apropiado para tratar los problemas de los pacientes, en general se utilizan las canciones que de alguna manera tengan o hayan tenido relación con la vida del paciente o  que le resulten significativas por alguna razón, ya que ese componente favorece a la motivación y a la capacidad de sostener su atención. Para poder abordar también cuestiones emocionales tampoco hay un estilo más o menos apropiado para utilizar, porque además de canciones, también se usa la composición y la improvisación".

   Según aclara, el hecho de poder trabajar con la música, las canciones, estilos o autores de preferencia de cada uno, es también posible porque la musicoterapia es una disciplina flexible.

   "El paciente también ejecuta activamente, por lo general, algún instrumento o canto, o a veces, movimientos de distintas formas para participar en esa producción musical. En el hacer musical entre un terapeuta y un paciente, dependiendo qué estemos trabajando pueden ir ocurriendo distintas cosas: por ejemplo cuando estamos con un paciente con autismo o con alguna patología del desarrollo se le da especial importancia a la parte de la comunicación. Comunicación que tiene mucho de lo musical desde los prenatales, como con la madre y el bebé, una comunicación que tiene mucho de música, pausas, entonaciones, formas de hablar. Ahí, lo verbal deja de ser el principal componente para dejarle su espacio a la melodía, las pausas, las esperas entre la madre y su niño u otras personas significativas de ese bebé y así toda la comunicación desde esos momentos iniciales se va desarrollando desde los elementos musicales. Lo que tiene que ver con la comunicación verbal, se va afinando desde distintas habilidades de distintos hitos en el desarrollo del bebé o niño".

   Desde la musicoterapia se puede trabajar desde esos hitos iniciales de la comunicación, previos a la generación de la palabra o de la comprensión de la palabra.

   "Esas cosas se pueden ir abordando desde la musicoterapia, desde la participación en creaciones musicales, hasta el poder ver lo que el otro está haciendo, esperar, escuchar y modificar lo que yo hago en base a eso. Todo un ida y vuelta en la música que permite ir desarrollando las habilidades comunicativas".

   En otro ejemplo, en lo que tiene que ver con estimulación neuromotriz, Martín destacó que la  música genera una activación de múltiples redes cerebrales en forma simultánea y en sincronía, en áreas asociadas o emparentadas con diversas funciones como el lenguaje, la audición, la visión, las funciones cognitivas, y el movimiento.

   "El ritmo se ‘traduce’ automáticamente en movimiento en el cerebro,en el momento de estar trabajando en distintas formas de moverse y las capacidades de movimiento de miembros inferiores y superiores, la utilización de música permite favorecer la generación, organización y ejecución de esos movimientos para que después estén disponibles en la vida cotidiana.

   Algo muy importante del trabajo musicoterapéutico: lo que se trabaja en la sesión buscamos que tenga un impacto en la vida cotidiana porque acá los objetivos son terapéuticos, no musicales, queremos que ayuden a la persona en aquellas habilidades que tengan un impacto en las actividades del día a día. Buscar mejorar la salud y la calidad de vida."