Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El club Argentino busca contar y compartir su brillante historia

Fue fundado en 1906 y el edificio que ocupa desde 1910 es de los más atractivos de la ciudad. La intención de los dirigentes es abrir sus puertas para conocer sus instalaciones y el material que guarda.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Antes de terminar el año, y si la pandemia y el coronavirus lo permiten, el club Argentino, una de las instituciones históricas de la ciudad, abrirá las puertas de su majestuoso edificio de la avenida Colón y Vicente López para que cualquier vecino pueda conocer sus instalaciones y disfrutar de un valioso material relacionado con la historia del lugar.

   “Es algo que siempre quisimos hacer y de alguna manera la cuarentena nos dio la oportunidad de comenzar a organizarlo”. 

   De esta manera explicó Horacio Levantesi, presidente de la entidad, la decisión de instrumentar, antes de fin de año, una suerte de muestra o exposición permanente con decenas de elementos que grafican más de un siglo de esta institución fundada en 1906.

El bolillero con el que se aprobaba (o no) el ingreso como socio

   Desde hace un par de meses personal del club viene realizando una tarea que les ha deparado además muchas sorpresas, relacionadas con la identificación de documentos, fotografías, mobiliario, libros, trofeos y todo un cúmulo de elementos que se pretende sean conocidos por la comunidad, a partir de una apertura que podría tener frecuencia semanal y con estructura de visita guiada por el inmueble.

   “La idea no es sólo mostrar un material que de por sí es muy valioso, sino también permitir que recorran el edificio. Desde sus clásicas salas de juego, pasando por la cancha de pelota, la pileta y los míticos salones. Cada lugar tiene su historia en un club que nació pensado para el deporte, la cultura y el entretenimiento”, agregó Levantesi.

Un lugar distinto

   El club Argentino fue fundado en 1906. El edificio que ocupa desde 1910 es de los más atractivos de la ciudad. Tanto por su arquitectura de líneas francesas con una fachada plagada de ornamentos, molduras y medallones, como por su interior, sin dudas un lugar menos conocido y que dispone de un repertorio de componentes para admirar y disfrutar, desde vitrales, pisos, escaleras de mármol y mobiliario de época.

La visita de Theodore Roosevelt, 1913

   “Acá se jugaba a las cartas desde el mediodía y hasta la noche. Los socios venían a tomar el café, a leer el diario y hasta para hablar por teléfono. Había clases de esgrima, mesas de billar, se jugaba al póquer y al bridge. Muchos de los sectores destinados a esas prácticas están en su estado original, son realmente piezas singulares”, agregó Levantesi.

Uno de los sillones de la vieja peluquería

   El club supo tener su propia peluquería, con sillones traídos de Estados Unidos que todavía se conservan, y servicio de lustrabotas. 

Las salas de juego y su maravilloso mobiliario

   Otra de las maravillas es el mobiliario,  algunos tan singulares como los usados para guardar los tacos de billar, las mesas para el despacho de fichas, las salas donde se practicaba esgrima, la piscina y varios testimonios propios de un club social que habla de otros tiempos, usos y costumbres. 

Un visitante

   El listado de personalidades que ha visitado el club es por demás extensa y da cuenta de esas presencias un libro de firmas que se conserva en perfecto estado. 

La esgrima, uno de los deportes clásico de la entidad

   En la primera página de ese libro, sobre una gruesa hoja y con una prolija caligrafía desarrollada con plumín y tinta china se encuentra la firma de Theodore Roosevelt, vigesimosexto presidente de los Estados Unidos, quien visitó el club en diciembre de 1913. 

   En uno de los salones fue recibido por Patricio Harrington, presidente de la entidad, y agasajado con un té.

   Roosevelt fue presidente de los Estados Unidos en 1901 y 1909 y ganador del premio Nobel de la Paz. 

   Murió el 6 de enero de 1919. Su rostro está esculpido en el conocido monte Rushmore, en Dakota del Sur, junto a los de George Washington, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln.