María O’Donnell: “Me da un poco de rubor cuando dicen que soy escritora”
En su flamante libro, "Aramburu", recrea la historia de un grupo de jóvenes de entre 22 y 24 años que en 1970 secuestró y asesinó a Pedro Eugenio Aramburu, dando nacimiento a Montoneros.
Mario Minervino / [email protected]
“El impacto político del crimen de Aramburu fue de tal dimensión que destrozó la poca credibilidad que le quedaba a la dictadura de Juan Carlos Onganía y obligó a Juan Domingo Perón a tratar con un nuevo actor: una guerrilla urbana que se decía peronista y dispuesta a dar la vida por su regreso a la Argentina”. Aramburu, María O’Donnell.
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María O’Donnell nació el 10 de abril de 1970, en New Haven, estado de Connecticut, en Estados Unidos. El 29 de junio de ese mismo año, cuando transitaba su segundo mes de vida en esa ciudad norteamericana, en nuestro país un grupo de jóvenes de entre 22 y 24 años secuestraba y asesinaba al Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, el hombre que lideró el golpe militar que en septiembre de 1955 derrocó al presidente Juan Domingo Perón.
Al cumplirse medio siglo de lo que define como “el crimen político que dividió al país”, O’Donnell publicó su cuarto libro: Aramburu, que recrea aquella historia y se convirtió en el libro más vendido en los últimos tres meses en nuestro país.
Atenta, distendida y dispuesta, O’Donnell habló con “La Nueva.” sobre su oficio como autora, su relación con la historia de los Montoneros y algunos detalles destacados de su investigación.
--¿Cuánto tiempo le llevó escribir “Aramburu”?
--En realidad fue un proceso de cuatro años y un poquito más, porque mientras trabajé en su elaboración mantuve mis otros trabajos, que son muchos. Investigar es un proceso que desarrollo paralelo a otras actividades en mi vida. Eso se modifica un poco los últimos seis meses de trabajo: escribir me demanda muchísimo tiempo.
Pedro Eugenio Aramburu
“La investigación que exige un libro como Aramburu requiere otro tipo de uso del tiempo. Consulté y fotocopié los 50 cuerpos del expediente, realicé entrevistas y concretar la reunión con Firmenich demoró más de un año. En el medio voy leyendo material sobre el tema, buscando tesis doctorales, bibliotecas, ordenando datos. La investigación fue un proceso muy largo y fue teniendo distintas intensidades”.
--¿En qué momento sentís que ya estás en condiciones de empezar a escribir?
--Cuál es el momento adecuado para empezar a escribir es siempre una negociación. En el caso de Aramburu tenía, por suerte, una fecha clave que eran los 50 años del hecho. Digo por suerte porque si no podría seguir eternamente buscando datos y material. Pero además como no tengo tanto tiempo disponible, comenzar con el libro es realmente un esfuerzo que me demanda muchas horas, es un proceso sacrificado, como salir a correr un maratón. Por eso tener un plazo de terminación me sirve, me ordena. En general me pongo a escribir cuando ya siento que puedo estar tranquila con el material que dispongo.
El orden
“Pedro Eugenio Aramburu escuchó mencionar por primera vez la palabra Montoneros en Timote. Estaba sentado sobe una cama de madera en una de las dos habitaciones principales de la estancia La Celma cuando Fernando Abal Medina le anunció:
“General Aramburu, usted está detenido por una organización revolucionaria peronista que lo va a someter a un juicio revolucionario”. Aramburu, María O’Donnell.
--¿Cómo fuiste definiendo el esquema, el orden de la historia?
--Me llevó mucho tiempo encontrar la estructura, porque las primeras versiones del libro me daban una cosa muy chata, muy plana, como si fuese un libro típico de historia, un relato sin un componente clave para el desarrollo de una crónica periodística, con el detalle. Este tenía saltos temporales y tardé en encontrar la manera de contarlo, sobre todo porque iba a narrar un hecho mayormente conocido. Se sabe que a Aramburu lo secuestraron en su casa, lo llevaron a una quinta de Buenos Aires y le hicieron un juicio revolucionario antes de matarlo, ese es el corazón de una historia medianamente accesible para cualquiera. Por eso era un desafío importante encontrar cómo darle interés a ese tema, cómo traer esa historia al día de hoy. Ese punto en particular tuvo su desafío.
--Participar de un taller con el periodista Martín Caparrós te sirvió para ordenar el libro.
--Cierto. Yo creo mucho en los talleres. Ahora mismo estoy haciendo uno con Leila Guerriero. Es que yo no soy una escritora de ficción y hay ciertas herramientas que tengo que aprender y trabajarlas. Y dentro de la crónica periodística hay mucho que aprender de maestros como Martín o Leila, sobre cómo podemos contar nuestras historias de manera que lleguen a la mayor cantidad de público y que sean atractivas narrativamente.
--¿Tus libros no tienen nada de ficción?
--Nada. Yo no tengo ninguna licencia con la realidad, mis textos son pura no ficción, mi compromiso con los datos es absoluto, no me doy permisos con los datos, pero sí trato de presentarlos mediante técnicas que den como cierta tensión narrativa al texto. En eso estoy todo el tiempo aprendiendo, me interesa muchísimo estar atento a eso.
--¿Te sentís escritora o estás más cómoda como periodista?
--Bueno, la verdad es que no me siento escritora, oficio que asocio más con quien escribe ficción. Me siento más como una autora: me da un poco de pudor cuando me dicen que soy escritora. Pero bueno, es algo que me interesa hacer y después de publicar Born y de Aramburu puedo pensar en darle más espacio. Por ahora lo sigo haciendo en paralelo con mis otras actividades, pero empieza a crecer entre mis ocupaciones. Ahora me interesa darme tiempo para tener cierta frecuencia con los libros, eso me está pasando.
--Luego de dedicar tantos años a un tema y publicarlo. ¿Cuál es tu relación con el libro terminado?
--Primero me agarra la necesidad de estar segura de que no tenga errores y si alguno se coló me importa un montón poder corregirlo. Después me pasaron distintas vivencias. Con Born aparecieron cosas nuevas, después que lo publiqué, que me hubiese gustado tener al escribirlo y que voy a incorporar cuando haya una nueva edición. Pero la de Born era una historia más tapada e ignorada. Con Aramburu ocurrió algo distinto: mucha gente me habla de los lugares a los que los lleva el libro, me gusta mucho que despierte distintas vivencias al transportarse a una historia de hace tantos años. Pero una cosa es cierta: yo no vuelvo a leer mis libros. Cuando deba retocar Born lo voy a tener que releer y siempre es un sufrimiento ir para atrás.
--Hasta ahora dos libros centrados en los ‘70. ¿No te movilizan hechos de la dictadura de 1976?
--Cuando empecé a escribir sobre Born no estaba atraída por los ‘70, sino por la historia de ese secuestro. Ese trabajo me despertó un interés saber sobre Montoneros específicamente, sobre su nacimiento con el asesinato de Aramburu. No se me ha cruzado hasta ahora una historia que transcurra en la época del Proceso, pero podría pasar.
Firmenich, el hombre y una servilleta
Mario Firmenich en Barcelona: es profesor de Economía en dos universidades
¿Cómo fue posible que Aramburu dijera “Proceda” en el sótano si tenía la boca tapada con una media? Mucha gente –reconocí—`ha creído advertir una inconsistencia ahí.
Firmenich tomó la servilleta de tela bordó que estaba sobre la mesa, la dobló en cuatro, se la metió en la boca. Me miró a los ojos, empezó a mover la mandíbula y pronunció tres sílabas: Pro-ce-da. Sonó gangoso, pero le entendí perfecto. Aramburu, María O’Donnell.
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Para escribir Aramburu, O’Donnell logró entrevistar a Mario Firmenich (72), el único sobreviviente del secuestro y asesinato del expresidente, el mismo que figuró en los afiches publicados en 1970 pidiendo su captura junto a Esther Norma Arrostito (1940-1978) y Fernando Luis Abal Medina (1947-1970).
El encuentro fue en un café de Sitges, en Barcelona, donde Firmenich reside con su familia. O’Donnell contó con Firmenich poco tiempo, hasta que el último jefe de los Montoneros decidió no colaborar más con ella. Para cerrar esa relación, Firmenich le envió un extenso mail, el cual ofició como empuje final para su obra.
“Hay una decisión que fue bastante, no sé si llamarla osada o poco ortodoxa: Firmenich dejó de colaborar conmigo en la mitad de mi investigación. En un momento pensé que eso podía ser el final del libro, pero al final decidí que no. En el mail que me envía me plantea que no siga con mi trabajo. Ese correo tuvo consecuencias en cómo se ordenó todo el relato”.
--¿Pudiste desentrañar las supuestas relaciones de Firmenich en los años posteriores a los ‘70, incluso supuestas reuniones con Emilio Eduardo Massera (Integrante de la Junta Militar de gobierno entre 1976 y 1978)?
--No es algo que miré mucho ni hice un mínimo análisis. En el libro manejo la sospecha que se tiene sobre Firmenich teniendo algún grado de complicidad con el régimen de Juan Carlos Onganía, de ser un infiltrado en Montoneros y un servicio de la dictadura de 1976. Pero no todo da cuenta de esas cosas. No tengo ningún indicio que sustente eso, no aparece ningún documento ni nada. Lo cierto es que Firmenich carga con el estigma de ser el sobreviviente alrededor de tanta muerte.
--¿Cuál pensás será la reacción de Firmenich con tu libro?
--No creo que lo vaya a leer. Creo que lo va a leer la mujer (María Martínez Agüero), que tiene otro tipo de interés en la historia. Lo demostró cuando en el inicio de mi investigación Firmenich anticipa que no me va atender pero ella hizo lo posible para que eso ocurriera. Si bien no triangulaba información, no me cerró la puerta.
--¿Cómo creés que tratará la historia a Los Montoneros? ¿Cómo jóvenes idealistas, como asesinos?
--Seguramente no va a haber una única historia de eso y creo que encontrará elementos de ambas cosas. Criticar su irrupción y sus métodos pero también quienes crean que hubo jóvenes que se metieron en eso genuinamente, creyendo que era una forma de cambiar el mundo para mejor.
La autora
María O’Donnell es Licenciada en Ciencias Políticas (Universidad de Buenos Aires) y magíster en Relaciones Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, con postgrado en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Paul H. Nitze, de Washington D.C.
Radicada en Buenos Aires desde niña, es periodista y conduce programas en radio y televisión. Trabajó en los diarios “Página 12” y en “La Nación”. Recibió seis premios Martín Fierro por su trabajo en radio, dos Tato por conducción en televisión y Perfil a la Libertad de Expresión 2017.
Es autora de El Aparato, los intendentes del conurbano y las cajas negras de la política (2005); Propaganda K, una maquinaria de promoción con dinero del Estado (2007), Born (2015) y Aramburu (2020).