Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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“Le ganamos al virus”: la alegría de Celeste y su familia en Mayor Buratovich

Su marido fue uno de los primeros en contagiarse de COVID-19 en la obra del parque eólico. Ambos y sus tres hijos estuvieron casi un mes totalmente aislados. Fueron días de mucha angustia y tristeza, hasta que el miércoles 10 les dieron el alta.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva y Facebook Celeste Marotto.

   “¡Y con esta foto ya se imaginaran los resultados de los hisopados de ayer! ¡Somos todos negativos y recuperados!”, escribió Celeste Marotto en Facebook el 10 de junio pasado. Era tarde -pasadas las 22-, pero no daba más de la alegría y de la ansiedad por contar lo que escribiría al final de su posteo, debajo de la foto de sus tres hijos: “le ganamos al virus”.

   Con esa frase le puso punto final a la película de terror que ella y su familia vivieron durante un mes, encerrados en su vivienda de Mayor Buratovich. Su marido, Gustavo, fue uno de los primeros empleados contagiados de COVID-19 en la obra del parque eólico Vientos del Secano; al quedar aislado, tres de sus cuatro contactos estrechos se contagiaron de inmediato.

   “Fue casi un mes de encierro. No la pasamos nada bien”, dijo en Panorama, de LU2 Radio Bahía Blanca.

La foto -pixelada, para ocultar la imagen de sus hijos de 6, 5 y 1 año de edad- con la cual Celeste anunció, en Facebook, que ella y su familia ya estaban recuperados.

 

   Celeste recordó que todo comenzó el viernes 8 de mayo, a las 7, cuando llamaron a su marido desde el trabajo para avisarle que no tome la combi que lo llevaba al predio del parque, porque se había disparado el protocolo de coronavirus por un par de casos sospechosos.

   “Ese mismo fin de semana nos enteramos que uno de los compañeros de él, con el que trabajaban juntos, había empezado a tener síntomas (compatibles con la enfermedad). Tres días después le confirmaron que era positivo. Para ese entonces nosotros ya estábamos aislados por decisión propia; nada más salía yo a hacer los mandados, con todos los cuidados”, contó.

   De allí en más Celeste y su familia empezaron a ser monitoreados por el área de Salud del municipio de Villarino.

Celeste Marotto.

 

   “Ese mismo miércoles mi marido empezó con síntomas: tenía mucho dolor de cuerpo, cansancio. Le dolían tanto las pantorrillas que ni podía salir de la cama. El viernes lo hisoparon y el domingo 17 nos dieron el resultado. Fue un momento horrible. Ni bien nos enteramos, lloramos los dos”, recordó.

   “En lo único que podíamos pensar era en los chicos. Mi miedo más grande era qué iba a pasar si él y yo terminábamos internados. ¿Quién iba a cuidar de tres chicos contagiados de 6 años de edad, otro de 5 y un tercero de un año y medio? Además, uno relaciona esto con lo peor. Lo que te muestran en los medios es que el coronavirus es igual a muerte”, señaló.

   Ni bien supieron que Gustavo estaba contagiado Celeste tomó la decisión de decírselo a todos los vecinos de Mayor Buratovich a través de su página personal de Facebook.

   “Lo hice porque, si lo hubiéramos escondido, habría sido peor. Nos contagiamos porque él fue a trabajar, no porque fuimos negligentes y fuimos a una fiesta. Por eso la mayoría del pueblo reaccionó bien”, señaló.

   “En mi barrio la gente se portó de 10 con nosotros. Gente que yo no conocía vino hasta la puerta de casa a traerme yogurt para los chicos, cereales o otras cosas. ¡Gente que yo no sabía quiénes eran! Y, más allá de eso, recibimos muchos mensajes de apoyo. Eso fue fundamental para sobrellevar esto”, añadió.

   De los cinco integrantes de la familia, sólo uno no se contagió: uno de los chicos, de 5 años de edad.

   “Compartió el encierro con todos nosotros, jugando con los hermanos o peleando, como hacen todos los chicos, pero los hisopados que le hicieron siempre dieron negativo. No sabemos por qué. Él tiene asma, así que está tratado y recibe medicación; capaz que todo eso lo inmunizó”, dijo.

   En cuanto a qué integrante de la familia pasó los peores momentos en este mes de aislamiento, Celeste no duda: “mi nene más chico, de 18 meses”.

   “No había forma de explicarle que no podía salir a la calle. Cuando escuchaba un auto gritaba ‘abuelo, abuelo’; sufrió mucho no poder verlo”, dijo.

"Mi marido al día de hoy no se explica cómo se contagió"

   El encierro, refirió, fue total. Ni siquiera salían al patio de la casa porque es compartido con otra familia.

   “Eso afectó a los chicos –dijo-. En cuanto a los síntomas, yo tuve fiebre, mucha tos con mocos, cansancio.  El coronavirus es como una gripe fuerte, que te provoca decaimiento. No te permite moverte de la cama. Y perdés el gusto y el olfato: yo echaba lavandina por toda la casa y ni sentía el olor. Ahora ya lo recuperamos”.

   Desde el Hospital Municipal de Mayor Buratovich los llamaban para tenerlos bajo control 3 veces al día. También los llamaban una psicóloga y un pediatra.

   “Estaban atentos a todos. Cuando a todos los dio negativo el hisopado y a mi nene de 6 le siguió dando positivo, yo hice un posteo en redes y me llamó la psicóloga para decirme que me había notado bajoneada.

   “En ese momento le dije que sentía como que nuestra vida estaba en pausa. Antes de esto nos estábamos haciendo la casa, y de pronto estábamos todos encerrados, mi marido sin trabajo fijo… cuando uno está encerrado, te hacés la cabeza”, confesó.

   El día que recibieron la noticia de que los cinco hisopados habían dado resultado negativo y, por lo tanto, les daban el alta, lo primero que hicieron fue llamar a familiares, amigos y hasta vecinos.

   “Lo que más nos llenó el corazón fue que todos compartieron nuestra alegría. Y lo primero que hicimos fue salir a caminar, porque nos dolían las piernas de estar tan encerrados. Imaginate los nenes: estuvieron todo el día afuera. Y al otro día lo primero que hicieron a la mañana fue ir a buscar las bicicletas", refirió.

   Celeste no dudó: esta fue la peor experiencia de sus vidas.

   “Lo peor es la incertidumbre. Sabés que estás contagiado y lo único que tenés que hacer es esperar. Pero se desconoce tanto sobre el coronavirus que nunca sabés si vas a mejorar o a empeorar, si lo peor ya pasó o no", contó.

   Gustavo, aseguró Celeste, sigue sin explicarse cómo se pudo haber contagiado.

   “El único momento en que se sacaba el barbijo era en el almuerzo, cuando llegaban las viandas. Si te lo sacabas antes, te sancionaban; y, a las tres sanciones, te echaban. En el comedor, además, eran 4 por turno, uno en cada punta de la mesa”, refirió.

   Gustavo también viajaba en combi todos los días con los mismos compañeros.

   “De los cinco que iban todos los días en el vehículo, dos se contagiaron, pero tres no”, contó.

   Gustavo tiene previsto regresar a la obra del parque eólico ni bien se reanuden las actividades.

   “Cuando se reanuden las actividades, si se hace la cuarentena de los que vengan de afuera como se debe, no creemos que haya problemas”, cerró.