Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Estrategias políticas en tiempos de cuarentena

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

   La política no descansa a pesar de la pandemia. La irrupción del Coronavirus hizo que todo el panorama vernáculo se vea modificado, con imprevisibles consecuencias. Si la situación de la Provincia ya era delicada, con esta parálisis obligada de la economía, el impacto social que esto va a provocar parece inevitable.

   Tanto para el gobernador Axel Kicillof como para los intendentes la mejor estrategia es ganar tiempo para preparar los servicios sanitarios. En los países más afectados por el brote, los centros de salud se vieron desbordados ante la oleada de contagios.

   El gobernador trabaja contrarreloj ante un contexto de distanciamiento social que el presidente Alberto Fernández decidió extender hasta finales de Semana Santa.

   Dentro de la sede gubernamental aseguran que “todos los recursos están destinados a la emergencia sanitaria”. De hecho la Provincia aceleró la compra de camas, respiradores, insumos y demás herramientas para cuando el pico de contagios se haga presente, a finales de abril o principios de mayo.

   Se sabe que el escenario es extremadamente difícil. La pandemia, al igual que la pobreza, parece hacer foco en el cordón del Conurbano. Por eso, en el radar de alertas sobresale el GBA, una bomba de tiempo que puede estallar en materia sanitaria. De reojo también se observan los barrios periféricos de La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca con alta densidad poblacional.

   En ese contexto la brigada económica gubernamental espera una caída en la recaudación impositiva del orden del 40 %, producto de la recesión y el parate económico que provoca la cuarentena.

   Una de las cuestiones que mayor inquietud provocó dentro de la Gobernación, fue el pedido en voz alta de algunos intendentes de volver a la emisión de patacones, la cuasi moneda que salvó a los bonaerenses de la crisis de 2001.

   Esa idea que, no pocos le atribuyen al intendente Gastón Granados de Ezeiza, le paró los pelos de la nuca a varios funcionarios en calle 6. Es que puso al desnudo la fragilidad financiera de la Provincia, en momentos que Kicillof ve desdibujarse su imagen pública a partir del liderazgo político que ha ganado Alberto Fernández.

   A ese ruido por la economía, puede sumarse también la decisión del ministro de Seguridad, Sergio Berni, de unificar el mando de todas las fuerzas de seguridad en su propia figura, despojando así a los intendentes del manejo de las fuerzas locales, retrotrayendo la política de descentralización que había aplicado su antecesor, Cristian Ritondo.

   En definitiva, en la relación entre Kicillof y los intendentes oficialistas del Conurbano nunca hubo amor incondicional. Y ahora, crisis mediante, parece que algunos alcaldes ya decidieron abrir un canal de diálogo directo con la Casa Rosada. Incluso algunos imaginan futuras aventuras políticas con el presidente Fernández como el eje de un sector más moderado del PJ.

   La oposición sabe que las decisiones que ha tomado el Gobierno nacional han generado un gran consenso entre la población. Por eso plantear en estos momentos alguna crítica operativa o conceptual, sería un suicidio político.

   Por eso, la situación no es menos compleja hacia el interior de Juntos por el Cambio. Así como ocurre en el oficialismo, los intendentes y los sectores más moderados del radicalismo parecen haber encontrado un interlocutor válido en la figura del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, sobre todo a partir de la relación de gobernabilidad que ha sabido construir por estos días con el Presidente y con Kicillof frente a la pandemia.

   Rodríguez Larreta se comporta como cara visible de una oposición constructiva que la gente quiere ver en un momento difícil. “Hoy Alberto (Fernández) está facturando a su favor la situación, cualquier decisión que toma es aplaudida. No vamos a ser nosotros quienes nos distanciemos de eso. Y cuando meta la pata, también tendrá que asumir las consecuencias”, se reflexiona.

   Hasta en las diagonales se escucharon reproches entre los sectores más duros de una alianza opositora que venía con abstinencia de crítica. Sobre todo a partir de la decisión de un sector de avanzar con la iniciativa de recortar los sueldos en los cargos jerárquicos de toda la clase política, para armar un fondo social de crisis que ayude a salir de la coyuntura a los municipios más comprometidos.

   La factura que sí le pasaron ahora a sectores del Pro vinculados a Patricia Bullrich, es la de estar detrás de la movida cacerolera contra los funcionarios políticos. Estrategia de manual: usar ese discurso de la "antipolitica", para hacer política. Eso provocó el enojo de muchos, aunque claro, en estricto off. Ya salieron intendentes, concejales y legisladores, convencidos o no, a anunciar las rebajas de sus propios sueldos. Facturas que en algún momento se cobrarán.

   La crisis parece decantar estilos y formas de hacer política. Los moderados por un lado, los más duros por el otro. Hoy parece no haber demasiado lugar para los extremos.

   En la PBA, el bloque opositor parlamentario de macristas, vidalistas, radicales y “lilitos” definió pedirle a Kicillof un “fondo para el interior”, es decir, ampliar los canales de diálogo con el Ejecutivo para decidir sobre cuestiones “económicas excepcionales”. También pidieron conocer en materia sanitaria, qué tipo de asistencia están recibiendo los hospitales del mapa bonaerense y los profesionales de la salud frente a un virus altamente contagioso.

   Básicamente, el arco parlamentario de Juntos por el Cambio intenta tirarle un “salvavidas” a los intendentes, para cuando el agua les llegue al cuello, que les permita paliar la difícil coyuntura económica producto de la extensión del período de distanciamiento social.

   La actividad legislativa bonaerense está completamente paralizada. Hay algunas iniciativas para adecuar las sesiones a la tecnología y así poder avanzar en el tratamiento de los temas de emergencia. Pero por el momento sólo parecen ser más ideas tiradas sobre la mesa que una realidad cercana.