Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Fuego amigo que se preveía… pero no tan rápido

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Un funcionario que trabaja cotidianamente en los despachos del área presidencial reconocía que, allá por agosto del año pasado, tras el rotundo triunfo en las PASO que los convenció que el desembarco en la Casa Rosada era irreversible, el entonces ganador de esas primarias y su equipo intuían que los roces con las otras corrientes del Frente de Todos, en especial con el cristinismo duro, en algún momento se iban a manifestar.

   “Sabíamos que algo de fuego amigo tendríamos que soportar, lo que no imaginamos es que sería tan pronto…” refleja ahora con resinación el confidente.

   Y aportó un dato curioso y hasta bizarro. “Había entre ellos dos un entendimiento no firmado respecto de que una vez en el poder ella reinaría (sic) en el Senado, en el Congreso, y Alberto manejaría el Poder Ejecutivo”.

   Evidentemente no todo salió como esperaban y las internas en el frente gobernante estallaron a menos de dos meses de haber asumido Alberto la presidencia. Ahora todos los chisporroteos giran en torno a dos cuestiones que claramente separan al presidente y a la vice, como es el tratamiento del endeudamiento externo, de cómo pararse frente a los acreedores privados y al Fondo Monetario, y la espinosa cuestión de si hay o no presos políticos bajo un gobierno de origen peronista.

   Hay una tercera cuestión que también hizo mucho ruido que es la pelea sin retorno entre Sergio Berni y su par nacional Sabina Frederic por el tema de la seguridad, que llevó las cosas a un punto en el cual, como se rumoreó el lunes en los pasillos de Balcarce 50, sólo se zanjaría con la renuncia de uno de los dos.

   En La Plata negaban de plano por esas horas la renuncia de Berni, o un pedido de renuncia de parte de Axel Kicillof. En la Casa Rosada desmentían con igual énfasis que la cabeza a rodar pudiera ser la de Frederic. La reunión de este mediodía en la Casa Rosada entre Alberto y el gobernador buscó poner fin a esa disputa entre tropa propia.

   Hay otros datos a la mano que reflejan aquella puja entre cristinistas y albertistas, con sus respectivos jefes a la cabeza, que ahora quedaron larvados en medio de las pujas que hoy copan las tapas de los diarios, pero que en ese momento comenzaron con los primeros temblores.

   Cristina se reservó sin derecho al pataleo el nombramiento de todos los funcionarios en los organismos que tienen relación con la Justicia o los controles internos. También impuso a Wado De Pedro como ministro del Interior, cuando el candidato de Alberto para esa plaza clave era el peronista histórico y su amigo personal, Alberto Iribarne.

   La propia designación de Frederic fue una decisión de Cristina, apoyada por organismos de derechos humanos como el CELS, seguidores a ultranza de la doctrina garantista de Eugenio Zaffaroni y Horacio Verbitsky. Alberto debió bajar sin remedio a su propio candidato, Diego Gorgal, considerado “mano dura” por aquellos organismos con Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto a la cabeza.

   Sin dudas el capítulo sobre el tema de los presuntos “presos políticos” por los que reclama el cristinismo es el más grave en términos de lo que puede ocurrir con la convivencia entre los dos sectores.

   “Alberto no está enojado, está muy enojado”, confesaba aquel confidente. Fue luego que el presidente poco menos que llamase ”tontos” a los que le reclaman que libere, como si estuviese en sus facultades hacerlo, a De Vido, D´Elía, Boudou o Milagro Sala.

   El presidente sostiene que esos reclamos le generan “malísima prensa” en el exterior justo en las actuales circunstancias de búsqueda de apoyo o de demostrar que el peronismo volvió al poder “para ser mejores”, pero no “peores o más radicalizados” que antes.

    La pregunta del millón que todos se hacen en el albertismo no es si Cristina está o no de acuerdo con los reclamos de los que efectivamente consideran que en el gobierno del Frente de Todos hay presos políticos, (Kicillof, De Pedro, Gómez Alcorta, Ferraresi, Frederic, Aníbal Fernández, y siguen las firmas). Es obvio que ella coincide con esa posición. Ninguno de sus aliados se ha tirado sin paracaídas.

   El tema es saber si en algún momento la viajera frecuente a Cuba lo hará público y expreso en uno de sus incendiarios tuits. “No creo que lo haga, ella conoce el costo igual que nosotros…” responden en el primer piso de Balcarce 50.