Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La nueva fórmula jubilatoria, anclada en la zona de promesas

Aunque desde el Gobierno insisten en que replica una de buen funcionamiento en 2008 a 2017, si la inflación se dispara, las pérdidas también.

Foto: Archivo-La Nueva.

Por Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

     Igual que la recordada canción de Gustavo Cerati, la nueva fórmula jubilatoria aprobada en el Congreso está enclavada en una zona de promesas, ya que se compromete a mejorar los haberes siempre y cuando la economía crezca y la inflación no se desmadre.

     La normativa establece que los aumentos se actualizan trimestralmente en función de una fórmula compuesta en un 50% por la recaudación de Anses y otro 50% por la evolución de salarios, surgida del porcentaje más alto entre el medido por el INDEC y el índice RIPTE que confecciona el Ministerio de Trabajo.

       La fórmula consagrada es similar (con algunos remiendos) a la que se había establecido en 2008 bajo el primer Gobierno de Cristina Kirchner (Ley 26.417), la que permaneció vigente hasta fines de 2017.    

      Durante su etapa de aplicación, el resultado fue un aumento del 21,3 por ciento en el haber mínimo real entre diciembre de 2008 e igual mes de 2017, pero con una importante salvedad: en los años de fuerte aceleración inflacionaria (en 2014, por ejemplo), la pérdida llegó a superar el 6 por ciento en apenas un año, de acuerdo con datos del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), dependiente de la CTA, una central de trabajadores que tiene afinidad con el kirchnerismo.

        “Cuando la inflación se acelera, ninguna fórmula funciona. Los jubilados ya perdieron 6 puntos de poder de compra con el empalme de la fórmula de Mauricio Macri (N de R: la de la ley 27.426, promulgada en diciembre de 2017 por el gobierno anterior y que reemplazó a la de Cristina), más 20 puntos por la aplicación de esa misma fórmula, más otros 7 puntos que, en promedio, podrían perder este año (N de R: el dato definitivo se conocerá cuando se tengan los índices inflacionarios de este mes). Por eso, yo pregunto ¿desde qué valores se va a ajustar?, porque no es lo mismo construir un edificio desde el piso 10 que desde los cimientos” advirtió el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.

      Del otro lado y con una opinión menos crítica con respecto a la propuesta del Gobierno de Alberto Fernández, el economista especializado en temas de la Seguridad Social Sergio Carpenter insiste en que la experiencia ha demostrado que cuando la economía argentina crece, los jubilados se ven beneficiados.

      “Lo que pasó con la movilidad de la 26.417 es una clara prueba de ello, aunque es cierto que, si la inflación se dispara, los haberes se verán afectados”, explicó Carpenter.

Los datos

      El reemplazo de la fórmula de Macri por los aumentos por DNU de este año dejaría como saldo que no todas las jubilaciones le van a ganar la inflación, aunque el haber mínimo (que cobra la mayoría de los jubilados) se vería menos afectado.

       Es que tomando como referencia una inflación estimada del 36,7% (el dato surge del Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA, ya que el INDEC no publicó todavía la de diciembre), el aumento del 35,3% en la mínima arrojaría una pérdida casi imperceptible (de alrededor del 1%).

      Sin embargo, a partir de los 20.000 pesos, con aumentos nominales del 31,52% al 24,36% para el haber máximo, el deterioro del poder de compra se incrementaría en forma significativa (3,79 y 9,03% respectivamente).

       “Esto es una decisión de política de redistribución por parte del Gobierno, que, en un escenario difícil como el de este año, se inclinó por proteger más a los que menos ganan, es decir, a los de la mínima. El universo de los jubilados no es homogéneo en cuanto a ingresos y es lógico que a algunos las vaya mal cuando a la economía en general está mal”, señala Carpenter.

       Sabiendo lo que pasó, sólo resta esperar que el repunte de la economía, la recaudación y los salarios, a lo que se suma una inflación que no se dispare, evite que los jubilados resulten perjudicados. Otra vez, en la zona de promesas, aguardando que al final esté la ansiada y tantas veces esquiva recompensa.