El Pipi Echeverría, un verdadero “Gran Hermano” de los jugadores de Villa Mitre
“Este trabajo te tiene que gustar, de lo contrario no lo podés hacer. Llego dos horas antes a cada entrenamiento”, dijo el utilero que lleva 21 años en el club tricolor.
Por Javier Oscar Schwab / [email protected]
(Nota publicada en la edición impresa)
"Hola hermano, ¿cómo estás? Gracias por todo hermano".
Lisandro Oscar Echeverría tiene incorporado en su lenguaje un par de palabras que lo definen como persona. En Villa Mitre está catalogado como el "Gran Hermano" de los futbolistas, aunque se empeñe en aclarar que pertenece a otra generación.
"Pipi" o "Pipito" es el utilero del club desde hace 21 años consecutivos, pero su historia no nació en el tricolor, sino en la vereda opuesta.
"Empecé en enero de 1987 en Olimpo, donde estuve hasta medidos del ’91. Mi padre (Oscar Alejo, alias "Cacho") era amigo de Jorge Ledo. En el ’92 cambió la comisión y me echaron.
"A la semana conseguí otro trabajo, pero a Villa Mitre llegué en 1993, cuando el utilero era Oscar Hidalgo. Estuve hasta mediados del ’94, agarré otro trabajo y volví el 6 de agosto de 1999", recordó.
-¿El año del ascenso al Nacional B?
-Sí. Unos días después de aquel 31 de julio. Empecé a trabajar junto al 'Chino' (Fernando Márquez).
-¿No te tenían identificado con Olimpo?
-Sí. pero en 1993 no había esa rivalidad que hay hoy en día. Mis amigos de Olimpo me decían "Leproso"; los villeros: "Gallina".
-¿Estás cómodo en el club?
-Es mi segunda casa, nadie me molesta. Siempre respetaron mi trabajo. Llegué estando Daniel Rodríguez y todavía está.
"En 2010, con la gerenciadora, tuvimos una etapa terrible. Pero el club se acomodó enseguida y siempre me respetó. Hace seis meses que no trabajo, aunque me pagan el sueldo con normalidad”.
"Si sufro por algo es que desde hace un año me falta mi señora (Liliana Graciela Sanguinetti), que fue una gran compañera y muy trabajadora", aseveró.
-¿Cómo te encasillaste en la utilería?
-En Olimpo era nuevo, joven y muchas cosas no sabía. Ahora, aunque siempre aprendés algo, no me quedan secretos por descubrir. Llevo 27 años haciendo lo mismo.
-¿Lo más difícil es organizarse?
-Hasta que te robotizás (risas). Las obligaciones se repiten. El fútbol cambió mucho y la utilería se modernizó, porque hace 30 años no había ni la mitad de las cosas de hoy.
“Este trabajo te tiene que gustar, de lo contrario no lo podés hacer. Llego dos horas antes a cada entrenamiento y me voy dos horas después de terminado.
-¿Tiene secretos?
-Sí. En ocasiones tenés que ser sordo, ciego y mudo. Y un carácter especial para entender a todos. Hay días que uno se enoja consigo mismo, pero estoy tranquilo porque hice muchísimos amigos y si algún día me pasa algo me van a ayudar.
-¿Qué no puede faltar en tu utilería?
-No me gusta correr, me anticipo, busco la ropa que lava Silvia, la ordeno. Los jugadores tienen todo preparado: pantalones, remeras, buzos, camperas, gorros, toallas, ojotas…
“La reparto en el vestuario con los botines, que se limpian todos los días. Ese es el trabajo más pesado, porque hay que lavarlos. Se usa pomada líquida incolora, porque son puro colorinche, jajaja.
-¿Todos cumplen devolviendo cada prenda?
-Deberían (risas). Algunos son tarambanas. Me pasa seguido de ir a buscar la ropa a la cancha porque se olvidaron.
-¿Qué valorás de un jugador de fútbol?
-El trato, la cordialidad. Algunos tumbados llegan de mal humor. Entran, no saludan y agarran los botines. Ahí los agarro: 'Hola, que tal...'; y les pego un sopapo en la oreja.
“El día a día es fabuloso. Puede estar la puerta del vestuario abierta pero llega (Víctor) Manchafico e igual me toca timbre. Lo mando a freír churros...
"El mate era infaltable, los chistes o las charlas con el 'Beto' Córdoba, un compañero inseparable de habitación en los viajes.
-¿Mirás los partidos?
-No, me pongo muy nervioso. Me perdí la final en Tucumán, estaba en el vestuario; en el segundo tiempo escuchaba el uhhh, uhhh, uhhh… a cada rato. Por cábala salí a ver los penales. Qué alegría...
-¿Nunca te enojás?
-El buen humor es parte de mi ser. Cuando estoy renegado es porque me hago (risas). Los corro con flit.
"Odio que me piquen la pelota en la utilería. Si lo hacen seguido me estalla la cabeza. Y no me gusta que arrojen los tachos con ropa al piso; los jugadores se prenden en esas".
-¿Te tocó hacer de piscólogo?
-Yyyy. En una época que no ganábamos nunca, en 2010, cuando jugamos la promoción con La Emilia para no descender. Nos salvó "San Cabral". Decíamos: "Nunca más este sufrimiento". Al año siguiente nos fuimos al descenso, qué malaria.
“Una vez entré al vestuario, vi a los jugadores cabizbajos y me salió del alma: ‘Manga de muertos no ganan un partido ni en pedo…". Se empezaron a reír.
-¿Un DT con cábalas?
-Rubén Agüero era tremendo, quería jugar siempre con la misma ropa. Un buen tipo el "Negro".
-¿Tenés imágenes en el vestuario?
-La utilería anterior estaba llena de fotos. En esta, tan linda, que es obra de Martín Neuman, no lo permití. Defendí la pileta, colgamos esos carteles con los cheques de la Copa Argentina. Nada más.
-¿Hay jugadores bromistas?
-El enano (Pablo) Berra era insoportable. Pero estaba loco, y sigue estando. Venían periodistas a hacer una nota, se paraba atrás, gritaba.
"Un día se hizo el langa. Llegó al vestuario desnudo, en ojotas. Estaban Oscar Morán con Sergio Benet y el profe (Gustavo) Álvarez, quien le dijo: ‘¿Porqué no te asomás a la calle y te hacés el vivo?. El enano vio que no venía nadie, se asoma, pero el profe le pega un empujón y le cierra la puerta. Justo dobla la 514. Berra salió corriendo por la vereda para entrar por la casa del canchero (Pelo). Se curó un ratito...".
“Otros jodones eran Alan González, el 'Flaco' Minor, 'Carucha' y Facundo Laumann. Tuve la desgracia de tener a los dos, jaja".
-¿Y el más callado?
-Nunca le conocí la voz al "Negro" José Ancatén. Era el más cerrado de todos.
-¿De joven tenías afinidad con los jugadores?
-Demasiada. Del '99 al 2006 participaba de los asados y luego me llevaban a mi casa (Viamonte al 2900), pero parece que tenían un GPS que no funcionaba bien porque siempre iban por Alem y doblaban para el Club Universitario (risas).
Con su nieta, Mía, en brazos y los mellizos Jonathan y Solange, de 35 años. Falta Lisandro, el más chico, de 30 años.
-¿Quién era el hombre anécdota?
-El "Tato" Zapata. Las pretemporadas en Monte eran divinas; el viaje a Tucumán, memorable. Después del partido se vino a fumar un faso, estaba tranquilo, como si nada. A la vuelta decía: ¿Cuánto vamos a tardar para llegar? 4 horas de la entrada hasta el club, después de semejante viaje. Estábamos rotos...
"Una vez llegó tarde al entrenamiento. ¿Sabés qué me pasó? Entró uno a robar a la panadería de mi hijo, pero lo sacamos corriendo.
"En eso alguien le pregunta: ¿Si lo agarrás que hacés? Lo traigo al club y lo pongo de carrilero. ¡No sabés cómo corría…! (risas)".
-¿Qué te dio el fútbol?
-Conocí el país. Viajé en avión y, muchas veces, en colectivo. Uno de los peores viajes fue a Córdoba, el día que renunció De la Rúa, en 2001.
"El partido, con Racing, se suspendió y nos volvimos en colectivo. Menos mal, porque despeché los bolsos en el Aeropuerto de Bahía directamente a Córdoba, pero llegamos allá, bajamos, los bolsos pasaban y de los míos ni noticias. Los habían mandado a Catamarca; no pudimos entrenar ese día. Una combinación de vuelos acomodó los tantos porque llegaron con lo justo. Zafamos por la suspensión".
-¿Nunca te la mandaste?
-Uff. En un viaje a Paraná me olvidé las toallas. Estaba tan mecanizado que las cambié de bolso y salimos. Subí al micro, me dormí pero a los 300 kilómetros desperté soñando con las toallas. Fue el único sueño que se hizo real. El hotel me dio 11 toallas, pero dejé un depósito millonario, jajaja.
-¿Qué extrañás con esta pandemia?
-Los asados con los jugadores y Chachana, otro gran amigo.
-¿Es cierto que Tavoliere es diferente al resto?
-Los arqueros son diferentes. "Facu" Tavoliere llegó un día muy preocupado y me dice: "Pipito", ¿te puedo hacer una pregunta? Claro que sí: ¿De dónde es ese equipo Chaco For Ever? Me enojo y le contesto: "De Formosa, marmota, de dónde va a ser". 'Tavo' me mira: "Bueno, bueno, no te enojes, no sabía..."
"Una vez me ofreció una promo de bebidas: 'Llevás 5 y pagás 6', Entonces le digo: 'Qué linda oferta, no te la compra nadie. Todo lo opuesto era Pablo Molgatini, muy serio y respetuoso, como lo es en el actual plantel el futbolista 'Maxi' Scasserra", contó.
-¿Uno de los momentos más tristes de tu carrera?
-Además de la partida de "Pelo" -canchero del club- y de Oscar (Morán), me dolió muchísimo el accidente que sufrió Pablo Landeiro. Recuerdo ese partido, cuando entró al vestuario y me dijo: "No juego más 'Pipi'". Se lo extraña, ya casi no se lo ve por el club.
-¿El distinto era Lucas López?
-Lucas era especial. Extraordinario jugador, pero no le gustaba entrenar mucho. No sabía con quién jugábamos, cómo estábamos en la tabla de posiciones. El año que ascendemos perdimos 3 a 1 en Puerto Madryn, ante Brown, y acá lo dimos vuelta. Ganábamos 1 a 0 el primer tiempo y cuando nos pusimos 3 a 1 fue una explosión de alegría. El único que no festejaba era Lucas.
"Qué festejan, qué festejan si todavía falta un gol", decía en la cancha.
"No sabía de la ventaja deportiva que tenía Villa Mitre con el resultado igualado", contó Echeverría.
-¿Cuántas veces se rompió el colectivo en los viajes?
-300. Una vez salimos a las 6 de la mañana para Cipolletti y llegamos como a las 22. A cada rato se rompía la correa; todo empezó en Médanos. Un suplicio, hasta que llegó un colectivo de reemplazo. Vacié y bajé 18 bolsos, luego los armé y los cargué. Llegamos a Allen y se rompió el otro.
"Llegué tan muerto que no quería bajar las cosas en el Hotel, jajaja", afirmó.
-¿Una vez chocaron una vaca?
-En un viaje Pergamino. Un susto bárbaro, el ruido del colectivo que casi se vuelca. No se veía nada en la ruta, pero la vaca quedó en el asfalto y había que correrla. El chofer dijo que eran dos y que pudo esquivar a una.
"Hicimos un lazo, la atamos a la cola y tiramos para correrla. La vaca pegó el último suspiro, nos asustó a todos. En eso viene un camión de frente, pero no pudo interpretar nuestras señas y se la llevó puesta. La vaca dio un giro completo, el camión se fue a la banquina. Tuvimos que ir todos a Bolívar a hacer la denuncia. Un viaje interminable...", subrayó.
El dato
27 años: Lleva como utilero, entre Olimpo y Villa Mitre, Lisandro Echeverría. Nació en 1965 -tiene 55 años- y los cumple el 9 de septiembre. Es padre de 3 hijos y una nieta que, según dice, "hace conmigo lo que quiere".