Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Bordeu 2020: esta vez, a la muestra del campo en la ciudad le faltó la ciudad

La escenografía fue inédita respecto de las 125 ediciones anteriores. Los barbijos, el distanciamiento por la cuarentena y los mates que se compartirán en otra ocasión.

El streaming, un paso adelante en innovación que permitió seguir las juras de clasificación y el remate de los reproductores. / Fotos: Emmanuel Briane, Pablo Presti y Jano Rueda-La Nueva.

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   De miles de personas caminando, charlando, recorriendo estands, puestos, sacándose fotos con terneros, corderos y caballos, haciendo cola en puestos de comida, esperando para encontrar un lugar para sentarse a tomar unos mates, dejando el auto en algún lugar a lo lejos y caminar 10 minutos para llegar al predio, a este presente de espacios comunes y corrales casi vacíos y salidas en vivo por internet: esa fue la nueva normalidad de Bordeu 2020.

   La pandemia del coronavirus, el aislamiento para impedir contagios y la vuelta a Fase 3 en Bahía Blanca dejaron su mella en el corazón de la muestra ganadera más grande del país, después de Palermo.

   Cuando en la mayoría de los distritos de la zona se cancelaban eventos similares —la única que se pudo llevar a cabo fue la de Saavedra—, aquí presentaban y acordaban protocolos sanitarios para que no ocurriera lo mismo.

   ¿El resultado? La 136ª Exposición Nacional de Ganadería, sin parte industrial ni comercial, acotada a cabañeros, dirigencia, prensa, colaboradores y alguno que otro más. 

   Todos, absolutamente todos, con invitación especial y debiendo superar un control de temperatura al ingresar al predio. 

  El resto de la gente se quedó en sus casas o la miró por internet. Probablemente, en ningún momento se hayan llegado a juntar 200 personas al mismo tiempo en el predio que la Sociedad Rural tiene en Villa Bordeu, cuando en otras tardes —en otros años— no cabía prácticamente un alfiler, especialmente si el clima acompaña. Era el campo en la ciudad.

   Animales, visiblemente pocos respecto de otras ediciones; solo se permitieron bovinos y lanares, sin caballos ni aves ni porcinos. 

   Gran parte de los ejemplares anotados no aparecieron, entre protocolos, temores, remates privados y la decantación normal de las inscripciones: alrededor del 25 % de los animales esperados no se presentó según números oficiales, y en Corriedale solo se inscribieron siete cabañas. La calidad, eso sí, fue indiscutida, y eso resaltaron los conocedores en la materia consultados.

   La falta de otras muestras rurales provocó que muchos cabañeros trajeran lo mejor que tenían en sus establecimientos para llevarse algún premio, o una buena venta.

   Con pandemia, o sin pandemia, Bordeu sigue siendo un lugar con cartel y donde se consiguen buenos precios.

   Pero no. Lo diferente estuvo en el entorno, en las imágenes que la rural acostumbra mostrar año a año y que esta vez estuvieron ausentes, o en aquellas propias de estos nuevos tiempos de pandemia. 

   Tapabocas, claro está, por todos lados, lo mismo que el alcohol en gel y carteles de concientización, aunque la distancia social fue bastante menospreciada: si bien este año no hubo tribunas ni asientos para evitar aglomeraciones, la gente se juntaba igual.

   Tampoco hubo mate compartido, ni rondas de café ni los tradicionales asadores llenando de aroma a carne cocida a todo el predio. 

   La comida y su provisión se limitó a tres puestos, con la modalidad take away en todos ellos: el asado se entregaba en una bandejita de aluminio dentro de una bolsa plástica, y a comer a otro lado porque las mesas no estaban habilitadas; se puede decir que fue la rural de los sándwiches. 

   Era tal el desconcierto que, algunos, dudaban hasta de tener lista agua caliente para el mate; ni qué hablar de cuánta comida tener preparada para vender.

   Lo que sí llegó para quedarse fue el servicio de streaming, la transmisión de las juras y el remate vía internet, que se realizó a través de la página web de la rural.

   No es lo mismo reconocen algunos dirigentes, pero el auge de esta modalidad —sobre todo en pandemia— y la cantidad de gente que la utiliza, aseguran que la tecnología se aplicará nuevamente en los próximos años, sin que desaparezcan las juras y remates con gente.

   “Quienes realmente quieren ver cómo es el animal, terminarán viniendo a la muestra. Pero sirve mucho para aquellos que están a distancias considerables y es la respuesta, hoy, al contexto en el que estamos inmersos”, dijo un avezado ganadero y dirigente, recostado sobre un fardo, lamentando —eso sí— haber cambiado el lugar para almorzar, históricamente reservado a las elegantes y cómodas sillas del restorán de la familia García, en el salón principal de la SRBB.