Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Denuncian un "apriete mafioso y racista" a un vendedor ambulante en Necochea

Lo publicó un vecino del balneario en redes sociales, y la historia se viralizó rápidamente.

Foto: Archivo La Nueva.

   Un vecino de Necochea denunció que policías, inspectores de tránsito del municipio y particulares “matonearon” a un vendedor ambulante de origen africano que se encontraba trabajando en la costa, en un hecho que calificó como “el atropello de patotas de carácter mafioso y racista al servicio de empresarios que dicen ser dueños de la playa”.

   La publicación fue hecha por el necochense Fabián Cristóbal en la red social Facebook. Según dijo, presenció el apriete” mientras jugaba en la playa con su hijo, en el balneario Vía Mare.

   “Observé cómo dos policías, dos inspectores de tránsito de la Municipalidad de Necochea y dos personas particulares perseguían y matoneaban a un vendedor africano que caminaba por la orilla con una pila de gorros en su cabeza. Al acercarme escucho a uno de los policías que entre empujones, y agarrando el brazo del vendedor, le repetía con bronca: 'esto no es Uganda, te tenés que ir'”, inició su relato.

   Cristóbal refirió que se acercó para preguntar qué pasaba, a lo que un policía le dijo que no se meta porque el vendedor “les faltaba el respeto”.

   “Le respondo que veo todo lo contrario -continuó-. Me refiero al no permitir su derecho a trabajar para sobrevivir aunque sea extranjero, someterlo físicamente cuando vender gorros no significa peligro para otras personas, y ni hablar la expresión racista despreciando su origen étnico o nacional”.

   Mencionó que, mientras el africano intentaba irse de la situación, una de las personas que lo increpaban le explicó que todo se debía a que no quería pagarle el cánon (por venta ambulante) al concesionario de la playa.

   Cristóbal refirió además que, mientras escalaba el escándalo por la “apretada al pobre inmigrante”, el vendedor recibió un empujón y la pila de gorros que tenía en la cabeza cayó en la arena mojada, lo que -dijo- “generó el fastidio de muchas personas que ya comenzaban a increpar a esto que se comportaba como una patota”.

   “Veraneantes y locales les gritaban que malgastaban su esfuerzo cuando hay otras prioridades de seguridad y otras prioridades en el tránsito, como la falta de control de vehículos en la arena”, señaló.

   Amparado por el airado reclamo de la gente -añadió- finalmente el vendedor pudo escapar.

   “Creo que hay que revisar y rechazar la concesión a privados de la venta ambulante, cuyos trabajadores históricamente eran independientes -reflexionó Cristóbal-. Esta privatización les impone un patrón y una relación laboral ilegal y precaria de extensísimas jornadas a rayo de sol por una miseria. La playa es un espacio público para el disfrute y el descanso, y también es un lugar para muchas personas que necesitan con la mayor dignidad posible trabajar con respeto por un dinero para sobrevivir”.