Verónica Rengelman bajó 60 kilos y el deporte le salvó la vida
Llegó a pesar 155 kilogramos y por su cabeza pasaron los peores pensamientos. El apoyo de su esposo Pablo y una cirugía, además de un gimnasio de pesas, le devolvieron la sonrisa. Hoy tiene el récord bahiense de levantamiento en banco plano.
Por Javier Oscar Schwab / [email protected]
(Nota publicada en la edición impresa)
Verónica Rengelman recuerda, en primera persona, cómo de muy joven se sumió en una profunda depresión que vino acompañada de recurrentes pensamientos de no querer vivir más. En pocas palabras: estuvo cerca de quitarse la vida.
Fueron momentos de angustia y desesperación por una enfermedad genética -obesidad- que la tuvo a maltraer durante muchos años. Hasta que apareció Pablo, su actual pareja, quien la acompañó y la salvó.
"No podía salir por mi propia cuenta, no podía pensar más en mí. Creía que mi vida no tenía ningún sentido, que todo estaba perdido porque sentía cansancio y tristeza", dijo Verónica, quien hoy transita un presente totalmente opuesto, porque se apoyó en el deporte, más precisamente en las pesas, y en una cirugía que la revivió.
"Con Pablo (Rivera) llevábamos tres años como pareja y luego nació Aitana; dos años después nació Amparo y todo se complicó. El poder de convencimiento de Pablo me ayudó en un momento muy crítico", recuerda Verónica, quien llegó a pesar 155 kilogramos y casi no podía caminar".
—¿Por qué, con la llegada de tu segunda hija, todo se complicó?
—Porque casi nos morimos en el parto. Tuve eclampsia, subió la presión y me desmayé. Alcanzaron a sacar a la nena un segundo antes; de lo contrario era el final para ambas.
"Fue parto natural, en el Hospital Italiano, y no me acuerdo más nada".
—¿Cuánto hace de esto?
—15 años. Ahí pesaba 130 kilos, pero luego seguí aumentando ya que seguía comiendo. Por sedentarismo llegué a sufrir depresión posparto, todo empeoraba.
—¿Qué fue lo peor de ese momento?
—Que mi cabeza explotaba. Me levantaba y no podía atarme los cordones. Pasaba las puertas de costado, me sentía inútil.
"Todavía hay modales que no puedo dejar; a las barras de pesas las paso de costado porque pienso que de frente me las choco".
—¿A cuántos métodos recurriste para bajar de peso?
—A todos los que te puedas imaginar. Dietas de todo tipo y color, tomé porquerías medicinales y hasta comí gorgojos para adelgazar.
—¿No bajabas de peso?
—Bajaba, claro..., pero no resistía la tentación. Llegué a adelgazar hasta 30 kilos en un mes y luego me mataba la ansiedad. Todo era psicológico, imposible.
—¿Cómo hacías para subir tan rápido?
—Trabajaba en la cocina de una escuela y cuando salía pasaba por un kiosco cerca de mi casa y compraba 12 alfajores grandotes, de los triples. Me comía 10 y dejaba uno para cada una de mis hijas.
—¿Tus hijas tuvieron problemas de obesidad?
—Lo arrastraron. Mi hija mayor todavía tiene algunos problemas de sobrepeso, aunque lo estamos solucionando con los cambios de hábitos. Ella bajó 16 kilos.
—¿A qué le atribuían tu obesidad?
—A la genética. Toda mi familia es obesa; a mi mamá la operaron del corazón en enero y estuvo muy mal, porque ella es diabética. Mis tíos varones fallecieron por obesidad y enfermos del corazón.
—¿En el peor momento llegó la luz?
—Lo del bypass gástrico no fue sencillo. La operación salió bien, pero empecé con una dieta líquida durante 12 días que resultó terrible y perdí 6 kilos.
"Aprendí a comer de nuevo durante un año de dieta estricta. Del líquido pasás a una papilla y la carne triturada recién a los 6 meses. Comía algo de pescado, algo de pollo en porciones muy chicas; y lo sigo haciendo".
"Tomaba precauciones, porque un exceso te provoca vómitos y un dolor insoportable", contó.
—¿La cirugía te solucionó el problema?
—He visto personas que se operan y vuelven a engordar. La cirugía no es la única solución a tu problema de obesidad. Hay que cambiar la cabeza, seguir cuidándote y hacer ejercicios.
—¿Luego vino el gimnasio?
—Primero entrenaba en casa porque me daba vergüenza. Tenía 28 años, era muy jovencita.
"Recién dos años después de la operación, en 2004, empecé a levantar pesas de a poco. Y es lo único que hice, adelgacé con pesas".
—¿Cuántos kilos bajaste en un año?
—30 kilos. Y desde ese primer año hasta ahora perdí 60. Mi sobrepeso es de 10 kilos, pero no todo es grasa, también tengo una muy buena masa muscular desarrollada.
—Sos multicampeona de la Asociación Bahiense de Pesas, ¿por qué dejaste el año pasado?
—Por los achaques de la edad (risas). Tuve problemas de columna, dos hernias de disco lumbares y todo por consecuencia de...
"Cuando te empezás a mover empiezan a aparecer los problemas físicos, secuelas de lo que fuiste. Con terapia y aceite de cannabis, que me receta un profesional, logré remontar lo de la columna y volví a la competencia.
—¿Compitiendo empezaste a ganar torneos?
—Siempre competí en las categorías pesadas, de 74 a 84 kilos; ahora estoy en +84kg., de las más altas. Primero en Open y luego en Máster. Gané torneos locales, tengo el récord históricos de Bahía Blanca (con 100 kilos) en banco plano y cuatro torneos Argentinos: Neuquén, Bahía Blanca, Santa Rosa (La Pampa) y Bella Vista (Corrientes).
"Mi próxima competencia será el Campeonato Argentino 2019 en Corrientes, organizado por la Federación Argentina de Levantamiento de Pesas".
—¿Cuánto tiempo le dedicás por día?
—Una hora y media, que se extiende a dos cuando se acerca el torneo.
—¿Te queda tiempo para el resto?
—De mañana trabajo de auxiliar en un jardín de infantes, y luego me dedico al taller de costura que tengo en casa. El resto del tiempo es para tareas del hogar.
—¿Cómo es la convivencia con Pablo?
—Genial. Siempre está positivo, me ayuda a mí y a nuestras hijas, que también hacen deporte porque van a patín artístico. La dinámica familiar es así, nadie puede aflojar...
Raúl Herrero (izq), su entrenador, junto a Verónica y Pablo.
De no privarse de comer nada a ser campeona
La gente. "Estaban quienes me decían: 'Él (Pablo) te lleva a todos lados porque no te quiere gorda'. Y yo les contestaba: 'No es que no me quiere gorda, me quiere ver sana...'".
Sin límites. "La ansiedad me mataba. No tenía medida de lo que comía. Cuando uno es gordo no saca la cuenta de nada ni se priva de nada. Mis expectativas de vida eran 2 años más".
Súperobeso. "Es el que tiene un índice de masa corporal de más de 40. En mi caso estaba en más de 47. Así no aguantaba".