Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Así es la obra que modifica la historia sanitaria bahiense

Pondrá punto final a una situación sanitaria de enorme afectación a las aguas del estuario.

   Con cerca de 350 mil habitantes y ya transitadas dos décadas en el siglo XXI, Bahía Blanca puso en marcha su nueva planta depuradora de líquidos cloacales, poniendo punto final a una situación sanitaria de enorme afectación a las aguas del estuario.

   La planta, una de las grandes obras encaradas por la gestión de María Eugenia Vidal, será receptora de los efluentes provenientes de la denominada primera cuenca, que comprende el 75% de las conexiones locales --el centro, las villas y barrios del sudeste--, teniendo capacidad para el tratamiento de de 2.200 m3 por hora.

   Si el acueducto del río Colorado y el embalse del arroyo Napostá son algunas de las propuestas centenarias jamás concretadas, disponer de instalaciones adecuadas para un tratamiento acorde de los desechos cloacales aparecía también como un proyecto utópico. Por su escala y por la envergadura de la inversión. Sin embargo, casi de manera inesperada y sin demasiados anuncios previos, en 2016 la empresa Aguas Bonaerenses SA (ABSA) licitó la obra, comprometiendo el aporte de 1.100 millones de pesos, unos 74 millones de dólares de ese momento.

   Ese año, y con un plazo de ejecución de 840 días, comenzaron las tareas.

El proceso

   El diseño de la planta es de tecnología avanzada, atento a que forma parte de la primera etapa de una propuesta que apunta de reconvertir estos líquidos cloacales para que puedan ser utilizado por las industrias del polo petroquímico en sus procesos industriales.

   Vale decir que los efluentes cloacales --que insumen el 90% del consumo domiciliario de agua-- serán recuperados y reemplazarán el agua industrial que hoy aporta el embalse de Paso de las Piedras.

   La planta dispone, en esta etapa que se pone en operatividad, de dos tratamientos: primario y secundario, a partir de los cuales se obtiene un líquido adecuado para ser vertido al estuario sin generar un impacto ambiental negativo.

   Pero además ya cuenta con parte de las instalaciones, sobre todo civiles, que servirán luego para los tratamientos terciario y cuaternario.

   A pesar de los avatares que atraviesa la economía nacional, desde 2016 a la fecha la obra nunca se detuvo y hasta logró ajustarse al plazo convenido. Si bien la inversión final duplica a la original, nunca puso en riesgo su ejecución.

   La segunda etapa de la planta no está todavía definida en cuanto a fechas ni el posible origen de los fondos para su concreción. Si bien se trata de una obra importante, es de mucha menos inversión que la habilitada ahora.

Los pasos

   Con una somera descripción técnica, la depuradora habilitada realiza su primer tratamiento mediante un desarenado y una trampa de grasas, derivando el líquido tratado a un tanque de ecualización. El tratamiento secundario es biológico, mediante una cámara anaeróbica y reactores, y deriva el material a los sedimentadores, donde el barro --con alta carga orgánica-- se separa del líquido, el cual recibe una última desinfección antes de ser volcado al mar.

   La ubicación de la planta fuera del casco urbano --a 10 kilómetros del centro, sobre la ruta 252--- deriva en que muy pocos tengan conocimiento de su escala. Se trata de un complejo edilicio que sorprende a propios y extraños por su magnitud y que es necesario recorrer para tomar conciencia de su importancia.

   De hecho, es una de las plantas más grandes en su tipo y de las más modernas por la tecnología que dispone para la remoción de nutrientes.

Todo en uno

   Bahía Blanca está dividida en tres cuencas. La primera y la segunda derivan sus efluentes a la nueva planta depuradora, mientras que la tercera lo hace a la inaugurada en 2007 en cercanías del balneario Maldonado.

   Cuando se disponga de los tratamientos terciarios y cuaternario que permitirán  el reúso de los efluentes tratados, todo los efluentes de la tercera cuenca serán también derivados, mediante un acueducto, a la primera para su tratamiento.

Tres historias

   La planta depuradora se ubica entre las obras más importantes realizadas por la provincia en nuestra ciudad. La primera es el complejo de Paso de las Piedras que aporta el agua potable, licitado en 1969 y con una inversión de 35 millones de dólares.

   La segunda es la termoeléctrica Luis Piedra Buena, cotizada en 250 millones de dólares en 1979 y que terminó por hacer tambalear al banco de la Provincia de Buenos Aires que tenía una deuda de 3.200 millones de dólares por la obra.

   El gobernador Eduardo Duhalde, en 1997, estatizó la misma, es decir que la pagamos todos los bonaerenses.

   La planta depuradora inaugurada ayer requirió alrededor de 75 millones de dólares.

La empresa

   Panedile SA, integrante de la UTE que construyó la planta depuradora, tiene una particular relación con nuestra ciudad.

   Fundada por capitales italianos en 1949, su primera obra fue la canalización del arroyo Maldonado y el revestimiento en hormigón de sus paredes y fondo, intervención clave para poner punto final a las inundaciones que provocaban los desbordes del Napostá.

Un hecho histórico

   Para Pablo Petracci, licenciado en Biología y especialista ambiental, la habilitación de la planta depuradora de la primera cuenca conforma "un hecho histórico" y no duda en calificarlo como "un antes y un después" en el cuidado que recibe el estuario.

   "No debemos olvidar que el estuario es un lugar semicerrado, con baja tasa de renovación. Esta obra va a mejorar el impacto sobre la salud humana y los recursos disponibles. Es una de las acciones de mayor impacto jamás realizadas en favor de la ría", manifestó.