Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Horas de definiciones e intrigas

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Si se da por cierto que la procesión va por dentro, serían válidas algunas tenues señales de optimismo en los despachos del macrismo en medio de horas dramáticas por los trazos que dibujarán definitivamente el mapa electoral con la conformación de los frentes que competirán en las urnas, el próximo miércoles, y la definición de las listas de candidatos, el 22 de este mes.

   En el gobierno machacan sobre datos puntuales que les permitirían suponer que los malos augurios de cara a lo que podría ocurrir con las chances electorales del oficialismo, no desconocida hoy por ninguna de aquellas procesiones donde la idea de una reelección asegurada ha sido definitivamente borrada de todas las hojas de ruta, podría dar lugar a una tenue luz al final del túnel.

   Algunas encuestas han modificado sus pronósticos derrotistas de hace un par de semanas y sugieren que Mauricio Macri podría torcer la historia y ganar, aunque sin sobrarle nada, en un eventual balotaje contra los Fernández. Basadas, en línea con la prédica de Durán Barba, en que en el cuarto oscuro los votantes preferirán elegir la decepción que les provoca la gestión de Macri por sobre el miedo que les inspira una vuelta al populismo de Cristina.

   Hay señales de la economía que podrían estar insinuando, no más que eso para algunos analistas sensatos de Cambiemos, que tal vez esta vez es cierto que lo peor ya pasó. Mencionan el récord de solicitud de créditos del ANSES, los aumentos a jubilados y planes sociales que pueden empinar algo el consumo, el éxito que le adjudican al Plan Ahora 12, las rebajas para comprar autos, el buen funcionamiento del Programa Precios Cuidados, que en este caso iría vinculado a otro factor de esperanza: el amesetamiento de la inflación, que en mayo estaría más cerca del 3 por ciento según análisis oficiales y privados.

   Y por supuesto, la calma de la cotización del dólar, a lo que suman casi como regalo del cielo la tardía admisión del Fondo Monetario de haber subestimado la gravedad de la bomba económica que el macrismo recibió de manos de Cristina. Aunque pueda sonar a excusas de la señora Lagarde para justificar su propio fracaso. Como sea, la sensación del fin de la larga recesión empezaría a insinuarse para ellos, justo en la recta final hacia las elecciones.

   Esos raptos de ilusión han chocado sistemáticamente en estos días con el complejo panorama político. En tiempo de descuento para definir frentes y candidaturas, la desesperación del gobierno ha sido tan evidente para manotear aquí o allá, cuando no para pegar giros de 180 grados sin sonrojarse, como pretender reflotar las colectoras bonaerenses que el mismo Macri había borrado mediante un decreto. O endulzar a Sergio Massa para que lleve a María Eugenia Vidal en una presunta lista presidencial del Frente Renovador.

   Macri y su mesa chica estuvieron ansiosos durante la semana para conocer los movimientos de Massa. Los desvelaban la idas y vueltas del tigrense, un equilibrista de la política como pocos en estos tiempos, por sus amagues hacia el cristinismo. Al presidente no le tembló la mano para buscar algún tipo de acuerdo con el hombre al que hasta hace un puñado de días criticaba en todos los tonos. La necesidad suele tener cara de hereje, más cuando las consultoras advertían por esas horas que una alianza entre Cristina y Massa podría liquidar las elecciones directamente en la primera vuelta de octubre.

   Vuelan reproches platenses a Macri y Peña por esa jugada que la gobernadora nunca avaló, pero también por una vieja cuenta nunca saldada, que fue no permitir adelantar las elecciones en la provincia para evitar lo inevitable: la evidencia sobre el salvavidas de plomo que supone para Vidal ir colgada de la candidatura presidencial de Macri. Sin la red de contención de una segunda vuelta, y sin colectoras, si hay que creerle a Massa que cerró cualquier chance de acuerdo, la derrota de Vidal a manos de Kicillof sería por estas horas algo más que un fantasma al acecho en los aposentos presidenciales.

   Aquella desesperación quedó en evidencia con los últimos ensayos de laboratorio. Asumido que sólo con Macri y el "nopasanadismo" peñista no alcanza, podría haber ofertas a Urtubey, Pichetto, Monzó, o el mismo Lavagna, para acompañar a Macri en la fórmula . Se buscaría una pátina peronista, y de darle previsibilidad a los mercados, frente al regreso del supuesto populismo a la venezolana.

   La posible nominación de Ernesto Sanz como vice también es hija de esos apuros.