Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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A los “15”, la fiesta de Rosario se disfruta el doble porque es única

El 20 de junio de 2004 el equipo “francés” ascendió al Argentino A. Punta Alta se vio desbordada por hinchas tricolores.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   Están un poquito más viejos..., pero se ríen y disfrutan como hace 15 años atrás, cuando consumaron el histórico hecho de llevar a Rosario Puerto Belgrano al tercer escalón del fútbol argentino.

   Una hazaña sin precedentes para una ciudad como Punta Alta, que vivió una verdadera fiesta con un gran grupo de jugadores que fue hasta Pirané (Formosa) y logró la hazaña que quedará grabada por siempre en la retina de jugadores, cuerpo técnico y simpatizantes de la casaca francesa.

   A Roberto Canutti, el técnico, Alejandro López Rueda -el creativo- y Martín Fernández (defensor), los años les sumaron algunas arrugas en el rostro, pero no pudieron hacer mella en memorias intactas que se nutren de los mejores recuerdos.

   “Dentro de lo que me dio el fútbol en la parte técnica, ese hecho fue haber logrado lo máximo. Soy fanático de Punta Alta, tengo 70 años y desde que nací estoy acá. Mi padre estuvo toda la vida ligado al fútbol y mi madre fue socia vitalicia, desde el año '57, de Sporting. Imaginar algo así era imposible, y se dio en Pirané, un lugar tan insólito como increíble”, contó Roberto.

“El grupo era bárbaro. Hoy nos seguimos comunicando todos, nos juntamos a comer y recordar lo lindo que fue lo vivido”, señaló López Rueda.

   —¿Qué recuerdan de esa linda experiencia?

   Canutti: —El rival (13 de Junio) era un equipo desconocido, bancado por alguien con mucha plata. Fuimos a la cancha a entrenar, nos asomamos por un paredón que había atrás de un arco y vimos un pantano. Se acercó alguien del club y nos dijo: “Ahí no se asomen, si cae la pelota del otro lado no se hagan problema, la dejan. Ni se les ocurra buscarla”. Nos imaginábamos un lugar lleno de yacarés o cocodrilos (risas).

   López Rueda: —Estaba lesionado, no jugué la primera fase y viajé para los últimos dos partidos a Mar del Plata. Concentraba con (José Luis) Quijano, que era parte del cuerpo técnico, y los choferes. Los lesionados y los chicos que nos acompañaban teníamos permiso para volver más tarde. Y nos habíamos dado una vuelta por el Casino.

   “Cuando llegamos a la habitación, uno de los choferes me dijo que no había podido dormir pensando en cómo iba a jugar yo al otro día. Estaba preocupado, no sabía cómo preguntarle a Canutti qué había pasado. Después se enteró y nos moríamos de la risa".

   Martín Fernández: —El grupo era lo mejor y los viajes diferentes. Me gustaba mucho romper las b... a todos. A los hermanos Temporetti, según Roberto, les dejaba la cabeza como un bombo. Los otros bravos eran Christian Álvarez y el "Ruso" Melinger.

   “¿Una anécdota en Pirané? Habíamos ido a un aserradero de visita y a la vuelta la mayoría se volvió en auto, con la gente de ahí. Pero quedamos Agustín Trotta, 'Pelusa' Martínez, el 'Patón' Soria y yo. No pasaba nadie hasta que apareció un sulky. Juntamos unas monedas y subimos. Tardamos un montón, pero llegamos justo a tiempo para evitar la multa que había fijado Roberto por llegar tarde. Nos estaba esperando... (risas)”.

“Contra Sporting y Santamarina, Roberto cambió la táctica. Me mandó a hacer personal a Sepúlveda y luego a Valverde. Un fenómeno”, dijo Fernández.

   —¿Qué tuvo ese equipo para lograr el ascenso?

   Canutti: —Valoro el grupo, era muy unido. Los grandes supieron llevar a los chicos con disciplina y trabajo, sin importar el horario. Y teníamos un profe fuera de serie, como Marcos Giuliano.

   “Los chicos que venían de Bahía (Beratz, Manganaro, Gamietea, Martínez, Melinger y Nani) se juntaban en la casa de Marcos como en una concentración previa. Eso no se planificaba, salía de ellos. Es el día de hoy que le agradezco a Marcos”.

   “Cada jugador sabía a rajatabla su rol dentro del equipo. Y lo cumplían a rajatabla”.

   López Rueda: —No sabíamos lo que estábamos logrando, nos dimos cuenta con el tiempo. Yo no era de disfrutar demasiado.

   “El equipo se consolidó en Madryn, ante Deportivo, pese a la derrota (1-2). En ese partido hubo adversidades como la roja a Gamietea y un arbitraje lamentable, pero quedamos bien parados, se mostró coraje. El otro que nos superó porque no éramos conscientes de la final que estábamos jugando fue Desamparados de San Juan. Pero en los otros partidos el equipo dio la cara; ante Banfield y Alvarado; Sporting, 13 de Junio y en los que definimos por penales (Alem y Santamarina), donde aparecieron chicos como Zweedyk, que pidió patear un penal diciendo que había pateado un montón cuando nunca lo había hecho, y Christian (Álvarez), que selló la clasificación en Tandil o el Boina (Ramírez) con el golazo en Mar del Plata”.

   Fernández: —Roberto tenía un manejo de grupo que no vi nunca. Permitía el jolgorio, pero de pronto cortaba y decía: “A laburar...”, y todos laburaban.

   “Giuliano nos mataba. Faltaban 2 partidos en la fase de grupos y con Álvarez le decíamos: 'Profe, afloje, para qué vamos a entrenar si no vamos a clasificar'. Después quedó como cábala antes de cada entrenamiento (risas)”.

   “En ese equipo hubo jugadores con un nivel impresionante como Manganaro, 'Pelusa' Martínez, Beratz, 'Pacha' Cardozo, Mansilla, Segovia, 'Pelé' López Rueda y Gamietea. Además los jóvenes te exigían mucho, tenían la dinámica de los equipos actuales”.

   “Cuando nos tocó Sporting ellos venían de ganar la serie 10-2 contra Independiente de Gonzáles Chaves y nosotros habíamos pasado por penales en Coronel Suárez ante Alem de Pringles. Ellos eran favoritos, tenían un buen equipo, pero nosotros confiábamos en nuestras fuerzas y los eliminamos”.

“A Álvarez le rajé una puteada porque no quería patear el penal en Tandil. Después tenía una alegría terrible, me lo agradeció”, contó Canutti.

   —¿Cómo se vivió en Punta Alta?

   Canutti: —Nunca vi nada igual. Llegamos un lunes a la tarde (17:30) después de 26 horas de viaje. La primera parada fue en Chaco, comimos y compramos regalos a unos chicos que iban y venían en bici trayendo arcos y flechas para vender. Los trajimos de regalo y cuando llegamos al puente “Naranja” nos paró la caravana. Nos pasamos a un camión y recién arrancamos una hora más tarde. Al club llegamos recién a las 21:30.

   “Fue impresionante la gente que nos fue a recibir. Lo que generamos con ese ascenso no tiene palabras, la emoción de los hinchas fue lo más lindo de toda esa campaña”.

   “En ese viaje de vuelta no dormí; varios fueron los que no durmieron. Había licencia para festejar, me preparé un baldecito con hielo y una botellita de whisky y me senté al lado del chofer para observar el paisaje. Había dirigentes que no tomaban alcohol, pero ese día les convidé de prepo y los hice dormir, ja ja ja. La verdad que el viaje se hizo mucho más corto”, recordó Canutti.

El camino hacia un hito histórico

   Para ascender al Argentino A, Rosario jugó 18 partidos, con 7 victorias, 4 empates y 7 derrotas. Señaló 25 goles y recibió 23.

   Integró la zona clasificatoria junto a Sporting, Alvarado y Banfield, ambos de Mar del Plata. Clasificó segundo.

   En los cruces eliminatorios, dejó en el camino a Leandro N. Alem de Coronel Pringles, Sporting, Santamarina de Tandil y Deportivo Madryn.

   Perdió con Desamparados de San Juan los dos partidos finales por el ascenso directo y en la Promoción hizo historia frente a 13 de Junio de Pirané.

   A los formoseños les ganó 3-0 como local, el sábado 12 de junio de 2004, y cayó 1-0 de visitante, el domingo 20 junio.  

   El equipo del último partido fue con Manganaro; M. Fernández, Soria (44m. F. Temporetti), Beratz, M. Martínez; Zweedyk, Mansilla, Vallejos, Melinger; López Rueda (78m. S. Ramírez) y Gamietea (82m. Segovia). DT: R. Canutti.