Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El verdadero rival de Cambiemos es el voto castigo

En los seis comicios realizados en lo que va del año, el oficialismo perdió 850 mil sufragios en comparación con 2017.

Archivo La Nueva.

Mariano Buren / elpais@lanueva.com

   851.271 votos

   Es la cantidad que perdió Cambiemos en las seis elecciones provinciales que se realizaron entre marzo y abril de este año, en comparación con los resultados que obtuvo en esos mismos distritos en las legislativas de octubre de 2017.

   En poco más de 500 días, la coalición oficialista dejó en el camino 50.724 votos en Neuquén, 5.424 en San Juan, 100.785 en Río Negro, 51.706 en Chubut, 211.739 en Entre Ríos y 430.893 en Santa Fe. Obtuvo un lejano tercer lugar en cuatro de esos comicios y en ningún caso logró superar la barrera del 30 %.

   Es un desempeño alarmante para cualquier agrupación política del mundo que pretenda continuar cuatro años más en la presidencia de un país.

   La cifra, sin embargo, no puede sorprender demasiado. Coincide con lo que sugieren las encuestas de intención de voto, lo que se comenta en los pasillos del microclima político y lo que se percibe en cualquier diálogo informal.

José Corral salió tercero en las primarias de Santa Fe.

   Hay quienes lo llaman decepción, desgaste o hartazgo. Lo cierto es que se trata de la vuelta del voto castigo, esa forma de amonestación que suelen emplear las sociedades para avisarle a sus gobiernos que hay una disconformidad generalizada con sus políticas, principalmente económicas.

   Le pasó a Raúl Alfonsín en 1987, cuando perdió cinco gobernaciones (entre ellas, la bonaerense) y la mayoría en Diputados, en plena desaceleración del Plan Austral y ante el malestar que despertaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Diez años después la hora del rechazo le llegó a Carlos Menem, cercado por un fuerte deterioro institucional y con los primeros síntomas de agotamiento del Plan de Convertibilidad.

   También le sucedió a Fernando de la Rúa en los comicios de 2001, justo antes del estallido social que lo obligó a renunciar en medio de la mayor crisis económica de la historia, e incluso Cristina Kirchner debió padecer el voto castigo en 2013, cuando sus ambiciones re-reeleccionistas se toparon con la negativa del electorado bonaerense, durante un contexto de estancamiento económico, denuncias por corrupción y desgaste de su estilo confrontativo.

   ¿Es el turno para Mauricio Macri?

En Entre Ríos, Atilio Benedetti quedó 150 mil votos debajo del justicialista Bordet.

   Los resultados de las elecciones provinciales no funcionan como una ciencia exacta, por lo que sus datos no siempre se corresponden con lo que sucede en un comicio de carácter nacional. De todos modos, es imposible negar que muestran las tendencias del humor social.

   En ese sentido es indisimulable que la inflación, el desempleo, la pobreza, el dólar y el riesgo país se asoman detrás de cada nuevo voto opositor.

   Basta con una rápida lectura de todos los antecedentes argentinos de fin de ciclo para comprender que el lánguido desempeño de los candidatos de Cambiemos en estas últimas seis elecciones debería encender, finalmente, todas las luces de alerta en el comando electoral de la Casa Rosada.

   Porque, además, quienes conocen el engranaje de la política sostienen que la lista de derrotas para el oficialismo continuará casi inevitablemente en los próximos dos meses.

Horacio Quiroga apenas superó el 15 % en los comicios neuquinos.

   Los comicios en Córdoba (12 de mayo), La Pampa (19 de mayo), San Juan y Misiones (2 de junio), Entre Ríos, Chubut y Tucumán (9 de junio), Santa Fe, San Luis, Tierra del Fuego y Formosa (16 de junio) parecen un campo minado para todos los candidatos de Cambiemos.

   Los sondeos, sin excepción, los ubican entre el segundo y tercer puesto, siempre por debajo de los postulantes de las distintas facciones del justicialismo.

   Acaso las únicas alegrías electorales para Macri antes de las primarias presidenciales se produzcan el 9 de junio, provenientes desde Jujuy, con Gerardo Morales al frente, y Mendoza, el territorio donde Rodolfo Suárez intentará convertirse en el aspirante a sucesor de Alfredo Cornejo. No sólo parece poco, sino que tampoco hay una certeza absoluta de festejo en ambos escrutinios.

   Ya sin otro argumento que la agitación del temor a un posible regreso del kirchnerismo al poder, Cambiemos avanza hacia las PASO del 11 de agosto con absoluta incertidumbre, por más que intente cubrir cada derrota con los plazos fijos del optimismo.