Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

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Las 5 claves del caso Barragán, a horas del juicio oral y público

Juan Ortiz y Gastón Figueroa tendrán que responder por el homicidio en ocasión de robo de Ramiro.

Juan Ortiz y Gastón Figueroa, por un lado, y la sonrisa eterna de Ramiro, por el otro.

   “Se siente, se siente, Ramiro está presente...”

   El grito de justicia, las marchas multitudinarias y la imagen, conmocionante, de su hermano Ariel con las manos entrelazadas y el llanto desgarrador son difíciles de olvidar. 

   El caso Barragán, como otros homicidios en ocasión de un robo, jalonaron a la sociedad bahiense, harta de que la inseguridad cobre tantas vidas inocentes.  

   Llegó la hora del juicio oral. Dos acusados deberán responder desde mañana por el asesinato que segó la vida de aquel joven de perfil bajo, palabras justas y sonrisa permanente.

   Las 5 claves del caso:   

1 ¿Qué pasó?

   El 31 de julio de 2017, alrededor de las 20, dos delincuentes llegaron en moto hasta el almacén de Líbano y Patricios, propiedad de Ariel Barragán.

   Uno de ellos, con un casco rojo colocado, amenazó al comerciante con una pistola  9 milímetros. En apenas segundos se apoderó de entre 3 mil y 5 mil pesos y se retiró, aunque en la vereda se cruzó con Ramiro Barragán (31) quien, al advertir que su hermano había sido asaltado, intentó retener al ladrón.

   Hubo un forcejeo, la víctima cayó al suelo y el asaltante lo remató de un disparo, como para asegurar el resultado del robo, según la fiscalía.

   Una testigo declaró haber visto cuando el ladrón se sacó de encima a la víctima, la tiró al piso y directamente le disparó.

   La autopsia determinó que Ramiro no presentaba en la herida tatuaje de pólvora o el denominado halo de Fisch, por lo que, se cree, el tiro fue realizado a por lo menos un metro de distancia y no en circunstancia de forcejeo cuerpo a cuerpo.

   El proyectil ingresó por la región lumbar derecha y continuó su trayectoria de abajo hacia arriba, con compromiso de órganos vitales. Barragán fue internado en el Hospital Municipal, aunque al día siguiente falleció.

2 Los acusados 

   Poco después del asalto la policía detuvo a Juan Manuel Ortiz (21), con domicilio en Pacífico al 1100. Se lo señala como autor del disparo mortal.

   En el lugar, posiblemente durante el forcejeo con Ramiro, perdió el DNI y los papeles de la moto, que fueron encontrados por un vecino -esa noche llegó para auxiliar-, que se los entregó al hermano del fallecido. Esa es una de las pruebas que más lo compromete.

   Otros testigos confirman que la moto usada es de su propiedad y tanto el rodado como el casco fueron secuestrados en la casa de la abuela de su novia.

   La policía lo capturó cuando un tío lo llevaba hacia Villa Rosas, sobre las 22, supuestamente para ir a buscar un repuesto de la moto. Ahí dio una identidad falsa. Ortiz fue indagado dos veces y en ambas se mantuvo silencio.

   El otro imputado es Gastón Nicolás Figueroa (28), domiciliado en Bravard al 1600. Tiene importantes antecedentes, en especial por robos a viviendas y, según el archivo de La Nueva., entre 2008 y 2013 se lo vinculó con al menos 7 hechos de ese tipo.

   Figueroa estuvo 3 veces frente al fiscal Mauricio Del Cero y en dos de ellas aseguró ser inocente y dio coartadas. Dijo que a la hora del asalto estaba en una rotisería de 17 de Mayo y Pampa Central, a la que había ido con su hermano a comprar comida.

   Aseguró que no conocía a los hermanos Barragán y pidió un careo con la testigo que lo ubicó en el lugar del hecho. “Yo, si voy a robar con una pistola, por 10 lucas no voy a robar, voy a robar 200 lucas...”, confesó en una de las indagatorias.

   En otro tramo admitió conocer a Ortiz, al decir que “es el novio de la hermana de mi señora”. También sostuvo que lo había visto la noche anterior al homicidio. En la última declaración dio la identidad de una persona y pidió que se investigue su relación con el caso.

3 Calificación legal

   Será decisivo en el juicio. Según la fiscalía, las pruebas alcanzan para sentenciar a los dos acusados.

   Creen que Ortiz (ejecutor) debe ser condenado por homicidio doblemente agravado criminis causa (ocultar el robo) y por el uso de armas en concurso real con robo calificado y Figueroa, como partícipe primario de los mismos delitos.

   La defensa de Ortiz no cuestionó durante el proceso la calificación, aunque sí lo hizo la de Figueroa, que negó su participación y, en todo caso, no acepta el encuadre más grave.

   Al dictar la prisión preventiva, la jueza Gilda Stemphelet consideró a Figueroa autor de robo agravado como participe primario (una imputación menos pesada).

   Para la acusación, la intervención de Figueroa fue, como mínimo, por homicidio en ocasión de robo. Cree que no se ajustó solo al asalto, sino que distribuyó roles con Ortiz.

   En principio, solo el acompañante de la moto iba con casco (es el que bajó a robar); la moto, que algunos testigos la ubican previamente con patente, esa noche estaba sin el “chapín” trasero y además ofició de “campana” y supuestamente observó el momento del disparo, con lo cual prestó un aporte fundamental en la fuga para asegurar el resultado.

   Por otra parte, Figueroa planteó diferentes coartadas para despistar, como por ejemplo que a esa hora estaba comprando un pollo en una rotisería, lo cual no pudo ser acreditado. 

4 Posibles penas

   En caso de ser condenado, Ortiz no podría recibir una pena distinta a la prisión perpetua.

   En el caso de Figueroa, siempre que sea sentenciado, podría cargar con hasta 20 años de prisión (robo calificado con arma de fuego); hasta 25 años (homicidio en ocasión de robo) y la misma sanción que Ortiz si el tribunal sostiene idéntica acusación que el fiscal y el representante del particular damnificado.

   De ser prisión perpetua, tendrían que pasar mínimamente 35 años entre rejas.

   Hay un dato adicional: por apenas 6 días los dos evitarían una sanción más dura. Es que a la semana siguiente del hecho entró en vigencia una reforma al Código Penal para impedir libertades anticipadas por delitos graves.

   Como la ley no es retroactiva, abarca a hechos cometidos después de su entrada en vigencia, que no se dio una vez publicada en el Boletín Oficial (fue el 28 de julio de 2017, es decir antes del hecho), sino 8 días después, el domingo 6 de agosto.

   Entre los delitos alcanzados por la reforma figuran homicidios calificados, homicidios en ocasión de robo, robos con armas, muchos de los delitos sexuales y trata de personas, secuestro seguido de muerte, comercialización de drogas y contrabando bajo una organización, entre otros.

   Al aplicarse la ley más benigna, y en el caso de recibir prisión perpetua, el condenado debe pasar al menos 35 años preso.

5 Causas conexas

   Hay dos. Una tiene que ver con el arma usada en el hecho, que le habían robado en junio a la mujer policía Stella Maris Rocha.

   Esta situación generó revuelo porque los investigadores tenían sospechas que la pistola Bersa Mini Thunder podía estar en la casa del “Gordo” Mauro Costa (suegro de Ortiz), aunque la fiscal Olga Herro no otorgó el allanamiento porque no había elementos de prueba para sostener esa hipótesis, sino solo una llamada anónima.

   Luego del crimen de Ramiro Barragán, el arma fue encontrada en el domicilio de Costa, en Juan Molina 1940, adonde la DDI había pedido allanar días antes.

   El abogado Dámaso Larraburu, a pedido de la familia de Ramiro, seguramente hará algún planteo en el juicio para marcar esta deficiencia, más allá de que para la fecha del pedido de allanamiento denegado nadie podía suponer lo que iba pasar en Líbano y Patricios.

   La otra causa tiene que ver con el supuesto encubrimiento de Costa, por haber proporcionado el arma para el asalto fatal y luego intentar ocultarla en su casa.

   Esa posición la sostiene la fiscalía aunque para la justicia no existe convicción de que “El Gordo” sabía que ocultaron la pistola en su casa. Costa, igualmente, está detenido desde agosto del año pasado por otra causa: venta de droga al menudeo.

Expectativas y sensaciones de comerciantes del sector

   “Lo único que espero es que se haga justicia como corresponde, Si te digo la verdad, no confío mucho en la Justicia, aunque esperamos que esta vez se actúe de buena manera. Tenía poco contacto, pero conocía a Ramiro y habíamos charlado alguna que otra vez. Estoy hace más de 20 años acá y no he tenido problemas con la inseguridad. Desde el hecho pasan más móviles, aunque en los 23 años que llevó acá nunca me robaron” (Claudio, propietario de una despensa ubicada en Juan Molina y Líbano).

 

“Sinceramente no cambió mucho desde lo que pasó. Nosotros estamos hace tiempo acá y al ser una avenida hay movimiento y es difícil que sucedan robos de ese tipo. En 20 años nunca me robaron. A Ramiro lo conocía de vista, pero no tenía trato con él. ¿Si confío en la Justicia?, digamos que sí, pero en esto está bastante claro lo que pasó y los jueces no tienen mucho que definir. Espero que paguen” (Marcelo, dueño de una venta de alimentos para animales en Juan Molina y Don Bosco).

“Enfrente siempre hay un móvil policial, por lo que acá es más tranquilo y difícil que sucedan esos tipos de robos. A Ramiro no lo conocía, pero sí a su hermano Ariel, porque venía seguido a comprar acá. De todos modos, que le suceda algo así a cualquier persona ya es un dolor muy grande. Esperamos que haya Justicia; hay que creer porque sino es un problema. Lo importante es llegar al fondo del caso” (Nelson, empleado de la pinturería ubicada en Juan Molina y Don Bosco).

“Conocía a Ramiro, porque es del barrio y su familia es muy conocida acá. Espero que se haga Justicia, tenemos confianza, pero siempre hay dudas. No cambió mucho la seguridad del barrio. Siempre anda gente rara y, si bien hay patrulleros, no creo mucho porque a veces los ves charlando con los mismos que roban. Eso da desconfianza. Abrí en febrero y enseguida me intentaron robar. Tengo miedo, pero hay trabajar para sobrevivir” (Brenda, dueña de un almacén de la calle Patricios).