Un bahiense será miembro de la Academia de Ingeniería más importante del mundo
El doctor Esteban Brignole es el primer argentino residente fuera de Estados Unidos que recibe este reconocimiento.
Maximiliano Allica / [email protected]
Todavía está conmocionado el doctor en ingeniería química Esteban Brignole. El mail de la Academia de Ingeniería de los Estados Unidos lo sorprendió descansando, en Monte Hermoso.
“Es impactante recibir una distinción así cuando uno ya no la espera”, dice este bahiense de 78 años, cuya trayectoria está vinculada al desarrollo petroquímico local y a la formación de profesionales en nuestra ciudad, el país y otras partes del mundo.
Ayer se enteró que en octubre lo esperan en Washington para formalizar su designación como miembro extranjero de la Academia, la institución más prestigiosa del planeta en su tipo.
Dueño de una extensísima trayectoria y ganador de premios nacionales como el Konex y el Bernardo Houssay, es el primer argentino que no reside en Norteamérica en recibir este nombramiento.
Brignole formó parte de la génesis del Plapiqui y asegura que este llamado es el resultado de un trabajo en equipo que lleva 55 años.
“Si bien dejé la faz directiva hace unos 30 años, uno trata de seguir impulsando ciertas ideas, relacionadas con la calidad académica y la investigación”, comenta.
Entre sus contribuciones figura la creación del primer posgrado de ingenierías del país, compartido entre Bahía Blanca y Santa Fe, en 1979.
Tenía experiencia en el campo. “Parte de mi formación fue en el Instituto Tecnológico de Massachusets, a fines de los 60, cuando llegué como investigador invitado. Después tuve la oportunidad de conducir un programa de la ONU sobre educación y muchos de los profesionales capacitados en aquel momento hoy son investigadores activos. Supongo que parte de esa gente habrá impulsado mi nominación”.
En Bahía trabajó en forma intensa para mejorar la calidad de los profesionales.
“Cuando se inició el polo petroquímico uno podía contratar a un tractorista o un sembrador, pero un operador de planta era muy difícil. Había poca experiencia. Tuvimos que trabajar mucho”.
Esa tarea se consolidó en los 80 con el Programa de Investigación y Desarrollo del Complejo Petroquímico (Pidcop), que luego sería citado como antecedente para la ley de innovación tecnológica de 1991, que promueve la vinculación público-privada.
Aquí con el doctor Pedro Julián (a la derecha de Brignole) cuando recibieron el premio Bernardo Houssay.
La sustentabilidad como eje
--En Argentina es habitual escuchar que hacen falta más ingenieros. ¿Es así?
--Es cierto. A mí me sorprenden algunas situaciones. En nuestro programa de posgrado damos becas e incentivos, pero tenemos una fuerte competencia del sector privado que rápidamente toma a muchos profesionales apenas se reciben. De todos modos, creo que nuestro país está trabajando para promover la ingeniería, el Conicet hace esfuerzos en ese sentido.
--Un aspecto que se resalta en su trayectoria es el énfasis en la sustentabilidad.
--Siempre fue un interés de nuestro instituto. Argentina tiene una gran posibilidad en diferentes campos, como los biocombustibles. Un caso es la posibilidad de recuperar aceites y grasas, abundantes en el país, que no tienen valor comercial. Otro tema al que me dediqué fue al alcohol, como proceso. Desarrollé una tecnología que utiliza propano y produce la deshidratación y recuperación de alcoholes con muy bajo consumo energético.
--¿Y en cuanto al Polo?
--El uso de etano y metano, que son materias primas limpias, le da sustentabilidad al complejo. No se crackean naftas que podrían producir mayor daño en el ambiente. Desde el punto de vista energético, el uso del metano es muy bueno, aunque no el ideal, porque esto último sería el viento que no libera dióxido de carbono.
--Hoy la vedette es Vaca Muerta y mucho se habla del impacto que tendrá en el complejo petroquímico bahiense. ¿Cuál es su mirada?
--Ya a fines de los 60 Bahía era considerada el centro de gravedad argentino en términos de materia de prima gas. La geografía además nos da un puerto magnífico, un lugar privilegiado para instalar un polo petroquímico. Veo un futuro muy promisorio, por supuesto.