Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

Caso Rotili: culpable para la ley, pero no para las víctimas

Cuáles son las pruebas que tuvo en cuenta la justicia, en 2007, para condenar al hombre  por el supuesto abuso sexual de sus hijas que ahora, con el correr de los años, lo niegan.

Los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 1 fueron quienes a fines de agosto de 2007 sentenciaron al acusado, quien no se presentó a escuchar el veredicto. (Archivo-La Nueva.)

   El relato en Facebook de Mariana y María Paz Rotili impactó a todos. 
   Las dos jóvenes aseguraron haber sido manipuladas por su madre, cuando tenían 6 y 3 años, para denunciar a su padre por abuso sexual y lograr así una condena.
   En 2007, Ceferino Rotili recibió 6 años de prisión por los hechos que se habrían registrado en 2001, pero como llegó libre al juicio viajó a Chile y se mantuvo prófugo, aunque hoy está virtualmente desligado, por prescripción de la acción penal.
   Sin embargo, una cosa es circular libremente pero con la mochila de una acusación tan grave y otra es ser visto como inocente a partir del cambio de postura de las víctimas. Y nada menos que sus hijas.  
   Maru y Mery contaron de qué manera, con el correr de los años, se convencieron de que su papá era inocente y retomaron el contacto con él. Ambas aseguraron haber logrado una paz interior como nunca antes.
   No obstante, el fallo dictado el 31 de agosto de 2007, por el Tribunal en lo Criminal Nº 1, aludía a que “en pocos casos” como este existían pruebas que sostenían la autoría “sin ninguna duda”.
   El fallo lo firmó el exjuez Enrique Montironi, con la adhesión de sus pares María Eloísa Errea (también jubilada) y Roberto Mora (hoy en el fuero Contencioso).
   ¿Cuáles son las pruebas? Las declaraciones de las menores, la denuncia de su madre y especialmente los informes de 4 psicólogas y un asistente social.
   Mónica Galar, por ejemplo, entrevistó varias veces a Mariana cuando ya tenía 12 años o más y dijo que presentaba un “alarmante” estado emocional.  “No se puede inventar nunca lo que le contaba. Demostró que no fabulaba”.

El fallo del Tribunal en lo Criminal Nº 1 fue unánime. La condena a Ceferino Rotili, a 6 años de prisión, fue por abuso sexual agravado reiterado.

   Diagnósticos con juguetes específicos y tests proyectivos la llevaron a esa conclusión, dijo en el debate.
   “No se puede mantener en el tiempo un relato inventado”, amplió la psicóloga, con  vasta trayectoria.
   Sus dichos fueron ratificados por el perito oficial Julio Tapia, para quien “no fueron inducidas por terceros”. 
   “En las entrevistas, la madre no reflejaba que les implantara datos o relatos a sus hijas; muy por el contrario, le costaba  interpretar que 'esto había pasado'”, sostuvo.
   Graciela Wagner, otra psicóloga infantil de gran experiencia, asistió dos años a la más chica.
   Estableció que “por los dichos de las niñas y su experiencia profesional, habían sido objeto de abuso y presumiblemente por su padre”.
   “Lo narrado por las niñas no pudo ser inducido por ningún adulto”, aseguró.
   Marta Craichik, en tanto, entrevistó varias veces a la madre y denunciante, Flavia Poinsot, y aseguró que “no le quedan dudas de su veracidad” por el clima emocional que transmitía. “No tiene indicios de psicopatía ni perversión”.
   El asistente social Néstor Alende, de la fiscalía departamental, entrevistó a Poinsot en 2002, por un cuadro de violencia familiar, y también notó un relato creíble.
   “La numerosa prueba de cargo, por su cantidad y calidad, hace incuestionable la acreditación de la materialidad delictiva”, aseguró el tribunal al dictar la condena.

“Nadie va a remendar todo el dolor”

   En los últimos días tomó estado público un posteo realizado en Facebook por las dos hijas de Rotili, en el que señalan que fueron inducidas para acusar a su padre.
   “No es necesario entrar en los detalles, simplemente decir que en ese momento fuimos manipuladas y no sabíamos ni entendíamos qué estaba pasando”, mencionan en el texto.
   Agregan que “nadie va a remendar todo el dolor, toda la angustia, sobre todo de él que durante 12 años tuvo que vivir escondiéndose. Nos queda reconstruir nuestra vida e intentar recuperar todos estos años perdidos ”. 
   Días atrás, en declaraciones al programa que conduce el periodista capitalino Paulino Rodríguez, Mariana Rotili comentó que “cuando me casé pasaron muchas cosas en mi familia, entonces me di cuenta que algo no andaba bien y empecé a buscar la verdad ”.
   Dijo que previo al debate, su madre les hacía repetir “todo lo que teníamos que decir en el juicio ”.
   Señaló que por entonces en su casa se vivía “un ambiente bastante violento ”.
   Mencionó que tiene intenciones de realizar alguna aclaración ante la justicia para ver si se puede invalidar la condena.
   “Hay mucha gente que creía en la inocencia de mi padre ”, agregó.
   Finalmente, explicó que en diciembre del año pasado recuperó el contacto con su progenitor, aunque aún no se pudieron encontrar.

La defensa y la teoría de la “parentomía” de Richard Gartner

   Para el defensor de Rotili, Rubén Diskin, no había elementos de prueba para acreditar el delito.
   En su alegato aludió al psicólogo y autor Richard Gartner, quien usa el término “parentomía” para definir que existen “madres que se convencen de que el padre era un perverso”, el llamado síndrome de alienación parental.
   Opinaba Diskin que, además en este caso, los profesionales que intervinieron tenían "una convicción ideológica” que robustecía la posición de la madre.
   “El origen radica en el funcionamiento de la mente de la madre”, agregó Diskin.
   Rotili, al declarar, negó los cargos y dijo que "mi peor pecado es haber engañado" a su exmujer. 

Postura desestimada

   Dos peritos pusieron reparos en la carta de una de las víctimas
   Las psicólogas Adela Siebzehner y María Angos consideraron que la carta escrita por una de las víctimas para contar los hechos, "no fue espontánea sino inducida".
   Las profesionales, que fueron presentadas por la defensa de Rotili en el juicio, coincidieron en que el escrito "no tenía lenguaje de una menor de 12 años".
   La justicia desacreditó esa posición porque ninguna se entrevistó con la menor y solo hicieron una lectura de la carta.