Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La historia de la montehermoseña que encuentra la paz en las aguas heladas

“Cuando me meto al mar vivo un momento de intimidad. Ahí no existen fronteras”, dice Daiana Farrer. Entrena tres veces por día (ahora está en Ushuaia) para las competencias de este invierno europeo, pero la pasión va por otro lado.

Encuentro de Nadadores de Aguas Frías en Junín de los Andes, en el lago Huechulafquen, en este agosto. El agua se encontraba a 5ºC. / Fotos: Gentileza familia Daiana Farrer y Luis Sosa

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “Fue un click en la última carrera del año pasado, en el Beagle. El agua estaba a 3,8 grados y teníamos 6ºC bajo cero afuera. Nos fuimos cinco días antes para aclimatarnos y, en la previa, entrar al canal ya fue un placer, no teníamos la presión del tiempo y demás. Eso no me sucedió tres días después, en la faz competitiva.

   “En la prueba vas concentrada en las boyas, en las olas que te golpean, en el frío, en las algas... y se te pasa todo. Ahí me di cuenta de que el frío no tenía mucho que ver con lo competitivo, sino con la cuestión de disfrutar y de saber que uno está rompiendo paradigmas. Tiene que ver con la experiencia y con la conexión real con el agua, sea mar, río o lago.

   “Hasta mis padres han cambiado la manera de pensar; más de una vez me hablaban del frío y sus consecuencias y ya no lo hacen. Hay que romper una estructura de pensamiento y eso lo demuestro cada vez que ingreso al agua”.

   El relato de Daiana Farrer, montehermoseña de 33 años, cuando se preparaba para una exigente prueba del Campeonato Argentino de Aguas Frías en el Canal de Beagle, en agosto de 2018, donde fue subcampeona en la prueba de 1.000 metros, describe su espíritu y explica una transformación diferente en esta relación.

   “¿Por qué aguas abiertas? Cada vez que me meto al mar es un momento de mucha intimidad; conmigo y con el medio, porque no existen las fronteras y me siento libre y en paz”, asegura.

   “¿Por qué aguas heladas? El frío te exige estar muy atento de vos, de las sensaciones y del agua. Siento que me meto a nadar en seda, por decirlo de algún modo. Te lleva a ser conciente del momento que estás viviendo”, define.

La salida del Canal de Beagle, en octubre de 2018. Carrera sin neoprene con 3,8ºC de temperatura del agua y —6ºC.

   “Además, el mar de invierno es absolutamente distinto al de verano. Está planchado y es una pileta; en verano, en cambio, se pone más ventoso y cambiante. Cuando entro a nadar en Monte Hermoso tengo toda la playa para mí. Eso disfruto: es un ceremonial en un marco natural increíble”, asegura.

El equipo organizador del encuentro NAF en Monte Hermoso: Bernardo Feliú (izq.), Ailén Lascano Micaz, Pablo Di Gerónimo, Gabriel Lucero, Verónica Lomban, Daiana Farrer, Sergio Rosemblat, Martín Ezcurdia y Ana Mondon, en mayo de este año.

   “¿Cuál es el umbral de resistencia al frío? Más allá de lo físico, tiene que ver con el placer. Desde el momento en que me siento incómoda con el cuerpo, se tensan los músculos y se ponen rígidas las manos, o no pude acomodar la respiración, ahí ya está; cumplí y decido salir del agua", expresa.

El cráter Corona Del Inca, en La Rioja, en febrero de 2018. El lugar está a 5.400 m.s.n.m y el agua a 3°C.

   “Hay señales físicas que el cuerpo nos manda como para decir: hasta acá llegaste hoy. Hipotermia sufrimos todos. Uno se adapta y va incrementando la resistencia al frío, pero más tarde o más temprano entrás en hipotermia. Cada uno tiene sus propios límites. Ahí tiene que ver cómo dormiste, si estás concentrado o no y hasta con lo que comiste la noche anterior. Eso es lo enriquecedor de la actividad, porque implica un conocimiento muy profundo de respeto hacia uno mismo”.

 “Cuando vas a nadar a los lagos del sur, con semejante marco, parece que el tiempo se detuviera. Es una imagen slow smotion; es impagable”.

   “¿Psicología? Permanentemente, porque llega un punto en que, y eso también te lo da el entrenamiento, repasás que durante el invierno entraste todos los días al mar. No importaba si llovía, si había viento sur o si estaba lindo o no”, dice.

Lago Huechulafquen, en agosto de este año, con el agua a 5ºC.

   “Al principio exponés el cuerpo a una situación de peligro y estrés importantes, porque todos los mecanismos empiezan a funcionar, desde la temperatura; o el sistema simpático-parasimpático, que tiene que funcionar para que, cuando hacés la primera inmersión, no se te dispare el corazón; o la respiración, por la taquicardia, porque el frío genera una contracción muscular, como un susto. Es decir, todo se entrena a medida que vamos entrando al agua, el cerebro va captando que no pasa nada y ahí sabés cómo te vas a sentir y cómo tenés que reaccionar”, asevera.

   “Hace tres años que no me enfermo. Muchos me dicen que todos mis problemas los mando al mar. Y creo que es verdad; esto me resetea (sic)”, sonríe.

El inicio de la historia

   Daiana es una capricorniana que nació el 3 de enero de 1986. Egresó de la secundaria en Monte Hermoso y desde entonces residió en Bahía Blanca hasta 2014, no sin antes recibirse —en octubre de 2012— como licenciada en Administración de Empresas en la UNS.

   “Volví a Monte Hermoso para integrarme a la empresa familiar (NdR: corralón de materiales). Y me fue bastante difícil, porque como me fui a los 17 años, a mis amistades las hice de adulta y me quedaron en Bahía Blanca”, admite.

Silvina Sánchez (izq.), de redes sociales; Daiana; sus padres José Farrer y Sandra Fernández, Cecilia Ercoli y su hijo Germán Helfrich.

   “Me costó la inserción en la comunidad y por eso elegí un deporte que no me generara una obligación, sino que me gustara. Hacía poco que se había inaugurado el natatorio y ahí fui. Mi primer profesor de natación fue Luis Sosa, quien hoy me entrena y, de golpe, un día se me dio por hacer aguas abiertas. Fue en enero de 2015, en Monte. No tenía experiencia en lo competitivo, aunque en la pileta había comenzado a hacer los masters de la ADASBA”, relata.

Daiana y Juan Cruz Farrer, hermanos.

   “Siempre me gustó ir un poco más allá. Con el mar tengo una relación de amor especial y por eso me llamó más la atención el tema de las aguas abiertas. En 2016 vino una gente de Buenos Aires a dar una clínica de aguas abiertas y frías, junto con los tiburones de Bahía Blanca, de la mano de Bernardo Feliú y Sergio Rosemblat. Era salir de la zona de confort, pero estaba dispuesta a hacerlo. De hecho, nunca me había puesto un traje de neoprene”, recuerda.

El entrenamiento diario

   Farrer recuerda que, desde siempre, ha estado vinculada al mar.

La inmensidad del mar, el lugar en el mundo de Daiana Farrer.

   Su padre José y su madre Sandra fueron los estímulos, y en el último tiempo sumó un equipo de trabajo multisectorial para afrontar el calendario de pruebas del invierno europeo. Entre ellos está su instructor de natación Luis Sosa; el preparador físico Sebastián Varela; la nutricionista, Idina Coria Steel,de la UNS; la community manager Silvina Sánchez; la coaching Raquel Goenaga y hasta su hermano Juan Cruz Farrer.

Hay equipo: Sebastián Varela (izq.), Daiana Farrer, Mónica Cambiaso y Luis Sosa. Todos juntos para la preparación.

   “A principios de año agendamos hacer la experiencia en el invierno europeo y lo que hice con Luis (Sosa) fue acortar los tiempos de pileta para poder transferirlos al mar. Aunque siempre prefiero el mar, el tiempo de resistencia se traslada a pileta”, explica.

Salida del entrenamiento en aguas montehermoseñas. Y junto a su inseparable perra Mora.

    “Tengo entre dos y tres entrenamientos diarios: uno en natación y otro en la faz física, con Sebastián Varela. Hace más de 2 años estoy con él para este objetivo y entreno la adaptación al frío, ya sea con duchas frías y metiéndome en piletas con hielo para bajar la temperatura del agua, ya que ahora el mar está arriba de los 14 grados. O hago nados largos, de una hora o una hora y media. Y los fines de semana se los dedico al mar”, detalla Daiana.

   Actualmente, la deportista montehermoseña se encuentra en Ushuaia, en la zona del Canal de Beagle, preparándose para las copas mundiales del invierno europeo.¿La razón? El agua está por debajo de los 5 grados.

Los torneos internacionales

   Las fechas de competencias —de la IWSA y de la IISA— serán del 4 al 6 de enero venideros en Alemania; del 3 al 9 de febrero, en Eslovenia y, en Suecia, del 14 al 19 del mismo mes. En el medio hay una competencia en Polonia (el 22 de febrero), por fuera de los circuitos. Entre el 7 y el 11 de enero también hay pruebas en China (Jinan y Taierzhuang).

Lago Hermoso, en el Camino de los Siete Lagos. La temperatura del agua era de 5°C; afuera estaba bajo cero.

   “Mi mayor entusiasmo, y no por desmerecer la faz competitiva, es que voy a tener la posibilidad de estar en los campamentos con nadadores mucho más experimentados, sobre todo en frío y en adaptación, además de una cultura por vivir en un lugar con 20ºC bajo cero y cero grado en el agua”, indica.

   Farrer viajará sola hacia Europa y allá prevé encontrarse con otras nadadoras argentinas, como las destacadas Aylén Lascano Micás, de Viedma y Victoria Mori, quien en octubre de 2018 quedó primera en los 1.000 metros de la Antártida.

La salida del Canal de Beagle, en octubre de 2018. Carrera sin neoprene con 3,8ºC de temperatura del agua y —6ºC.

   “Desde la Argentina se hace difícil reunir los fondos para poder competir afuera. Es un tema que más de una vez nos saca del ritmo de entrenamiento”, dice Daiana.

   Aún así, su sueño es poder nadar en el Polo Artico: “Podría ir mediante una de las dos asociaciones internacionales. Te piden que hayas cumplimentado una milla de hielo (1,7 kilómetros) por debajo de los 5 grados. Además, hay que estar los 7 días en el barco y sólo esa movida cuesta, por lo menos, unos 6.000 dólares, sin contar pasaje, alojamiento y la estadía. Bueno, es eso: un sueño”, dice Daiana. Y vuelve a sonreir.