Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Peña pierde poder...

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Se terminaron los "defensores del cambio", una legión rentada de unos trescientos activos militantes del macrismo más puro que bombardeaban con mensajes "proactivos" sobre la gestión del gobierno y más acá en el tiempo durante la campaña electoral. La hecatombe de las PASO y la percepción que cada vez recolecta más adeptos en cuanto a que no hay demasiadas chances de dar vuelta la historia en octubre, y repentinos recortes presupuestarios en las partidas para pagar personal que no es de planta estatal, hicieron el resto.

   Lo que nadie dice en público y el temas se cuchichea en voz baja en los pasillos de la Casa Rosada es que el fin de los "defensores" es una muestra más, pero no la menos significativa, de la pérdida de poder que ha venido experimentando Marco Peña desde aquella derrota en las primarias del 11 de agosto.

   Las oficinas de la calle Balcarce al 400, donde habitualmente se reunían los jóvenes del peñismo para preparar y enviar a las redes sus andanadas de optimismo, se están quedando vacías desde hace un par de semanas, a la par de la salida del primerísimo lugar de la escena del Jefe de Gabinete y otrora poderoso brazo derecho del presidente Macri.

   El punto de partida de esa lenta pero sostenida pérdida de poder de Peña, si habría que ubicarla en el tiempo, se produjo luego de la derrota de agosto y hay quienes se la atribuyen al senador peronista y candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, unos días después del desastre electoral.

   "Menos Big Data y más política, más gente en los barrios y menos militantes en las oficinas", dicen que se le escuchó decir una tarde al rionegrino delante de Macri. En esa ocasión, recuerda ahora uno de los funcionarios políticos que accedió al dato, y que nunca aprobó el fanatismo entusiasta del Jefe de Gabinete y de lo que se conoce como "el peñismo de paladar negro", el presidente calló, en un claro gesto de asentimiento.

   De hecho, en los días que siguieron se hizo cada vez más palpable el paso a segundo plano de Peña en materia de planeamiento de la campaña hacia octubre, y del armado mismo del discurso, a favor de otros actores que subieron a escena como el propio Pichetto, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, su colega de Seguridad, Patricia Bullrich, y hasta la mismísima Elisa Carrió, que si reconoce que las cosas son como las plantea Pichetto, jamás lo dirá en público. "Lilita siempre mimó a Marcos, aún en las malas, pero no esperen de ella una sola palabra en su contra", completan el cuadro fuentes gubernamentales.

   Peña no habría compartido por caso la nueva estrategia política que rodea a Macri respecto de cómo pararse frente al avance arrollador del candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, que era uno de los blancos preferidos de los "defensores" hasta que llegó el momento del necesario repliegue de las redes en consonancia con el lanzamiento de la campaña del "Sí se puede" que en modo caravana se inició el pasado fin de semana en las Barrancas de Belgrano.

   Esa estrategia desesperada para torcer la historia, aprobada por Macri y se insiste que bajo la mirada crítica de su alter ego, definió que el candidato del Frente de Todos será objeto de pulseadas mediáticas y de campaña sólo a través de una lista de dirigentes y no por vía del Big Data. Además de aquellos ministros y de Pichetto, el presidente incorporó a esa fuerza de choque discursivo contra Fernández al radical Mario Negri y al peronista Emilio Monzó, aunque la lista de legisladores que pueden subirse a la pelea callejera es más amplia. No figuró allí, ni figura, el Jefe de Gabinete.

   A Peña, dicen algunos confidentes aunque no estarían entregando ninguna novedad, le están haciendo pagar sus errores previos a las PASO, cuando bajaba línea sobre un triunfo de Juntos por el Cambio que solo figuraba en sus papeles, mientras buscaba machacar con la idea del "voto susto" para mantener en alto los alicaídos ánimos de sus seguidores. Hasta su ahora antológico "hemos hecho una muy buena elección", de aquella tarde del 11 de agosto en el bunker de Costa Salguero.