Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Entraderas: cómo la vida te puede cambiar en apenas 30 minutos

 Leonardo Bustos Funes contó detalles del asalto comando que sufrió junto a sus hijos de 3 y 11 años. El efecto psicológico.

Leonardo Bustos Funes señala el lugar donde se inició el robo. Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

   La inseguridad, como sensación, parece estar definitivamente instalada entre los vecinos, más allá de los cambios que sufran las estadísticas delictivas. Deja en superficie una muestra de descomposición social que se observa como difícil de modificar.

   Lo que sucede hoy -un verdadero mal endémico que afecta a todo bahiense de buena voluntad sin distinción de naturaleza- también parece ser un clásico vigente, al que el ciudadano común debe adaptarse, encarcelándose en su propia casa, sin que ni siquiera eso le permita estar a salvo.

   Obviamente, las características de los robos son variadas, porque también lo son los lugares donde se cometen. Y, habitualmente, en los cometidos en barrios residenciales, como por ejemplo el Patagonia, la resonancia pública es mayor.

   “Robos hubo siempre”, dijo una vecina del sector a la que hace 20 años, cuando recién se había mudado, le entraron en su casa. 

   Pero los últimos hechos se vieron agravados por la violencia psicológica que impusieron los asaltantes.

   Tanto en el Patagonia como en el barrio Molina Campos se produjeron al menos 5 asaltos tipo comando en menos de un año.

   “Nos ataron y el chiquito (en referencia a su hijo de 3 años) lloraba. Primero nos tuvieron ahí (por la amplia sala de estar) y luego nos llevaron a una habitación, y nos pusieron mirando hacia la ventana del fondo, tapados con una cobija y al nene de 11 y a mí nos ataron de manos y pies, con los brazos atrás”, relató Leonardo Bustos Funes, propietario de la vivienda de Yepún 553, el último en esa zona en sufrir un robo tipo comando, a cargo de 3 delincuentes.

   “Estaban encapuchados, armados con pistolas 9mm., guantes y ropa negra; nada de jean. Los vi 'reduros' y me decían que yo era del mismo palo, porque estoy todo tatuado”, dijo el comerciante, quien rompió el silencio ante La Nueva. para contar detalles del hecho que se registró el último lunes a la noche.

   Bustos Funes fue sorpendido por los ladrones cuando salió para cambiar de lugar el grifo de riego del jardín.

   “Habíamos terminado de cenar y levantado todo para lavar y cuando salgo aparecieron de la cochera, que es techada pero abierta” y ubicada sobre un lateral, a menos de 3 metros de la puerta de acceso a la vivienda”.

   Leonardo -hace 7 meses que vive en esa casa- compartía una cena con dos de sus hijos. 

   “Menos mal que el de 17 no estaba, porque no sé cómo hubiera reaccionado. Yo me separé y encontré acá mi lugar en el mundo, pero ahora no sé qué voy a hacer”, comentó.

"'Dónde están los dólares'"

   Luego de permanecer en el lugar por espacio de “media hora, pero que para mí fue una vida”, Leonardo comenta que los delincuentes se llevaron dos televisores, de 42 y 70 pulgadas, una playStation4 y joyas, además, de unos 20 mil pesos y su Audi A3, que apareció abandonado poco después, sin faltantes “y hasta con el control automático de apertura del portón”.

De la pared que señala la víctima sustrajeron la pantalla de 70 pulgadas

   “Yo tenía cadenas, pulseras y anillos de sello, todos de oro e importantes. Alguno podrá decir 'bueno, te lo buscaste', pero eso me lo gané bien. Ahora mi hijo me dio una cadena (de plata) que tiene otro tipo de valor”, afirmó.

   Leandro, de profesión comerciante, aseguró que buscaban plata.

   “'Dónde están los dólares', decían. 'Decinos dónde están porque sino te boleteo un pibe' me amenazaban. Me trabajaron psicológicamente. Yo lo único que podía hacer era cantarle y contarle alguna historia al nene más chiquito y ponerlos en mi pecho para que me diera en la espalada si disparaban”, relató.

   Según Bustos Funes, fue tremendo “escuchar cómo accionaban la corredera".

   “'No te vas a mandar ninguna c..., no vas a hacer que le peguemos al nene', me decian”, haciendo referencia a lo que consideró una acción de desgaste psicológico.

   “Yo, por hablarle y cantarle al nene más chico, me quedó seca la boca y me dieron agua. Y al chiquito le prepararon una mamadera”, detalló.

   Leonardo recordó que “hace tiempo, a un matrimonio conocido le pasó algo muy parecido” también en el Patagonia.

   “Hay que vivir como ellos quieren”, dijo a manera de triste reflexión. 

"No fueron rateros"

   Dadas las características del reciente robo a una conocida aseguró: “No creo en la improvisación y por eso me parece que se llevaron bastante poco. Este no es un lugar para eso. Y en este caso fue del tipo comando. No fueron rateros como cuando entraron en mi casa en cuanto yo me fui a trabajar”

   Una vecina, que prefirió no revelar su identidad, considero que el barrio “en cuanto a la seguridad, está como en todos lados. En los tiempos que corren hay que tomar precauciones; acá y en todos lados. Es todo un tema, y creo que cada vez va a estar peor. Es triste, pero...”.

   La mujer reconoció que “el barrio está relindo”, aunque considera que “es una pena” este tipo de situaciones.

   “La policía puede pasar, pero tampoco puede hacerlo mucho porque no tiene recuersos. Entonces, si no tienen nafta para los móviles tampoco pueden estar recorriendo toda la ciudad como deberían. Esto independiente de un montón de críticas que pueda recibir”, concluyó.