Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Sobre la legalización del aborto

Luego de una acalorada, sentida y polémica sesión, el voto favorable de 129 diputados -contra el negativo de otros 125- dio media sanción a la ley que despenaliza el aborto o, dicho en otras palabras, avala la decisión de las mujeres de decidir la interrupción voluntaria de su embarazo.
Ahora la ley pasará a senadores y, antes de terminar el año, posiblemente ya las mujeres podrán decidir si quieren o no que su hijo nazca, decisión que tendrán que tomar antes de cumplirse las 14 semanas de gestación, es decir, poco antes de que el bebé cumpla sus primeros cuatro meses en la panza.
Ha sido un debate intenso. No tanto en el ámbito del congreso -donde los diputados ensayaron discursos que partieron desde lo más elemental y básico, pasando por alguna lectura interesante- sino en la sociedad misma, donde, como suele ser costumbre en nuestro país, se tomaron dos posturas extremas, de estar a favor o en contra, sin grises ni medias tintas.
Cuando las discusiones se polarizan de tal manera por el si o por el no, se suele perder de vista el foco que debe mantener todo debate. Entonces se desoyen argumentos y se toman posturas rígidas, a veces demasiado cercanas al fanatismo. 
Esa situación le quita fuerza y amplitud a un debate que, por su contenido, debiera ayudar a consolidar o mejorar cada postura.
Lo cierto es que, “en el país del Papa” -como gustaron resaltar muchos medios, sobre todo extranjeros-,  la práctica del aborto dejará ahora de ser un crimen penado con uno a cuatro años de prisión -tanto para las mujeres como para los que lo practican- y se podrá hacer de manera legal, con todos los beneficios que eso implica para la salud de la mujer.
Francisco, el Papa argentino, ha dejado en claro su posición sobre el aborto, asegurando que esa práctica es una forma de “cuidar la raza” similar a la que practicaron los nazis, “pero con guantes blancos” y habló del “homicidio de los chicos”, de “tirar a un inocente” para resolver “una vida tranquila”. 
Es la postura del líder de una religión con 1.280 millones de seguidores.
La ley de interrupción voluntaria del embarazo ya es una realidad. Lo que no quita que se siga planteando, con justicia y razonabilidad, la defensa de los niños por nacer, la discusión sobre la vida y la muerte, la decisión que involucra a varios actores, incluso a un Dios creador de todas las cosas.