Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Hockey: de la “explosión” de un colectivo a la hermandad que le dio sentido a todo

¿Cómo fue el proceso que atravesó el seleccionado femenino de la Asociación Bahiense para ser tercero a nivel país? Lo explican las jugadoras Florencia Scheverin, María Itatí Ruilopez, Valentina Zamborain y Luciana Argüello.

Fotos: Rodrigo García- La Nueva.

Por Nicolás Batista / nbatista@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

   El 24 de junio de 2012. El 14 de septiembre de 2013. El 13 de mayo de 2018.

   A simple vista, tres fechas comunes de un calendario. En una mirada más profunda, tres días en los que sucedieron tres hechos que ayudan a combinar palabras y acciones que poco tienen que ver entre sí: un colectivo, peleas, una reunión, tres torneos, tres partidos, largos años de sacrificio, identidad, hermandad, trabajo, talento y... podio.

   ¿Es posible encontrarle un sentido a todo eso? Difícil misión para cualquiera. No para el hockey femenino de la Asociación Bahiense, que se erigió la semana pasada, justamente el domingo 13 de mayo, como uno de los mejores del país, al vencer a Santa Fe por penales (4-3) y terminar tercero en la zona Campeonato del Argentino de Selecciones en Mayores, que se jugó en Buenos Aires.

   Ahí ya se puede tachar una fecha. Aunque, esa medalla de bronce, ese éxito en soledad, ¿le da sentido a la anterior combinación de conceptos? Definitivamente no. Sin embargo, las jugadoras del seleccionado bahiense María Itatí Ruilopez, Florencia Scheverin, Luciana Argüello y Valentina Zamborain sí pueden dárselo contando todo lo que vivieron en el pasado.

   “En 2012 en Cipolletti (Argentino de Ascenso B), teníamos un equipo con un nivel altísimo y perdimos la final (el 24 de junio de 2012 vs. San Rafael)”, recordó Scheverin, capitana de aquel equipo (también lo fue este año).

   “En el viaje previo, muchos tenían miedo de que el colectivo ‘explote’, por decirlo de alguna forma. Todas las jugadoras estábamos peleadas entre nosotras, había muchísima rivalidad entre clubes; al punto tal que no nos hablábamos en los entrenamientos, entrábamos en calor en forma separada…”, confesó Florencia.

   “Y en el medio del torneo --continuó--, las que estábamos de capitanas hicimos un clic entre nosotras y dijimos ‘esto hay que solucionarlo de alguna forma, porque no vamos a poder entrar a la cancha siquiera’. Y ahí empezamos a entender”, argumentó Florencia.

   “Las caídas que sufrimos nos ayudaron a unirnos un montón como grupo, que era lo que nos faltaba. La rivalidad de los clubes se llevaba al seleccionado, y entendimos que si no nos uníamos y olvidábamos las diferencias que teníamos en el torneo local nunca íbamos a conseguir lo que queríamos”, añadió Zamborain.

   En ese proceso de transformación, el tiempo fue el que generó la armonía necesaria.

   “Forjamos la unión en los seleccionados sub 18, sub 21, y lo fuimos llevando al mayor. En mi camada somos muy unidas, hasta amigas. Y eso fue por convivir en seleccionado tras seleccionado. Y eso lo terminamos trasladando entre las mayores, quienes terminaron entendiendo que no tenían sentido las rivalidades dentro de un equipo”, manifestó Argüello.

Sacrifico e identidad

   “Todas las experiencias anteriores nos aportaron fuerza para seguir luchando por lo que Bahía realmente se merece”, aseguró María Itatí Ruilopez, quien en su reflexión transmite identidad.

   La experiencia anterior a la que se refiere ocurrió el 14 de septiembre de 2013, torneo Argentino Ascenso B en Bahía Blanca: derrota en semifinales contra el rival de siempre, Mar del Plata.

   “Tengo marcado ese torneo. Por lo menos para mí --remarcó Valentina--, desde ese partido fuimos diferentes”.

   “Teníamos mucha ilusión de pasar a la final y ascender, más jugando acá en Bahía. Fue una desilusión tremenda”, añadió Argüello.

   No obstante, el sacrifico por el trabajo, la hermandad y el talento crearon efectos positivos y dieron vuelta la historia.

   “Nunca bajamos los brazos, ni decidimos dejar de participar en el seleccionado pese a todas las cosas que nos pasaron. Nosotras queremos defender la camiseta y dejar a Bahía en lo más alto”, afirmó Itatí.

   “Creo que como jugadoras siempre fuimos buenas. Pero nuestra evolución fue como grupo. Hoy nos queremos un montón y nos respetamos muchísimo, el diálogo está abierto, no hay ninguna lucha de egos. Todas sumamos para el mismo lado”, describió Scheverin.

   A su vez, Argüello se encargó de reflejar en palabras lo que sienten los corazones del seleccionado femenino.

   “Hay algo que pensamos todas: preferimos perder entre nosotras que ganar con un equipo que no sienta la camiseta o no pueda mirarse a los ojos”.

   ¿Puede agregarse algo más? Sí, la palabra “podio” para que la combinación primaria tenga sentido. A decir verdad, el podio fue lo que le dio sentido a todo.

El efecto contagio, las canchas y la competencia

El motor

   “De la forma que haya sido, Monte Hermoso levantó un poco el nivel de todos los clubes”, dijo Florencia Scheverin. Atlético, con su proyecto exitoso a nivel deportivo, elevó el nivel de sus rivales en el ámbito doméstico.

Infraestructura

   La instalación de la cancha sintética en el club El Nacional (inaugurada en 2010), primera de su tipo en la ciudad, impulsó el hockey, que creció por efecto contagio a lo largo y lo ancho de la ciudad.

Hoy

   En la zona Campeonato de Primera damas, 7 de las 8 instituciones (Monte, Universitario, Sportiva A y B, El Nacional, Argentino y Villa Mitre) poseen cancha con césped sintético.

   El restante es Pacífico, que la está construyendo. En la actual zona Desarrollo, en tanto, tienen Palihue y Unión de Tornquist.

   En total son ocho canchas sintéticas, más la que está construyendo la Asociación Bahiense junto al Municipio en las Tres Villas.

Más nivel

   Con una infraestructura funcional a la evolución del hockey, además de los distintos Campeonatos Argentinos (Sub 14, 16, 18, 21 y Mayores), los representantes de la ABH (selecciones y clubes) compiten en Regionales y en la Liga Nacional.

   “La Liga Nacional nos hizo crecer muchísimo. Esa competencia que tenemos cada año, más allá del torneo local, es una motivación para cada jugadora y la que nos da el ritmo para cuando vamos a estos torneos nacionales, de entender de qué se trata, de estar 4 días metidas a full en eso, el desgaste físico. Antes, al no estar en esas Ligas, no se conocía la intensidad de estos nacionales”, expresó Zamborain.