Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

Una fecha tatuada en el tiempo por estos 5 jugadores de Estrella

Después de ascender a Primera decidieron dejar la marca en la piel. Hoy son parte del equipo que tiene chances de subir en el Provincial. Una historia de pasión.

Fotos: Rocío Zabalza-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez / [email protected]

(Nota publicada en la edición impresa)

   Argentino 82, Estrella 84. Serie: 3-1. Se desata el delirio de una barriada que, después de 26 años, vuelve a festejar un ascenso a Primera. Los hinchas invaden el parquet del gimnasio Ardubilio Severini. Saltan, cantan, se abrazan. No pueden creer lo que pasó.

   El 20 de diciembre de 2015 es una fecha imborrable -literalmente- para varios de ellos que, a la vez, son jugadores.

   “Decidimos tatuarnos y que nos quede para siempre el recuerdo”, cuenta Matías Specogna.

   El actual capitán aún integra el plantel con otros cuatro que festejaron aquella vez: Alan Pan, Franco Cardone, Nahuel Cámara y Santiago Quiroga.

   La referencia de ese día de gloria también quedó grabada en la piel de los hermanos Agustín y Andrés Almirón (integrantes de ese equipo) y de un puñado de hinchas.

   Hoy, transcurrido poco más de dos años, y casi sin imaginarlo, el Provincial de Clubes los encuentra como protagonistas en busca de otro ascenso, algo que ven tan cerca como lejos a la vez, después de la victoria ante Regatas (San Nicolás), 82 a 71. “La palabra ascenso a veces surge, pero más bien cada uno la procesa íntimamente”, cuenta Cámara, casi evitando el tema.

   Entre la realidad y la ilusión, deportivamente para repetir otro ascenso -esta vez a mayor escala-, Estrella debería pasar la serie y ganar el Final Four.

   “A veces tiramos algún chiste, pero tenemos los pies sobre la tierra... Aunque si se da, será bienvenido”, avisa Quiroga.

   El sentido de pertenencia moviliza permanentemente a este grupo de pibes. El mismo que es capaz de timbrear por las casas del barrio ofreciendo un número de un chancho móvil, de reunirse para pintar el club o de atender -como el último sábado- en una pizzeada.

   “Ser hincha y jugador te permite disfrutar las victorias y sufrir mucho las derrotas”, opina Cardone.

   “Hay días -agrega Pan- que uno llega sin demasiadas ganas de entrenar, pero se supera cuando entrás al club y compartís con tus amigos. La parte negativa es la presión que uno mismo se pone, por sentirse responsable de estar defendiendo a su club”.

   Quiroga, algo más introvertido, lo vive fiel a su perfil.

   “Trato de tomarme con naturalidad cada momento. Pero ser hincha implica otra responsabilidad, compromiso y entrega. Por suerte, venimos creciendo, pero cuando nos va mal, en mi casa no hablo por un tiempo; de alguna manera te sentís culpable”, confiesa Santi.

   No obstante, las buenas y malas fortalecieron el vínculo de este equipo que así funciona dentro y fuera de la cancha, respaldado por la gente que, a diario, reconoce el esfuerzo por encima de los resultados.

   “Los que somos del club jugamos, básicamente, porque somos amigos. También, todo se hace más fácil cuando hablás con el hincha, el dirigente o la familia y te demuestra su orgullo, más allá de ganar o perder”, destaca Specogna.

   A propósito, el mayor del grupo, se remonta a 2011 para encontrar el punto de partida del éxito.

   “El quiebre institucional arrancó cuando pusieron a Seba (Dodero) de entrenador. Nos dejaron jugar a los chicos del club. Siempre traían muchos jugadores de afuera. Ahí se sumó Nahuel, yo tuve más minutos, aparecieron Pichón (Almirón) y Franco (Cardone) y atrás venía la camada de Santiago y Alan. Una vez que nos juntamos, crecimos un montón”, rememora Specogna.

   Los últimos años vinieron cargados de buenos momentos.

   “¡El ascenso fue un boom! La gente está siempre y hay movimiento en el club...”, destaca Cámara.

   “El cambio se refleja de muchas maneras -agrega Cardone-. Ya no hay que apuntar que Estrella queda en la esquina de Falcón y España; deportivamente, se cambió la mentalidad, los chicos saben que pueden competir y ganar, además que se cuidan más. Y a todo esto se suma lo edilicio, que mejoró notablemente”.

   —Matías, ¿te parece que hoy la gente es consciente de lo que están jugando?

   —No sé. Porque hace cinco años estábamos en Segunda y sin proyección. Un par de meses atrás casi dejamos afuera a Bahiense en semifinales y ahora estamos peleando en el Provincial.

   En cuanto a resultados fríos, lo máximo que habían alcanzado en lo grupal era una final de Infantiles, cuando coincidieron Quiroga, Pan y Cámara. Hoy, más allá del destino final en el Provincial, en la intimidad alguno se anima a soñar con algo más.

   “Me gustaría ganar un título en Primera con Estrella”, dice el zurdo Cámara, y muestra orgulloso su tatuaje en la muñeca izquierda, esa que, cuando está derecha, tantas alegrías regala.

   A esta altura, Alan, Franco, Matías, Nahuel y Santiago se consideran iluminados por todo lo recorrido y, básicamente, por sentirse parte de Estrella, la misma que llevan a flor de piel.

Cinco "fotos" imborrables

   Momentos instantáneos, únicos, esos que a cada uno les generó el ascenso.

   1-“Me acuerdo cuando agarró la pelota el Chino (Trellini) y sonó la chicharra; me paré en el banco, hubo invasión y empecé a correr”, contó Specogna, en referencia al último partido en Segunda.

   2-“Cuando la gente empezó a invadir la cancha, yo estaba en el banco, porque no jugué, y lo abracé a Maxi (Sterz). No lo podía creer”, rememoró Cámara.

   3-“Cortando la red, desde arriba veía a todo el barrio festejando. Increíble. Muchos años luchando en Segunda”, contó Cardone.

   4-“Tengo grabado a Franco subiendo al aro para cortar la red. También, cuando empezamos a dar la vuelta olímpica, me crucé con el Negro Almirón, nos miramos y fue como estar compartiendo un sueño”, dijo Pan.

   5-“Fue un año muy distinto a todos, más que nada por la llegada de Claudio (Queti) y del Chino (Trellini). Nos cambió la cabeza, el compromiso, la conducta y los entrenamientos”, entendió Quiroga.

¿Recordás la primera vez?

   Nahuel Cámara: “Mi primer partido en Segunda fue contra Independiente. Tenía 14 años y nos dirigía Guillermo López”.

   Franco Cardone: “Debuté contra Whitense. Dirigía Guillermo López. Entré por Mili (Emiliano Deminicis), jugué 55 segundos y no la toqué, je”.

   Alan Pan: “Entré contra Los Andes, de local. Faltaban 2 minutos del primer cuarto, cuando salió el Peta (Mauricio) Halberg”.

   Santiago Quiroga: “Mi primer partido fue contra Pueyrredón, de visitante, en 2012. Tenía muchos nervios. Metí 4 puntos”.

   Matías Specogna: “Nos dirigía Guillermo López. Jugábamos contra Barracas, de visitante. Hacía muchísimo frío y no podía mover los brazos. Entré 30 segundos”.

Algo personal

   Nahuel Cámara: tiene 22 años y es empleado de un supermercado mayorista. “Desde los 4 años empecé a venir al club, porque todos mis hermanos jugaban acá”. Franco Cardone: es presidente de DUBa. (Discapacitados Unidos Bahienses) y militante del movimiento “El Grito”. Tiene 24 años. “Estuve un año en la escuelita de Liniers, donde me llevó Marcelo Marinsalta, papá de mi amigo Julián. Pero la casa de mi abuela (Esperanza), con quien vivía, me quedaba más cerca de Estrella”.

   Franco Cardone: es presidente de DUBa. (Discapacitados Unidos Bahienses) y militante del movimiento “El Grito”. Tiene 24 años. “Estuve un año en la escuelita de Liniers, donde me llevó Marcelo Marinsalta, papá de mi amigo Julián. Pero la casa de mi abuela (Esperanza), con quien vivía, me quedaba más cerca de Estrella”.

   Alan Pan: Tiene 21 años y actualmente sólo juega el básquetbol. Hasta los 11 hizo fútbol en La Armonía. “Al básquet me dediqué porque mi abuela (Haydé) vivía a la vuelta del club y pasaba todo el día ahí”.

   Santiago Quiroga: tiene 22 años, es estudiante de Educación Física y comenzó a trabajar con algunas divisiones en el club. “Jugaba al fútbol en Libertad. Cuando tenía 9 años vine a la escuelita de verano y me entusiasmé con algunos juegos que hacíamos de básquet”.

   Matías Specogna: es abogado, sin especialidad. Actualmente trabaja en la Defensoría pública federal. Tiene 27 años. “Jugué un año al fútbol en Libertad. Empecé en el club porque venían unos amigos de la escuela Pompeya (Joel Targa, Emiliano Giménez y Luciano Corribolo). Yo vine a los 12 años y ellos jugaron hasta los 13”.