No solo de vandalismo viven los monumentos
08:41 | 26/12/2018
Mario Minervino / [email protected]
Suele ser habitual que los monumentos colocados en espacios públicos sufran actos vandálicos, agresiones propias de quienes destruyen como reflejo de su ignorancia y de su falta de respeto. Por el gusto de romper.
Hace algunos meses, por dar un ejemplo, la cabeza en yeso del papa Francisco, colocada en calle Cerrito, recibió un mazazo en la parte posterior que la dejó semidestruida. Hoy ni siquiera está en su pedestal, desapareció.
En este esquema de destrucción resulta entonces interesante destacar la otra cara de la historia. El accionar de vecinos y agrupaciones que, más allá del fastidio y la tristeza inicial por estos hechos, se ocupan de revertir sus efectos. Dan cuenta de otro espíritu, de otro sentimiento. Muestran la otra cara de la sociedad, acaso la más habitual y menos promocionada.
La magia de renacer
En la plaza de la Madre del barrio Santa Margarita se ubica, a metros de la esquina de Estrada y Panamá, un monumento colocado por Renacer, un grupo de ayuda mutua de padres que han sufrido la pérdida trágica de un hijo.
Está formado por un basamento sobre el cual se ubica un par de manos soltando una paloma.
En la parte frontal había una placa que tenía grabada una frase de San Agustín. Pero claro: la placa era de bronce, tiene un valor, se puede vender. Por eso la robaron. Los delincuentes no guardan sentimientos ni códigos.
Pero Renacer está formado por personas que han aprendido a reconvertir el dolor en algo positivo, a sacar fuerzas de lugares a veces desconocidos.
En poco tiempo se organizó una colecta entre sus miembros, se repintó la obra, se adquirió otra placa, de acero, y se grabó sobre ella un poema escrito por un integrante del grupo. En un acto sencillo volvieron a poner las cosas a su lugar. Lo hicieron una vez, lo pueden hacer mil más.
Serrano, en lo más alto
El 23 de mayo de 1985 familiares del abogado Mario Serrano (1946-1981) inauguraron un monumento en su memoria, en coincidencia con un nuevo aniversario de su fallecimiento mientras intentaba hacer cumbre en el monte Dhaulagiri, en la cordillera del Himalaya, a 8.167 metros de altura.
Serrano, bahiense, tenía 34 años de edad y su cuerpo cayó en una grieta mientras buscaba superar una tormenta en una de las estaciones intermedias, camino a la cima.
La obra se ubicó en la plaza Pellegrini, sobre las calles Tucumán y Moreno. Un basamento revestido en parte con piedra y la imagen de Serrano con su equipo de andinista, según una recreación realizada por el artista Domingo Cerella.
Pocos meses después no quedaba ninguna de las placas colocadas en la ocasión y las cerámicas del dibujo estaban destruidas. A puro vandalismo.
Hace un año, y luego de mucho tiempo, integrantes del club Andino, familiares de Serrano y autoridades de Gendarmería Nacional decidieron reconstruir la obra.
La obra se inauguró hace un par de semanas. Un nuevo dibujo muestra a un Serrano más joven, con vestimenta de Scout y nevadas montañas nevadas como fondo. Se sumaron placas de Gendarmería, club Andino y Comunidad Guía Scout Santa Juana de Arco y San Pío X. Una vez más, se hizo cumbre.
Romano juega de nuevo
En 1967 el club Comercial de Ingeniero White rindió homenaje a Aníbal “Melón” Troncoso con una estatua colocada en el acceso a la entidad portuaria.
Troncoso, futbolista formado en el club, se destacó en Talleres de Remedios de Escalada, club fundacional del fútbol profesional, uno de los 18 que participaron del primer campeonato, en 1931.
Pocos después se agregó en el sitio la estatua de Isaías Romano, “Isaíto”, también formado en comercial, quien militó en Talleres y junto con Troncoso formaron una dupla histórica.
En 2015, la estatua de Isaías apareció destruida, a golpes, con su brazo quebrado, la cabeza dañada.
El club se ocupó rápidamente de su reparación. Hace pocos días, con la obra puesta a nuevo, se rindió homenaje a Romano. Para eso llegó de Buenos Aires su hijo, Roberto, a quien acompañó su mujer de toda la vida, la actriz Luisa Kuliok. La pelota, se sabe, no se mancha.