Bahía Blanca | Jueves, 17 de julio

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Las pérgolas y las casas: la ciudad que no miramos

Tras el colapso y posterior derrumbe de las ubicadas en la plaza Pellegrini, volvieron a prestarle atención.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / [email protected]

   Volvieron al ruedo inesperadamente, cuando una de ellas colapsó hace un mes en la plaza Pellegrini (Moreno y Tucumán) y otras tres ubicadas en el mismo paseo fueron demolidas de manera preventiva.

   Se trata de las pérgolas, un elemento arquitectónico formado por pilares y vigas que arman una especie de corredor o espacio donde, a partir de la colocación de plantas trepadoras, se genera un espacio de sombra y frescor.

   Las mencionadas de la plaza datan de 1944 y son similares, en tiempo y forma, a las existentes en el parque Independencia y en la plazoleta de Yrigoyen y 12 de Octubre.

   Lo interesante del caso es que el hecho permitió advertir que estas construcciones no son sólo propias de los paseos y parques, sino también un recurso que se utiliza en patios y terrazas, precisamente para convertir a estos espacios en lugares atractivos y mejorar sus condiciones de uso.

   Cuando se mira la ciudad para arriba aparecen entonces estas sorpresas, estas "casas con pérgolas", atractivas y distintas, pensadas desde otro modelo de diseño.

   Curiosamente, en todos los casos las pérgolas no tienen plantas que justifiquen su presencia.

   Estas aparecen en algunos dibujos originales de las obras, como parte de un verde que también es parte del diseño.

   Otra singularidad es el tratamiento recibido por los extremos de las vigas, donde se ubica la cabeza de un león, amenazante, con su boca abierta.

   Modos, usos y costumbres que la arquitectura, como historia escrita en peida que es, refleja desde su también calidad de arte público.

En lo alto de un hotel

    Construido en 1921 como ampliación de la Casa Amueblada que funcionaba en la esquina de O'Higgins y Chiclana, el diseño del arquitecto Guido Buffalini para el todavía existente Hotel Muñiz fue rematado con una pérgola en su terraza que además asoma en forma de remate en la fachada del edificio. Con el tiempo la obra sufrió algunas modificaciones a su diseño original.

La casa de un farmacéutico

   Construida en 1927 para el farmacéutico Aquiles Carabelli, esta atractiva casa de calle Zelarrayán tiene la pérgola en su terraza, la cual además sorprende por los leones que decoran cada una de sus vigas.

El edificio alojó comercios, en la década del 50 se convirtió su planta baja en uno de los corredores del Mercado Modelo y desde lo 90 funciona una cochera. En el tiempo la obra resignó su balcón del primer piso así como los cuatro leones que con sus cabezas lo sostenían.

La casa de un constructor

   Inventariada como bien patrimonial, la Casa Cabré data de 1928 y es una de las más atractivas por su arquitectura propia del renacimiento italiano y el atractivo color de su fachada. Al igual que la anterior, sus vigas presentan un remate con cabezas de leones, las cuales se pueden ver, algunas de ellas dañadas, sobre el sector de acceso vehicular.

En esa vivienda vivió Pedro cabré Salvat, destacado constructor nativo de Reus, padre de los también constructores Enrique y Pedro Cabré Moré.

La esquina de la cúpula

    En Sarmiento y avenida Alem hay una casona característica de esa calle, casi centenaria y que se destaca por su volumen cilíndrico conteniendo la escalera, su remate con una cúpula y, a un costado, la pérgola sobre la terraza-patio. En su planta baja funcionó, en sus primeros años de existencia, los estudios de LU2 Radio Bahía Blanca. Tampoco cuenta con planta trepadora, con lo cual es habitual ver sus formas entrelacadas con la puesta del sol.

Las otras, dispersas

   No son las únicas pérgolas que pueden verse. Sólo detallamos las más antiguas. Las hay en chalets de la avenida Alem, en modernos edificios en casas del barrio universitario (una de las pocas con plantas). Se las descubre cuando se camina y se mira con una poco de atención la otra ciudad, la que está arriba de nuestra mirada de rutina, la que se esconde, la que exige atención. La ciudad que no miramos y espera ser descubierta.