Bahía Blanca | Jueves, 11 de septiembre

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Los Medrano, una familia referente del sector comercial 

A partir de un kiosco que pertenecía a los abuelos de Rubén, levantaron el primer supermercado de la localidad, que hoy sigue vigente.

Rubén, Sarita y Rodrigo. De fondo, el primer supermercado  de Sierra de la Ventana. Foto: Agencia Sierra de la Ventana

   La familia Medrano es una referencia obligada al hablar de Sierra de la Ventana y a su sector comercial. Fundadora del primer autoservicio de la localidad, hoy los hijos de Sara y Rubén continúan con el legado de sus padres, y ante su atenta y cercana mirada.
   Los dos pilares de la familia son, extrañamente, foráneos: Sara Battelli nació en Saldungaray el 20 de julio de 1947, hija de Alicia Soria y Antonio Battelli; y Rubén Medrano nació en Villa Crespo -CABA- el 26 de agosto de 1947. Diez años después, él se mudaba a Sierra para vivir con sus abuelos Romualda Ramos y Heraclio Medrano, quienes lo criaron. 
   Se pusieron de novios cuando tenían 15 años. Habían hecho la primaria en la Escuela N° 6 Juan Bautista Alberdi y la secundaria en Instituto Fortín Pavón de Saldungaray.

 Rubén y Sarita se casaron en el año 1969. Casi 50 años después, su hijo Rodrigo se encuentra al frente del supermercado.

   Él concluyó sus estudios en Bahía Blanca, hizo el servicio militar y volvió a Sierra de la Ventana a trabajar en el kiosco de sus abuelos. Ella trabajaba en la delegación municipal.
   Se casaron el 4 de octubre de 1969, después de estar siete años de novios.
   “Cumplimos varias etapas -recuerda Rubén-: Sarita en su trabajo en la delegación y yo como canillita -empleado de mis abuelos-, caddy en el Golf y peón de pintura”.
   Dos años después, con la ayuda de Hugo Albanese abrieron la parrilla “El gringo gaucho”. Ese año también nació Darío, su primer hijo.
   “En 1973 pasé a ser socio de mis abuelos, en 1975 nació nuestro segundo hijo -Rodrigo- y en 1977 compramos la parte de mis abuelos del kiosco. Un año después Sarita renunció a su trabajo en la delegación y comenzó a trabajar con nosotros”, cuenta.

Todos querían venir a ver como era, ya que en Sierra de la Ventana no había algo así”, recuerda Rubén.

   Así, el kiosco comenzó a transformarse en algo más que una venta de diarios, revistas y demás. Poco a poco le fueron agregando artículos de juguetería, perfumería, algunos elementos del hogar, lanas, zapatillas, regionales y mucho más.
   Eso fue la concepción de la idea de lo que poco tiempo después se convertiría en el primero autoservicio de Sierra de la Ventana.
   “La inauguración fue el 15 de diciembre de 1982, como integrantes de la cadena SPAR; era toda una novedad. La verdad es que ese verano trabajamos mucho, pero muy contentos porque había sido la vedette de la temporada: todos querían venir a ver como era, ya que en Sierra de la Ventana no había algo así”, recuerda Rubén.
   Un par de años después, el comercio tomó el nombre que tiene hoy, Melin, palabra aborigen que significa "ser cuatro" o "grupo de cuatro".
   “Después hicimos dos ampliaciones: una pequeña en 2007 y la otra entre 2012/13, que fue un tanto más importante”, explica Sarita.
   De sus hijos, solo uno quedó trabajando con ellos. Darío vive hace 16 años en Santiago de Chile con su familia y tuvo cuatro hijos: María Luz, Gerónimo, Juan Cruz y Sofía. Rodrigo se integró a Melin, donde fue repositor y cajero, y socio a partir de 2000; también formó su familia, y tiene tres hijos Camila, Benjamín y Mora.
   “En esto no hay golpes de suerte ni fórmulas mágicas, solo trabajo y confianza de uno a otro. Lo que hoy se ve es el esfuerzo y apoyo de una pareja que se eligió a los 15 años y que lleva 48 de matrimonio”, cuenta Sarita.
   “Para nosotros, todo se logra con tiempo y esfuerzo. Cuando arrancamos solos, no teníamos ni bicicleta para repartir los diarios, y gracias a mi suegro -que nos prestó la suya- pudimos mejorar la tarea. Empezamos muy de abajo, pero al año, teníamos dos bicicletas; podía decirse que ya habíamos evolucionado bastante.” recuerda Rubén.
   Para él, en “Sierra de la Ventana quien trabaja y pone tiempo y esfuerzo, crece y va hacia adelante”.
   “Pero siempre lo hacemos con la responsabilidad de hacer bien las cosas. Del nombre de Sierra de la Ventana vivimos todos, ya que se no hablará mal de alguien en particular sino de nuestra población. Y eso no hay que permitirlo por el bien de todos”, afirma.

Canillitas

   Fue el abuelo de Rubén, Don Horacio, quien comenzó a vender en Sierra de la Ventana el diario “La Nueva Provincia”, tradición que hoy sigue su hijo Rodrigo.
   “Empezó mi abuelo allá por 1957 y hoy seguimos haciéndolo. Pasaron tres generaciones y más de 60 años. Todos fuimos canillitas, ya que todos comenzamos a trabajar así”, dice Rubén.