Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Plata dulce

Escribe Mario Minervino

Hace 34 años, en septiembre de 1982, como parte de un conjunto de debates organizado por este diario, varios vecinos se reunieron con los cineastas Héctor Olivera y Fernando Ayala, para discutir la temática de “Plata Dulce”, trabajo de Ayala-Jusid.

Estrenado ese año -en el cine Victoria (Chiclana 227)-, la película reflejaba lo sucedido en nuestro país entre 1978 y 1980, cuando la expresión “plata dulce” graficó el sistema financiero en el cual la especulación, el dólar y los elevados intereses bancarios conformaron una singular página de nuestra economía.

El debate contó con la presencia de Olivera y Ayala, hacedores de la obra, y un panel integrado por Heriberto Di Meglio, Alberto Obiol, Oscar Biondini, Juan Pablo Baylac, Abertano Quiroga, Mario Monacelli Erquiaga y Agustín Neifert.

Tras indicar Neifert que con ese film el cine argentino “retoma su capacidad de autocrítica”, fueron surgiendo varias opiniones. Monacelli Erquiaga señaló que no podía tomarse la película como “una radiografía del país”, sino de algún sector muy determinado y explicó que “el delito, el pecado y la maldad no los ha inventado la política económica”.

El gremialista Abertano Quiroga destacó que “desde 1976 fuimos invadidos por una política que le quitó al argentino una meta suprema: la de vivir de su trabajo”.

Di Meglio sugirió que debiera realizarse una segunda parte bajo el título de “Impunidad”.

“La verdad -dijo el empresario- se esconde tras la impunidad de quienes llevaron al país a este estado de cosas”.

Finalmente, Baylac explicó cómo la película mostraba a “Juan Pueblo”, esperando que venga del cielo la salvación, “sin participar en esa recuperación”.

Plata Dulce contiene una de las frases más recordadas del cine nacional, ensayada por Federico Luppi (Bonifatti) para Gianni Lunadei (Arteche).