Bahía Blanca | Miércoles, 09 de julio

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La economía argentina, el conflicto de intereses y lo que viene en 2017

Para el economista bahiense, más allá de las cuestiones coyunturales, toda política económica genera efectos distributivos difíciles que disparan reacciones entre quienes sienten que pierden beneficios.
La economía argentina, el conflicto de intereses y lo que viene en 2017. Economía y finanzas. La Nueva. Bahía Blanca

Francisco Rinaldi

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“La economía es una novia difícil que nunca se termina de conquistar”, era una de las frases de cabecera del economista argentino, fallecido en 2012, Adolfo Canitrot. Y si de la argentina se trata, los esfuerzos para la conquista deberían redoblarse. Sobre todo, si se tiene en cuenta que tomar determinadas medidas, técnicamente adecuadas, pueden originar reacciones sociales que no justifican seguir adelante con las mismas.

“El Gobierno partió de un mal diagnóstico inicial en materia de inflación: pensó en un contexto de equilibrio general, con precios flexibles, de forma que si subían algunos precios, bajaría la demanda de esos productos o la de otros, de manera que el resto de los precios tendería a decaer, compensando la aceleración inflacionaria. Pero Olivera (Julio Hipólito, abogado y economista argentino y uno de los padres del estructuralismo latinoamericano y recientemente fallecido) demostró hace ya muchos años que en países como el nuestro esto no se daba, porque los precios no son flexibles a la baja, sino todo lo contrario”, dijo el economista Jorge Pazzi a “La Nueva.”.

Considerado un maestro para varias promociones de economistas graduados en la UNS, que actualmente se desempeñan en los más variados ámbitos públicos y privados del país y del resto del mundo, Pazzi accedió a los beneficios de la jubilación.

Pese a ello, continúa asesorando a varios cuadros políticos y empresarios de la ciudad, y, algo más relajado, se hizo un tiempo para atender a “La Nueva.” para hablar sobre coyuntura económica. Y un poco más.

Los tramos salientes, a continuación.

--¿Le parece que la actual administración menospreció el aspecto estructural del proceso inflacionario argentino, de allí los problemas que aún subsisten para bajarla?

--Yo creo que el diagnóstico inicial fue erróneo. Hay una abrumadora evidencia empírica acerca de que las devaluaciones y las consecuentes alteraciones de precios relativos (N. de R: los precios ligados al dólar, como por ejemplo, los bienes industriales fabricados con insumos importados o los alimentos que se exportan suben más que el resto) aceleran la inflación, al tiempo que hubo un manejo torpe de la cuestión tarifaria.

“No coincido con quienes ven malas intenciones o conductas deshonestas en Aranguren (Juan José, el ministro de Energía de Cambiemos) pero es claro que es de esas personas que ve las cosas con un sólo prisma, en este caso, el de la energía.

"El gran problema de tener esta conducta es que muchas veces lo razonable a nivel sectorial se rebela inconsistente a nivel agregado o social”.

--Explique más eso último....

--Pensemos por un momento en el tipo de cambio, es decir, el valor del dólar en pesos.

"La gran mayoría de los países que lograron importantes niveles de desarrollo económico e industrial, generando empleos de calidad, mantuvieron un esquema de tipo de cambio real alto (N. de R: el dólar subía por encima de los precios internos), por lo que son claros sus beneficios en ese sentido.

"Ahora, en Argentina, el tipo de cambio que equilibra el mercado político es más bajo que el tipo de cambio que equilibra el sector externo de la economía, es decir, si mantengo el dólar alto, la gente tiene salarios bajos en dólares, y entonces, surge la presión sindical para actualizar las remuneraciones porque el contexto de ocupación casi plena que suele presentarse en esos contextos así lo permite.

“El resultado es que el Gobierno cede a esas presiones por miedo al descontento social, sobreviene el atraso cambiario (N. de R: el dólar se actualiza por debajo de la inflación doméstica) y se eliminan poco a poco los beneficios del esquema de tipo de cambio real alto.

"Otra vez: lo que es recomendable desde el punto de vista técnico, puede generar rechazo desde el social”.

--Una historia repetida...

--Es un problema de larga data. A principios del siglo pasado, el factor escaso era la mano de obra, y, con salarios reales altos, como había por aquel entonces, se impulsó una enorme ola inmigratoria europea.

"Pero después de la Segunda Gran Guerra, en la etapa de los Estados del Bienestar, se fijaron niveles salariales de magnitud tal que tener un tipo de cambio real alto, que hubiera permitido profundizar la industrialización y el crecimiento de largo plazo, equilibrando la balanza de pagos (N. de R: el ingreso y el egreso de divisas), se hizo imposible por las resistencias que se generaba en la sociedad. De ahí en más, el ciclo se repite”.

--Entonces, coincide con muchos economistas liberales, quienes exigen una liberalización del mercado cambiario, sin importar el valor a que se vaya el dólar....

--No. Es que nuevamente, como hoy estamos viendo, se presenta esa inconsistencia, que dos economistas argentinos, Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti, bautizaron como conflicto distributivo estructural: si sube más el dólar, suben más los precios, vuelven las presiones sindicales para recomponer salarios....toda política económica genera efectos distributivos y quienes se sientan afectados, van a reaccionar. No se puede desconocer eso, sino, se puede perder mucho.

“Por eso, soy de los que piensan que el enfoque de análisis adecuado es el de la economía política en lugar del de la economía a secas, porque desde la primera óptica, se introducen cuestiones extraeconomicas. No es lo mismo gobernar con mayoría en las cámaras que sin mayorías, por ejemplo”.

--Tampoco ayuda tener más de un ministro de Economía....

--Como a todo presidente, Macri no quiere un superministro, como un Sourrouille, Cavallo o un Lavagna, ¡aunque a algunos no les quedó otro remedio!.

“Por eso, no tuvo mejor idea que dividir la conducción económica en varios ministerios, de forma que ciertas decisiones sectoriales generan inconsistencias, como el caso de las tarifas que ya le mencioné.

“Y por si fuera poco, Macri le quiere dar independencia al BCRA, y como cada dos años los políticos quieren ganar elecciones para no perder la gobernabilidad, decidió virar su estrategia de dejar la estabilización de la economía para más adelante, concentrándose en el nivel de actividad para pasar a dinamizar la creación de empleo. Se dieron cuenta de que no hay tiempo y de que necesitan imperiosamente un triunfo electoral en 2017, de allí las recurrentes marchas y contramarchas que vemos en el Gobierno”.

--¿Y cómo va a repercutir eso en materia inflacionaria?

--Considerando los niveles de déficit planeados y la necesidad de ampliar el gasto por el año electoral, creo que firman con un 25% para el año que viene.

--¿Y las metas de inflación?

--Como dije antes, va a ser difícil cumplir con el 17%. Pero me preocupa que la caída de la inflación tenga más que ver en gran parte con el atraso cambiario, porque en medio del proceso electoral, no van a querer sostener el cambio de precios relativos que consiguieron en enero tras la devaluación de diciembre, y eso es un problema en el largo plazo, porque los precios relativos siempre buscan acomodarse, muchas veces, de forma demasiado violenta, tal cual ocurrió con la reciente salida del “cepo” y tras la devaluación de enero de 2014.

“Incluso, en muchos casos en que se apeló a metas de inflación, la evidencia empírica demuestra que en la mayoría de los casos los países que las aplicaron, tuvieron atraso cambiario como correlato”.

--Conclusión: si es recomendable sostener un tipo de cambio más alto, pero no se puede desde una óptica social porque los precios suben ¿cómo se hace para bajar la inflación sin atrasar el dólar? ¿había otro remedio posible?

--Yo me anoto entre los economistas que hubieran preferido una política de ingresos para bajar la inflación en lugar de concentrarse exclusivamente en la política monetaria contractiva que está ensayando el BCRA, cuyos efectos recesivos suelen ser muy severos.

"Es decir, convocar a los formadores de precios y a los sindicatos para alinearlos con un objetivo dado de inflación, relajando un poco la política monetaria, haciéndola algo más laxa. A la tasa de interés le están sobrando algunos puntos para mí. Sé que no es fácil emprender iniciativas de este tipo pero ¿es eso motivo suficiente para no intentarlo?

“Y del lado del tipo de cambio, si bien la experiencia argentina tampoco es buena en el sentido de que las devaluaciones aceleran la tasa de inflación, convendría revisar el caso de Krieger Vasena (Adalbert, ministro de Economía de Juan Carlos Onganía), cuando en 1967, devaluó la moneda en un 40% y puso niveles de retenciones tan altos para las exportaciones de alimentos que los precios internos no se encarecieron, llegando incluso a bajar la inflación con respecto a años previos, al tiempo que se mantuvo un nivel de tipo de cambio real alto, lo que benefició a la actividad industrial. De hecho, la economía creció un 4,8 por ciento en 1968 y un 7,9 por ciento en 1969.

“Por eso me pareció desacertada la decisión de Macri de eliminar retenciones a sectores que se vieron muy beneficiados por la devaluación”.