Bahía Blanca necesita crecer un poco más para tener una mejor calidad de vida
Por Adrián Luciani / [email protected]
Bahía Blanca necesariamente deberá crecer un poco más si pretende ingresar en una escala urbana teóricamente óptima, capaz de asegurarle a sus habitantes una mayor calidad de vida. De todas maneras, habrá que ver cómo lo hace y qué dirección logra ese crecimiento para que los resultados sean positivos.
Si bien no menciona explícitamente a Bahía, la afirmación se desprende de un trabajo publicado para todo el país por Guillermo Ángel Velázquez (Doctor en Filosofía y Letras --especialización en Geografía-- por la Universidad de Buenos Aires e investigador principal del Conicet) y Santiago Linares, doctor en Geografía por la Universidad del Sur e investigador asistente del Conicet.
El informe “Calidad de Vida y Escala Urbana en la Argentina. Análisis comparativo 1991–2010” señala que por debajo de cierta escala urbana, la falta de determinadas condiciones, bienes, servicios y expectativas que solo pueden alcanzarse y satisfacerse con determinado cuantum de población afectan las condiciones de vida.
Por otro lado, sostiene que por encima de esta escala, los factores ambientales parecen disminuir las posibilidades de disfrutar de buenas condiciones de vida.
"Incluso los segmentos solventes de las grandes ciudades, a pesar del confort o el nivel de vida que ostentan cotidianamente, no dejan de padecer deficiencias en otros planos”, manifestaron.
Los investigadores concluyeron que las ciudades intermedias pueden contar con los efectos positivos que se generan a partir de un “piso” de mercado, sin sufrir los problemas típicos de las deseconomías y externalidades negativas, tanto socio-económicas como ambientales, que se generan más allá de cierto “techo” de sustentabilidad urbana.
En tal sentido, le asignan el mayor índice de calidad de vida (ICV) a las ciudades de entre 400 mil y 1 millón de habitantes (con 7,03 puntos). Las del rango como Bahía Blanca y Punta Alta (50 mil y 399.000 habitantes) tienen mejor ICV que las de más de 1 millón como Buenos Aires, Rosario o Córdoba (con 6,79 contra 6,68), aunque si por su proximidad se suman ambas poblaciones, bien podrían trepar al tope de ICV (cuestión no contemplada en el estudio).
Más atrás aparecen las ciudades intermedias pequeñas (6,41), los pueblos grandes (6,03) y los pueblos pequeños y población rural (5,47).
Los investigadores afirmaron que si bien la organización social, económica y política es la base del bienestar de la población, no se puede soslayar la importancia de la escala urbana y de la localización espacial.
El trabajo profundizó y actualizó el ICV, que Velázquez elabora desde los años 80.
“El ICV contempla básicamente dos dimensiones: socio-económica y ambiental. En la primera figuran los indicadores vinculados con educación, salud y vivienda, mientras que para la ambiental, los referidos a problemas ambientales, por un lado, y al grado de atracción del paisaje de base natural y las amenidades socialmente construidas, por otro.
“Los resultados muestran que la relación entre escala urbana y calidad de vida no es lineal: las ciudades intermedias (tanto grandes como medias) alcanzan el mayor nivel de bienestar, luego las grandes y, por último, los pueblos".