Ana María Cores, el regreso de la señora del musical
Con 40 años de trayectoria sobre los escenarios, Ana María Cores protagoniza La novia de Gardel, un musical tanguero que escribió junto a Pablo Carreño y Marisé Monteiro y que puede verse en el porteño Teatro Regio, de miércoles a domingos, porque, asegura con conocimiento de causa, que "se necesitan musicales argentinos".
"La obra es un tango, cuenta una historia nuestra, con nombres en castellano, situaciones reconocibles y rescata nuestra música bellísima", presenta la propuesta la artista.
Desde aquella pieza fundacional del género en el país como fue Aquí no podemos hacerlo (1978), dirigida por Pepe Cibrián, Cores --con título de docente primaria en su haber-- lleva su encanto al moverse y cantar a piezas de orígenes diversos.
"Hice millones de espectáculos, muchos extranjeros, pero últimamente vengo trabajando en obras de autores argentinos. Por eso, poder tomar el tango y armar una pieza sobre nuestro pasado, como me pasó en El conventillo de la Paloma (Teatro Cervantes), me hace feliz", sostiene.
La novia de Gardel surgió a partir de una idea de Cores plasmada en una "historia ficticia --contada y cantada-- acerca del amor de esta mujer por El Zorzal, situada en 1935, pero apelando a datos reales de la vida del cantante, con sus temas, que son todos hits", repasa.
El cuento de la muchacha italiana arribada al país para casarse con alguien a quien conoce por el intercambio de cartas y fotos --práctica habitual de la época-- y cae prendada del artista, le permite a la actriz, de 64 años, abordar "el desarraigo y el sentimiento de soledad transitado por aquellas criaturas".
Dirigida por Valeria Ambrosio, la pieza incluye un soporte multimedia que aporta una estética onírica, con toques de suspenso, donde hay lugar para asomarse a las cuestiones de género, todo un desafío para representar parte de la vida de un ícono del mundo.