Bahía Blanca | Jueves, 17 de julio

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Macri eligió shock en lugar de gradualismo

Ahora deberá adelantarse a las preocupaciones de la sociedad, vinculadas con la pérdida de poder adquisitivo y la persistencia de la inflación.

Por José Calero / Agencia NA

Tras meditarlo tres semanas luego del balotaje, el presidente Mauricio Macri se inclinó por una política de shock para ponerle punto final al cepo cambiario y ahora deberá afrontar el desafío de evitar un traslado de la devaluación a precios, que recaliente la inflación.

El cepo fue uno de los factores, aunque no el único, que contribuyeron a hacer languidecer una economía que sólo sobrevivió a partir de la tergiversación permanente de estadísticas que buscaron instalar la imagen de un país irreal, casi sin pobres ni desempleados, y una actividad económica pujante.

Ahora, Macri debió optar entre la propuesta de salir del cepo con una devaluación brusca, que ronda el 40 por ciento, o una gradual, como la que ensayó sin suerte Axel Kicillof en enero de 2014 y fue neutralizada por la inflación.

Se inclinó por la segunda, por considerar que el retraso cambiario, sumado a las permanentes intervenciones del Estado en casi todos los rincones de la economía y las trabas con corrupción incluida en el comercio exterior, terminaron asfixiando al sistema productivo argentino.

En algún momento, Cristina Fernández llegó a proponer la insólita idea de "sustituir exportaciones" con mercado interno.

El experimento rozó el absurdo, aisló aún más a la Argentina y sólo sobrevivió porque el Banco Central emitió moneda en forma artificial y descontrolada, que el Estado se ocupó de repartir con el fin de sostener al país en forma artificial hasta las elecciones.

Pero haberse inclinado por una salida drástica del cepo cambiario representa un riesgo enorme para un gobierno que lleva poco más de una semana en el poder.

Los formadores de precios, que venían cubriéndose de una devaluación anunciada, podrían no conformarse con las remarcaciones ya concretadas.

En la vereda de enfrente, los gremios ya exigen un bono de fin de año y avisan que en las paritarias podrían llegar a reclamar aumentos del 50%, como avisó el histriónico Luis Barrionuevo.

Macri podría quedar atrapado entre esas dos puntas de un conflicto en permanente tensión, y el escenario político agravarse si el ultrakirchnerismo persiste en hacerle la vida imposible.