Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Disfrutar el helado

A la par de los destellos más intensos del sol en esta época del año, comienzan a llenarse, una a una, todas las mesas de las heladerías de la ciudad. Y a pesar de que el precepto de comer helado solo en verano se ha roto hace un largo tiempo, es sin duda con el sol de frente donde más nos gusta disfrutarlo.

El origen de los helados es muy antiguo. Hay quienes sostienen que los antiguos romanos son los inventores del “sorbete” (de sharbets, que quiere decir bebida), y que para este fin, utilizaban nieve, frutas y miel. Parece que Nerón hacía traer nieve de los Alpes para que le preparen este manjar helado. Otros señalan que los chinos, muchos siglos antes de Jesucristo, ya mezclaban la nieve con jugo de frutas.

Como tantos otros productos, se atribuye a Marco Polo el haber divulgado en Italia una receta para su preparación de regreso de uno de sus viajes al Lejano Oriente. Esto apoyaría la idea de que fueron los chinos quienes inventaron los helados, pero como es desde Italia que se hacen conocidos en el mundo, se explica que muchos crean que se originaron en Roma.

Al no existir medios para conservar la temperatura, la elaboración de los helados no era sencilla, ya que era imprescindible disponer de nieve y mantenerla sólida. Esto hacía de los helados un placer para Reyes y personas privilegiadas.

Se sabe que los helados llegaron a Francia, cuando Catalina de Médicis se casó con Enrique II. A Inglaterra, en cambio, desembarcaron por un cocinero francés, quien osadamente mezcló los zumos con leche.

En 1660, el italiano Procopio abrió en París el “Café Procope”, convirtiéndose en el abuelo del helado popular al inventar una máquina que homogeneizaba las frutas, el azúcar y el hielo, una verdadera crema helada, similar a la de hoy. Fueron los italianos, convertidos en heladeros ambulantes, quienes dieron a conocer por Europa estas delicias, hasta que en 1700 cruzaron el Atlántico y se empiezaron a hacer populares en Estados Unidos.

En nuestro país, hasta mediados del siglo XIX, el hielo llegaba desde Inglaterra o los Estados Unidos en barras envueltas en aserrín. Los primeros en servir refrescos “helados” fueron el “Café de París”, el “Café de las Armas” y el “Café de los Catalanes”. Al inventarse las primeras “heladeras” o máquinas de hacer hielo comenzó la producción en masa.

En nuestra ciudad, según cuenta la historia, por el año 1942, en las famosas cinco esquinas de Villa Mitre y de la mano de Héctor y Heraclio Lezcano, nacía la primera heladería artesanal de Bahía Blanca, Heladería París, la cual aún hoy sigue refrescando la ciudad.