Desde aquellos tiempos
Los 11 de octubre es recordado el Día del Martillero. En nuestro país, la celebración se remonta a 1950, en ocasión de llevarse a cabo en Tucumán la Cuarta Conferencia, con la presidencia de nuestro querido Armando Salvarezza.
Con posterioridad, en el Congreso de Tandil, quedó constituido el primer Colegio de la provincia, siendo Salvarezza elegido secretario. Más tarde ocuparía la titularidad del organismo.
Esta profesión se ejerce desde la época greco-romana, antes de la creación del signo monetario. Las primeras subastas se remontan a antes de nuestra era, en Ninive, capital del Reino de Asirica (Asia), para la venta de esclavos. El término subasta (“bajo la lanza”) se refiere al asta donde se sujetaba la bandera con el nombre del martillero.
En Grecia, el acto de desarrollaba en la plaza pública y era la mejor manera de percibir los impuestos y arrendamientos. En Egipto, la subasta administrativa helénica fue introducida por los griegos, como consecuencia de la conquista de Alejandro el Grande.
Y finalmente Roma, donde las ventas en subastas llegaron a tales excesos que alcanzaron a las jurisdicciones del derecho humano y del derecho divino, y así se vendieron las cosas públicas y las sagradas, como las ciudades de Spoleto y Florencia. Hasta el emperador Juliano compró el Imperio Romano en subasta.
En la Argentina, cuando éramos colonia de España, el testimonio más antiguo de subasta es el acta del Cabildo del 9 de abril de 1589.
Nuestra historia cuenta con varios próceres ilustres que fueron martilleros. Entre ellos, Bernardino Rivadavia, benjamín de los martilleros porteños con 29 años, quien subastó el 16 de febrero de 1809 la fragata “Juan Federico”, que compró Nicolás Achával.
El doctor Carlos Pellegrini, tras dejar la Presidencia de la República, fue martillero de hacienda por un tiempo prolongado.
En nuestra ciudad, desde los primeros tiempos de la Fortaleza Protectora Argentina, hay antecedentes de subastas públicas en casos de sucesiones y otros bienes que, al principio, estuvieron bajo la responsabilidad del ciudadano designado juez de paz.
También hicieron historia lugareña don Luis Caronti, que ejerció durante largo tiempo como martillero, y Carlos Pronsato, quien militó en política y ocupó un escaño como concejal, actuando como martillero desde 1904 a 1914, año de su muerte. Bajo su bandera, comenzó la expansión de la ciudad del otro lado del arroyo Napostá, con los loteos de Bella Vista, Villa Mitre y La Falda, a partir de 1905. Hijo del legendario italiano Domingo Pronsato y tío del benemérito Domingo Pronsato.
También se suma Enrique Rayces, martillero especializado en grandes propiedades rurales y fundador de Villa Arcadia.
Hoy como ayer, los martilleros y corredores aportan al desarrollo y crecimiento de las ciudades, pueblos, zonas rurales, con la venta de inmuebles, loteos y subastas en general.
Reúno a todos en la figura legendaria de don Armando Salvarezza y recuerdo al viejo Centro de Martilleros y ahora nuestro querido Colegio de Martilleros y Corredores de Bahía Blanca, que tengo el honor de acompañar desde hace 62 años.