Bahía Blanca | Viernes, 18 de julio

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Prohíben la crotoxina

Por Mario Minervino

Hace 28 años, en octubre de 1986, el ministerio de Salud y Acción Social de la Nación prohibió la aplicación a humanos afectados de cáncer del compuesto enzimático denominado crotoxina.

La aparición de la crotoxina fue una de las páginas más escandalosas de la década del 80 en la Argentina. Se aseguró entonces que este componente del veneno de la serpiente cascabel era “un invento” del investigador argentino Juan Carlos Vidal, cuando, en realidad, existía desde 1938 y figuraba en catálogos de empresas químicas.

Su uso en humanos alcanzó difusión pública a mediados de 1986. Vidal la venía suministrando a enfermos de cáncer en el Instituto de Neurobiología, sin haber cumplido con los correspondientes requisitos sanitarios.

El escándalo comenzó cuando el director del organismo decidió suspender el suministro y los responsables de su entrega informaron del hecho al Conicet, convencidos de que éste se hallaba al tanto del tema, cosa que no ocurría.

Acto seguido, los facultativos expusieron el hecho a la prensa. Así se desató la polémica y durante meses la cuestión de la crotoxina fue primera plana de los diarios. Hubo presiones políticas, pruebas falsas, marchas de enfermos terminales, amparos judiciales e información de todo tipo. Encargado su análisis a oncólogos, el ministro Conrado Storani decidió, finalmente, prohibir su uso.

Vidal se marchó a Estados Unidos, donde -se dice- fue contratado por el Pentágono para estudiar el poder paralizante de la crotoxina para utilizarla como arma química.

Mientras los científicos, aun hoy, no pueden demostrar el poder de la crotoxina contra el cáncer, Vidal regresó -Menem mediante- al Conicet en 1991.

El instituto Fundación Crotoxina Esperanza, que lideraba Vidal, siguió funcionando hasta la muerte del médico, en 2002.