Bahía Blanca | Lunes, 08 de septiembre

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Los encuentros amorosos y el temor a comprometerse

Una relación pornográfica es la historia de un hombre y una mujer que se citan en un hotel a través de una publicación en una revista. La idea es tener sexo de manera automática, para sacarse las ganas, como si fuera un deporte. Ella (Cecilia Roth) y El (Darío Grandinetti) no quieren saber nada del otro. Ni sus nombres, ni su edad, ni su pasado. Cuanto menos comprometidos mejor. Aunque nerviosos y claramente primerizos en este tipo de experiencias, se tantean con preguntas y van derecho al grano. Lo harán durante varios meses, todas las semanas.




 Una relación pornográfica es la historia de un hombre y una mujer que se citan en un hotel a través de una publicación en una revista. La idea es tener sexo de manera automática, para sacarse las ganas, como si fuera un deporte.


 Ella (Cecilia Roth) y El (Darío Grandinetti) no quieren saber nada del otro. Ni sus nombres, ni su edad, ni su pasado. Cuanto menos comprometidos mejor. Aunque nerviosos y claramente primerizos en este tipo de experiencias, se tantean con preguntas y van derecho al grano. Lo harán durante varios meses, todas las semanas.


 Ambos se desean y con el correr de los encuentros se dan cuenta de que esa falta de preocupación por el otro, pero profundo respeto, los lleva a transitar un terreno de placer sin responsabilidades. Sí, era obvio, se enamoran.


 El principal conflicto surge cuando comienzan a aflorar el sentimiento. El miedo al fracaso y una profunda inseguridad en cuanto al futuro de la pareja es lo que los lleva a ponerse trabas, a autocensurarse por terror al ridículo, por evitar el sufrimiento. Es así que jamás logran establecer un diálogo sincero que exprese sus verdaderos sentimientos.


 En todo momento, los personajes le hablan al público contándoles todo lo que no le dirían al otro --confidencias, miedos y deseos propios--, al objeto de su deseo. Ella y El muy pocas veces y de manera algo disfrazada pueden dialogar, expresarse sinceramente acerca de lo que le cuentan al expectador sin caretas.


 Es así que gracias, a la maestría de Roth y Grandinetti, nos enteramos por un lado el terror que les produce el compromiso --tema con mucha actualidad-- y las responsabilidades que implicaría que la pareja deje el hotel para pasar a convivir en todos los ámbitos de la cotidianeidad. Pero por otro lado, sabemos que se desean como a nadie en el mundo, como dos adolescentes enamorados.


 No cabe contar cómo termina. Aunque la obra podría haber tenido mayor profundidad dramática si supiéramos aunque sea un poco más de la vida de alguno de los personajes --es posible que la idea del autor no fuera explicitarlas--, sirve para disparar interesantes preguntas: ¿Se puede generar una relación que sólo sea carnal? ¿Es mejor tener un recuerdo intenso, hermoso pero finito; o una relación para toda la vida que apague esos recuerdos para siempre? ¿Por qué no nos animamos a decir lo que sentimos a las personas que más queremos?


 La obra se desarrolla íntegramente en la recepción de un hotel que fue recreado majestuosamente por el escenógrafo y arquitecto Alberto Negrín (Premio Konex de Platino como el mejor escenógrafo argentino de los últimos diez años).


 La iluminación (Albert Faura), con matices cálidos, acentúa el ambiente romántico que exige varios pasajes de la obra. Sobre todo cuando El y Ella se ponen a bailar un jazz para enamorados en el medio del lobby.


 Se estrenó a mediados de enero en el Paseo La Plaza --auspiciada por Personal-- y continúa con funciones de jueves a domingos (el sábado hay dos).


En cine. La obra escrita por el autor Philippe Blasband fue llevada al cine en 1999, dirigida por Fréderic Fonteyne, con las actuaciones de Nathalie Baye y Sergi López.