Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Un toque de distinción y renovación

La versión aggiornada de Pepe Cibrián-Angel Mahler sobre Excalibur trata sobre la espada del mítico Rey Arturo, un personaje que ha aparecido en la literatura y el cine en incontables oportunidades, y que aquí muestra a un muchacho irresoluto, obligado por su padre a casarse y subir al trono.
Un toque de distinción y renovación. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca




 La versión aggiornada de Pepe Cibrián-Angel Mahler sobre Excalibur trata sobre la espada del mítico Rey Arturo, un personaje que ha aparecido en la literatura y el cine en incontables oportunidades, y que aquí muestra a un muchacho irresoluto, obligado por su padre a casarse y subir al trono.


 El Rey Algac, antes de morir, le otorgó a Excalibur para que tenga que lanzarla y reconquistarla. El omnipotente poder del arma, hundida en una roca, sólo podrá ser extraída por aquel elegido y puro de corazón.


 Con un criterio bastante moderno, en plena Edad Media, el joven quiere esquivar esos compromisos, sobre todo porque espera casarse "por amor", lo mismo que reclama a su vez la dulce Guenevier, con quien finalmente compondrá una pareja de sentimientos indestructibles, pero con escasas luces a la hora de resolver sus problemas.


 Allí entra a tallar el Mago Merlín, protector de Arturo, que aquí ya no es un anciano venerable sino un hechicero de enorme vitalidad, que a sus poderes mágicos suma una filosofía de vida que deviene nada menos que de pasados fracasos de amor. Además, brinda por lejos los mejores pasajes de humor que le han insuflado sus autores.


 El trío deberá enfrentarse a la malvada Morgana, más la villana Laria, quien intenta sentar en el trono a su hijo Golbar, hermanastro de Arturo, "fruto de noches de deseos sin amor", según sus propias palabras.

En busca de efecto.




 El espectáculo se basa, como es habitual, en un grupo de intérpretes jóvenes y suntuosidades notorias de escenografía, luces y vestuario, además de brindar más espacio a los diálogos hablados acortando distancias con los cantados.


 Queda dicho que la novedad de Excalibur son sus efectos especiales, con fuegos en escena, desapariciones y sobre todo la venerada y codiciada espada, que cumple un asombroso vuelo desde el escenario hasta el fondo de la sala, ante la mirada de los espectadores que se desentienden con esa situación de lo que sucede en el escenario.


 Resulta evidente la pericia en Cibrián como redactor de los textos y cantables, y la música de Mahler sigue siendo funcional al relato, y por momentos logra imponerse sobre los cantantes.


 Pero el verdadero protagonista de la historia resulta claramente Merlín, con la impronta de Juan Rodó, quien luego de sus oscuros personajes de Drácula, el musical y Dorian Gray, el retrato, entre media docena de interpretaciones estelares para Cibrián-Mahler, despliega una inesperada energía y dota a su personaje de una vivacidad inédita.


 Él se lleva las mayores ovaciones de la noche, junto con Florencia Spinelli (en el rol de Morgana), dueña de una garganta privilegiada y de una presencia avasalladora en escena; y para Mauricio Murcia, quien caricaturiza a la perfección al inepto y dominado Golbar.


 En cambio, quedan relegados en la historia y en las preferencias del público, Rodrigo Rivero como Arturo y Vanesa Martínez (reemplazó a Sol Montero) en la piel de Guenevier.


 Y así se va el espectáculo de poco más de dos horas de duración, con toques tradicionales y otros novedosos, con espacio para la contradicción y momentos para fascinar.


 Como en todas sus piezas, Cibrián centra su asunto en la lucha entre el Bien y el Mal y busca el triunfo del amor ante todo, por lo que simplifica las cosas y cumple largamente con su objetivo.


Hoy, la despedida.





 Luego de las funciones de viernes y anoche, Excalibur ofrecerá su despedida hoy, a partir de las 20.30, en el Teatro Municipal. Las plateas se venden a 180; palcos bajos, 160; palcos de 1º y 2º piso, 140; y paraíso, 120 pesos.