La mirada en el Faro del Fin del Mundo
Con más de 7.982 kilómetros recorridos por la emblemática Ruta 40 y por cada camino que lo condujo hasta algún pueblito perdido de la Argentina, el suarense Benjamín "Petti" Balvidares tomó contacto con "La Nueva Provincia" desde Río Gallegos, al arribar al kilómetro 0 de la Ruta Nacional 40, más precisamente desde cabo Vírgenes.
En sus palabras, expresó el orgullo y satisfacción de haber atravesado, de norte a sur, once provincias de la Argentina en bicicleta: desde La Quiaca, con el sueño de llegar hasta el Faro del Fin del Mundo, lugar que será el final de su recorrido.
"Logré conquistar la ruta 40", enfatizó este aventurero que, con gran alegría, expresó: "grité, lloré y pensé en cada una de las personas que llegaron conmigo a este kilómetro 0. Esto fue increíble", describió.
Junto a "Rebeca", su bicicleta y compañera de aventuras, "Petti" ha pedaleado bajo el sol, la nieve, el viento y la lluvia, entre espinas pero siempre listo, con la fuerza y la adrenalina que le produce encontrarse a cada paso con gente maravillosa que le brinda toda su amistad y hospitalidad.
Parece increíble decir que ya quedó atrás la Ruta 40 y que su próximo destino sea el Faro del Fin del Mundo, el punto más austral de la Argentina, en Usuhaia, deseando poder rendir homenaje a los héroes de Malvinas, ya que estima estar llegando alrededor del 2 de abril.
"Con la ruta nacional 40 ya conquistada, sigo con la intención de llevar la otra mitad de la bandera de mi ciudad hasta el final de mi sueño, en el Faro del Fin del Mundo y, así, con aquella otra mitad que dejé en El Angosto (pueblo boreal en Jujuy) unir simbólicamente los dos extremos del país".
Con la añoranza de seis meses de viaje, Petti asegura que la fuerza que lo mantuvo en camino fueron las palabras de aliento de cada una de las personas que conoció y el amor de su familia que lo "abrazó en aire".
"El Faro del Fin del Mundo es mi objetivo, pero mi verdadero faro esta ahí, junto a mi mamá y papá, abuelos, amigos, mi amado club Blanco y Negro, en fin mi querida ciudad, mi querido Coronel Suárez...
"Automáticamente se me vino a la cabeza la estrofa de una canción del suarense Sergio Denis, que dice así: ... porque soy el sueño que una vez soñaron los míos alcanzar, porque soy el sueño de mi pueblo, a mi pueblo volveré", se emociona.
"He cosechado grandes amigos en este viaje y son ellos los que me acompañan cada kilómetro de esta travesía ya que, cuando encuentro señal en mi celular, me llegan mensajes de gente de Salta, de la familia Segovia de La Quiaca que nos albergaron junto Franco (Bellisomi) cuando perdí billetera y documentos, de los gendarmes de San Juan, entre tantos otros que están pendientes de mi viaje", expresó emocionado.
"¿Cómo poder resumir en palabras todo el tiempo que he rodado por las ruta Argentinas?, en especial la que un día se convirtió en mi sueño, el mismo de muchos, pero sólo pocos salen a conquistarla, nuestra Ruta Nacional 40. Ya son seis meses...", indicó y comentó que comenzó a rodar la ruta 40 en el mes de septiembre de 2011 junto a su amigo Franco Bellisomi, quien por problemas de salud debió abandonar esta travesía.
"Ya falta menos; no voy a abandonar este sueño, y no miro tanto lo que falta sino lo que ya he hecho. La adrenalina te lleva a hacer cosas como bajar a 83 kilómetros por hora, a pesar de los consejos de no hacerlo", bromeó.
En el silencio y la soledad de la ruta, Petti reflexiona y mira hacia atrás para no olvidar lo que ha vivido, por los lugares que ha pasado, con cielos interminables y a las personas que le brindaron todo su apoyo y amistad.
"Y se me viene a la mente el recuerdo de mamá diciéndome: `¿La ruta 40?, ¿en bicicleta? ¿cuándo?'. También recuerdo a amigos diciéndome que estaba loco, pero que igual iban a apoyarme...
"Recuerdo a mi hermano de la vida, Franco Bellisomi, subiéndose a mi sueño y aquel cartel plantado en La Quiaca recordándome que, para llegar hasta el Faro del Fin del Mundo, debía pedalear más de 5 mil kilómetros", señala.
"Inolvidables fueron aquellos primeros kilómetros, ya que con lágrimas en los ojos sentimos la felicidad de saber que los dos años de preparatoria estaban siendo devueltos con los colores de Jujuy, con el corazón de esa hermosa provincia", sostiene.
El tiempo fue pasando...
El tiempo llegó y ya pasaron 6 meses en que Petti Balvidares recorre la ruta 40.
Así, dejó atrás a un Jujuy solidario y colorido; a Salta "la linda" y su famoso Abra El Acay, con casi sus 5 mil metros de altura; el Jardín de la República, en Tucumán, con sus bellas Ruinas de Quilmes y su historia.
Quedo atrás Catamarca con sus bellas ciudades, La Rioja que incluyó la visita a la famosa Rosadita de Carlos Menem y la foto en el puente natural de roca, promesa hecha a la madre, junto al imponente Cañón de Talampaya.
Tachó San Juan con el famoso Valle de la Luna, y aquel pequeño frasquito que tanto cuidó para llevar hasta a la Difunta Correa. "La abuela me lo dio para que lo llevara hasta allí", recordó.
Luego llegó a Mendoza y sus viñas con el respetable paso cordillerano del Cristo Redentor, y el reconocido centro de esquí Las Leñas y las misteriosas cavernas de Las Brujas.
Un largo Neuquén, interminable con sus bellezas de norte a sur y de oeste a este.
"Así me moví en esta provincia, pasando por su capital, lagos, valles, cómo olvidar la gigantesca represa hidroeléctrica de El Chocón; también terminé compartiendo un asado con una familia de la comunidad Mapuche de Auca Pan. Todo se fue dando de la manera que lo soné y aun mejor...", reflexionó.
Río Negro fue la provincia que menos kilómetros lo hizo pedalear, pero en la que encontró a un amigo. "Mejor dicho, un abuelo, por su cariño: Gerardo y su amiga María Magdalena, que cada día escribe para saber cómo estoy, por donde voy", cuenta.
"Chubut, hermoso, me paseó por el tiempo en un expreso patagónico; su famosa Trochita", continúa.
Esta aventura le ha dejado a Petti amigos por cada rincón del país y también por el mundo, además de la sensación y certeza de que todavía existe gente buena.
"Si me preguntaran si volvería a hacerlo, respondo que no en soledad. Quizás lo intentaría de otra manera, con una compañera, en un futuro con un hijo o nieto. De esa manera, sí lo haría nuevamente...", afirmó.
Recordó que antes de partir le advirtió a su madre que se trataba del último viaje.
"Con una sonrisa me respondió: `mentite a vos, a tus amigos; pero a mí no'", señala y ríe.
"Creo que no está equivocada. Mi otro yo, algo está planeando para el futuro", adelanta.
Sin embargo, en estos últimos días previos al fin de su travesía, sólo piensa en el momento del reencuentro con su familia, con sus amigos, con su pueblo.
"Al llegar a casa sólo quiero abrazar a mis padres y hermanos y decirles que lo logramos", finalizó Petti Balvidares, a punto de llegar al Fin de Mundo.
Un sueño compartido que no fue
Durante dos años, Petti Balvidares y Franco Bellisomi planearon esta aventura de recorrer la ruta 40 de norte a sur, desde La Quiaca hasta el Faro del Fin del Mundo.
Fue así que el 13 de septiembre de 2011 comenzaron a pedalear juntos conociendo gente increíble en el norte argentino que les abrió sus casas pero, sobre todo, sus corazones; sorteando inconvenientes, pero siempre unidos y con una sonrisa; sacando siempre lo positivo del mal momento.
Sin embargo, la vida hizo que estos aventureros, a dos meses de iniciado el viaje, debieran separarse por problemas de salud --un apunamiento-- que hizo que Franco, por prescripción médica, debiera abandonar el viaje... no así el sueño.
"Sin dudas que el peor momento fue cuando Franco se descompensó en el medio de la nada, pero quiso Dios que alguien llegara para ayudarnos", recordó.
"Fue muy difícil, ya que el viaje estaba programado de a dos, pero en ese momento tuve la certeza de que no iba a abandonar el sueño de mi vida", confesó, emocionado.