Coco y Tita Basualdo, sinónimo de folclore
Alberto y Tita Basualdo llevan el folclore en la sangre y han dedicado buena parte de sus vidas a la enseñanza de las danzas típicas de cada región de nuestro país.
Para llevar adelante este noble objetivo, este matrimonio dorreguense creó --el 7 de junio de 1986-- la agrupación Amigos del Folclore. Además, están a cargo de la asistencia municipal de folclore, que se dicta en la Casa de la Cultura, que este viernes 26, a las 21, en el Teatro Municipal, cerrará su actividad anual.
"Desde que nació la entidad no paramos, algo que nos llena de orgullo y nos compromete para seguir adelante con más fuerza", dijo Alberto, conocido como Coco por todos.
"El año pasado hemos no acudimos a todos los lugares que nos invitaron y hemos elegido las salidas, debido a los grandes costos que hay que enfrentar; casualmente, este domingo teníamos una invitación para ir a Mar del Plata, pero es imposible viajar porque sale muy caro", agregó.
De todos modos, mencionó que concretaron participaciones en los sitios más cercanos a esta ciudad, como Monte Hermoso, General Cerri, Oriente y El Perdido.
"El poco dinero que recaudamos siempre lo utilizamos a terminar la obra del edificio propio", aclaró Coco.
Luego, se mostró satisfecho porque muchos de los chicos que inician su aprendizaje en la agrupación pasan a integrar el cuerpo de danzas.
"Contamos con un semillero muy importante", agregó Tita.
Posteriormente, admitió que el folclore vive una de las mejores etapas porque --dijo-- se está tomando conciencia de la importancia de revalorizar las raíces.
En referencia a las asistencias técnicas, destacó que son alrededor de 40 las personas que asistieron a las clases durante 2010 y confían en conservar ese número.
"Es gente que se acerca y descubre una actividad que quizás no pudieron hacer años atrás. La enseñanza a jóvenes o grandes es el mismo, pero la diferencia es cómo se va a bailar, porque, en el caso de los varones, es más difícil aprender a zapatear de grande; en mi case, empecé a hacerlo cuando tenía 14 años y hoy no puedo hacer el mismo zapateo de antes", reconoció Coco.
En este sentido, dijo que las mujeres asimilan rápidamente los conocimientos y con el tiempo van mejorando la técnica.
"Incluso, hay muchos mayores que asisten porque es una buena terapia y una buena En las asistencias hay mucha colaboración, mucha amistad, muy buena onda, es como si fuera una familia grande, aceptan cada una de las correcciones", subrayó.
Coco y Tita Basualdo admitieron que en Coronel Dorrego se le da mucha importancia a lo tradicional.
"Si bien es cierto que nosotros no lo hacemos, la respetamos mucho en la agrupación, porque lo importante es que se bailen las danzas y que la juventud se acerque. Si hablamos de folclore tradicional, no se refiere sólo al surero, porque la respuesta de un correntino puede ser que el chamamé es tradicional, los santiagueños la chacarera y nosotros los bonaerenses también la tenemos", indicó Alberto.
"Creo que hemos creado un estilo propio y eso nos ha dado muy buenos resultados; la gente nos recibe muy bien, aplauden mucho lo que hacen los chicos y estamos conformes y contentos con ganas de seguir con esto siempre sin dejar de lado lo tradicional", acotó Tita.
Posteriormente, que para recaudar fondos la entidad desarrolla distintas actividades, como la venta de rifas.
"Tenemos mucho que hacer todavía porque si bien es cierto que el edificio ya está terminado, debemos ir 'vistiéndolo' y lo vamos logrando paulatinamente. El año pasado hicimos la Fiesta del Folclore, a la que asistió Karen Arranz, gracias al aporte que hizo el intendente (Fabián Zorzano). Lo recaudado nos vino muy bien para volcarlo al salón", añadió.
Una ciudad con dos nacimientos
La ciudad de Coronel Dorrego fue fundada el 9 de abril de 1890, en el centro del distrito que lleva su nombre. Como lugar de emplazamiento para la población cabecera se designó el centro agrícola, que se encontraba "equidistante de los límites del pueblo", tal como exigía el artículo 2 del decreto que creó el distrito.
El profesor de historia Enzo Fabián Barda explicó al respecto que la fecha fundacional del 9 de abril de 1890 durante mucho tiempo se tuvo en un documento de la gobernación de Buenos Aires como la auténtica.
"Y aunque posteriormente se encontró un archivo que señala al 28 de febrero de 1889 como el día de la creación de la ciudad, las autoridades recomendaron mantener la fecha de abril como la del aniversario", dijo.
Así, con un doble nacimiento, Dorrego fue configurándose como un centro eminentemente agrícola, con dos importantes ríos que lo atraviesan para morir luego en el océano: el Quequén Salado y el Sauce Grande.
En la geografía bonaerense de principios de siglo XX, Dorrego representaba un obligado lugar de paso para los pobladores del sur argentino. Entonces, los servicios de mensajería constituyeron hasta la llegada del ferrocarril, un nexo comunicacional entre la capital del país y los centros poblados.
Dorrego se sirvió así, para sus comunicaciones, de los servicios de La Protegida de los Estancieros, la empresa de misivas propiedad de Santiago Borelli, que cumplía un recorrido mensual desde Tres Arroyos hasta Bahía Blanca, pasando por negocios, pulperías y estancias del distrito.
La importancia creciente de las regiones cerealeras de la zona hicieron necesaria la llegada del ramal del tren, que aportaría a la economía exportadora un considerable crecimiento utilizando el puerto de Bahía Blanca como salida al mar para la producción agrícola.
Luego, como un patrón histórico que se repitió en cada pueblo, el gigante de fierro trajo consigo los adelantos tecnológicos de la época, los periódicos nacionales, las revistas de moda y la inmigración.
Este último factor generó la imperiosa necesidad de organizar institucionalmente la seguridad, la educación y hasta el cementerio, ya que a falta de una espacio de descanso para los difuntos ocasionó que cada quien sepultara sus muertos donde le parecía.
En 1895, llegaron los primeros holandeses, y las ansias de progreso, los sueños de un porvenir y el tesón de los pueblos europeos marcaron una etapa de franco avance para la localidad. La Asociación Italiana (1898), la Española (1901), el Club Danés del Sur y la Unión Siria fueron las entidades que aportaron al pueblo trabajo, ideas y nuevas costumbres.
Entre los comercios que atestiguan la historia del pueblo se encuentra la Casa Imperio, que según las palabras de Barda es "un lugar donde se podía adquirir artículos exclusivamente masculinos y que con el correr de los años fue pasando de generación a generación en la familia Taján, situado en una esquina céntrica, el local ha ido aggiornándose y amoldándose de acuerdo con los avatares económicos y a los gustos del cliente".
El perfil religioso tuvo su espacio preponderante en el diseño del pueblo, ya que un Cristo Redentor de brazos abiertos recibe a los dorreguenses en las puertas del mismo y la iglesia de la Inmaculada Concepción conserva en su amplio y acogedor interior un tesoro de la historia.
La inmensa cruz del Jesús Nazareno "Señor de la Cruz", que data de 1750 y que rige en la nave central del templo, fue la misma ante la cual el coronel Manuel Dorrego oró por última vez antes de ser fusilado en Navarro.
"La plaza principal fue también centro del histórico enfrentamiento de conservadores y radicales en 1937 --reseñó Barda-- cuando Juan Maciel, Emilio Vera, Carlos Costa y José Navarro fueron abatidos por los disparos de los francotiradores apostados en el Palacio Municipal y en la torre de la iglesia, llegando el hecho a ocupar las primeras planas de los diarios nacionales."
De esta manera, el pueblo que nació dos veces, sobrevive a la historia con sus calles de adoquines y su tranquilidad provinciana, aunque en sus páginas de vida guarde relatos dignos de novelistas e historiadores.