Bahía Blanca | Miércoles, 17 de septiembre

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Bahía Blanca | Miércoles, 17 de septiembre

Artesanos, un clásico que se reconstruye cada año

Vienen de lejos, de acá nomás o desde su casa, a pocas cuadras del centro. Son tan clásicos como el sol a sol, los días de playa, la sudestada de todos los años o las aguas vivas alguno que otro día de calor. Algunos recuerdan las primeras veces que se instalaron en el viejo paseo de artesanos, cuando se improvisaban unos toldos y se ponían unas chapas, y mostraban lo que hacían con las mismas ganas que ahora. Otros llegaron cuando los puestos ya tenían las paredes de ladrillo y los techos de paja aguantaban con más seguridad los vientos de la costa.

 Vienen de lejos, de acá nomás o desde su casa, a pocas cuadras del centro. Son tan clásicos como el sol a sol, los días de playa, la sudestada de todos los años o las aguas vivas alguno que otro día de calor. Algunos recuerdan las primeras veces que se instalaron en el viejo paseo de artesanos, cuando se improvisaban unos toldos y se ponían unas chapas, y mostraban lo que hacían con las mismas ganas que ahora. Otros llegaron cuando los puestos ya tenían las paredes de ladrillo y los techos de paja aguantaban con más seguridad los vientos de la costa.


 Son los artesanos de Monte Hermoso, en su lugar de antes, en su lugar de siempre; ahí, en Faro Recalada, junto al Centro de Convenciones. Platería, velas, cueros, cuchillos, arte aborigen, colgantes, llamadores de ángeles, vidrio soplado, aros, cuadros y cuadritos ofrecen, cada noche, a los cientos de turistas que dan vueltas y vueltas por el lugar, curioseando o buscando no terminar sus vacaciones con las manos vacías de recuerdos materiales o regalos.


 Para ellos, hace tiempo que esto dejó de ser un hobby, un pasatiempo o la posibilidad de encontrar un ingreso extra; ya es su modo de vida. En ferias, en giras de artesanos o trabajando para comercios privados, solos o en familia, hicieron de su pasión su modo y su sustento de vida.


 Y no les va nada mal.

Desde la orilla del Paraná




 Marcelo Sánchez, su mujer Fernanda y sus hijos Lucio (13) y Malena (7) ya hace 12 años que viajan dos meses a Monte Hermoso durante las vacaciones para ofrecer sus trabajos en cuero. Cambian la feria estable en el Mercado de Pulgas de Rosario, a pocos metros del Monumento a la Bandera, con vista al río Paraná, por la simple razón de que allá "no queda nadie".


 Hace más o menos unos 18 años, él dejó sus estudios de música y abogacía, ella abandonó sus ganas de recibirse de maestra jardinera y viajaron a Brasil para vender artesanías hechas por Marcelo.


 "En ese momento, nos pareció que podíamos inscribirnos en la feria. Empezamos con esto más como una salida laboral, nos gustó, dejamos todo y acá estamos; y no estamos arrepentidos para nada", cuenta Fernanda.


 A Monte llegaron cuando su hijo tenía tan sólo un año --hoy ya es todo un muchacho de pelos largos y rubios--, gracias a la recomendación de un compañero de la feria de Rosario.


 "Ese mismo verano ya estábamos instalados acá y quedamos fijos", dice.


 La dinámica laboral durante las vacaciones es simple: Marcelo trabaja el cuero, Fernanda atiende al público, Lucio ayuda y Malena se dedica a pasear por la feria y jugar.


 "Si esto lo tomás como un trabajo, con la responsabilidad que se merece, se puede vivir tranquilamente. Por ejemplo, en Monte alquilamos una casa para los cuatro y acá estamos. No hacemos nada solos, sino en familia", asegura Marcelo.


 "Por supuesto, esto también nos permite estar todo el día juntos, estar presentes para los chicos, podemos acomodar nuestros horarios o ir a los actos del colegio. La aventura de las ferias y viajar ya pasó. Cuando uno tiene hijos busca un poco más de estabilidad. En realidad, hay que trabajar todo el día y todos los días", cuenta el jefe de la familia, que trabaja cinco días en el taller de su casa, y los fines de semana vende en la feria.

Cerámica familiar




 Elisa Montero tiene un taller de artesanías en Villa Mitre (Bahía Blanca), y ya hace 14 años que viaja a Monte Hermoso. Es, tal vez, una de las personas que más veranos ha pasado en la feria y una de las primeras cosas que destaca es "lo lindo que ha quedado todo esto", luego de la construcción de los quinchitos.


 Hoy, en su puesto ubicado al fondo de la feria, en una de las esquinas, ofrece artículos de cerámica que fabrica con la ayuda de su marido y sus tres hijas.


 "Ellos colaboran con todo esto. Hacemos todo en cerámica, a mano y con moldes. Además, tenemos torno para hacer platos, jarros, cosas esmaltadas y pintadas", cuenta.


 Y cada miembro de la familia tiene su especialidad: "Por ejemplo, una de mis hijas es psicóloga y me ayuda a pintar; otra me da una mano en las terminaciones; y la tercera me ayuda a vender".


 Escapismo, terapia o negocio familiar, el trabajo en cerámica se terminó convirtiendo en algo más que un ingreso extra y que requiere un poco más de esfuerzo.


 "Hoy en día, esto que hacemos es un medio de vida porque también estamos vendiendo a los negocios. Cuando uno se dedica a vivir de esto es necesario tener mucha iniciativa, hacer y traer cosas nuevas, porque el público en muchas ocasiones se repite. Y siempre pide cosas nuevas", asegura.

Dos días y dos noches




 La historia y las artesanías de Teodora Mamani y de su hija Luna vienen de muy lejos, de un viaje de dos días y dos noches en colectivo y unos 2.300 kilómetros hasta Santa Victoria Este, en Salta, a orillas del río Pilcomayo, en la frontera con Paraguay y Bolivia.


 Ya en su tercera vez en Monte Hermoso, presenta artesanías de la comunidad aborigen wichi (a la que pertenece su marido; ella es aymara) hechas en semilla, hilo de chaguar y de palo santo.


 "Allá, en Salta, los precios son bajos y como no nos alcanza el dinero empecé a viajar a ferias a las que nos invitaban otros artesanos. Así llegué hasta Rosario, viajé a Bahía Blanca y ahí me comentaron que podía venir a Monte Hermoso. Al principio fue una decisión difícil, pero finalmente me decidí y acá estoy", cuenta.


 Teodora reconoce también que la venta es un tanto difícil porque la gente del sur del país no conoce las artesanías que se realizan en el norte.


 "Me pasó que gente del centro y del norte se paran a mirar lo que ofrezco, porque saben qué es lo que están viendo, ya que en esta zona no está tan difundido", comenta, quien a fin de mes emprenderá otro viaje de 48 horas para volver a Salta, para que su hija comience un nuevo año escolar.

Madre e hija en la ruta




 María Fernanda y Betty Trabucco son rosarinas, hija y madre respectivamente, y poseen uno de los puestos más coloridos de la feria montehermoseña. Allí ofrecen productos realizados en telas de gel, relojes, carameleras, llaveros, souvenirs, centros de mesas, que construyen entre las dos.


 "La verdad es que hacemos todo tipo de cosas. Empecé yo, y ella comenzó a darme una mano. Al final, hace ya once años que nos dedicamos a esto", cuenta Fernanda, que también reconoce que las artesanías que fabrican llaman la atención por los colores y porque se trata de algo diferente.


 "¿Si la gente compra? Está un poco duro este año. Se vende, pero hay que pelearla un poco", reconoce.


 Ya en su tercer año en Monte Hermoso, cuentan que el balneario es la única localidad de la costa Atlántica bonaerense a la que viajan, aunque también lo hacen a ferias de Rosario y sus alrededores.


 "Mamá y yo ya estamos acostumbradas a viajar juntas, porque como mi novio y mi papá tienen sus propios trabajos, no nos pueden ayudar y terminamos haciendo todo esto nosotras solas", cuenta.


 "Este es un medio de vida. ¡Ojo! Hay que laburar de lo lindo, eso sí", agrega.

En nombre del padre... y del abuelo




 Ezequiel Ailán, de Las Flores, es el encargado de continuar con una tradición familiar que empezó hace unos 60 años, cuando su abuelo comenzó a dedicarse a fabricar cuchillos en forma artesanal.


 Con 20 años, junto a su padre trabaja en todo aquello relacionado con cuchillería, soguería y cueros crudos y juntos recorren distintas ferias y venden a comercios especializados.


 "Es la primera vez que podemos estar en Monte Hermoso y contentos, porque es una feria bien organizada y linda, con mucha gente del interior y que compra mucho. Esta vez, con mi papá nos dividimos el trabajo, así que él se fue a trabajar en Claromecó y yo vine aquí. Los días de semana la venta es tranquila, pero siempre hay alguien que se lleva algo", dice.


 Normalmente, reconoce, el de los cuchillos es uno de los stands más visitados por la labor que lleva desde el encavado y el cincelado, o trabajar con ciervo, alpaca y madera.


 "Al tener esta gran variedad de cosas, siempre es bien visto lo que hacemos", dijo.


 Ezequiel, con 20 años, hace ya siete que está en el negocio familiar.


 "Cuando terminé la escuela, a los 13, me fui a trabajar con mi padre, porque me interesaba todo esto y de chico siempre anduve en ferias. Así fue como, paso a paso, fui aprendiendo a trabajar y hoy en día tengo mi puesto.


 "Igual, cuando lo veo trabajar a mi abuelo --que ya tiene 80 años-- me sigo sorprendiendo, porque hay cosas que hace y que son admirables. Tiene mañas y habilidades que se incorporan con el tiempo y no se las enseña nadie", asegura.


 De cualquier manera, y a riesgo de algún descenso en las ventas, recuerda que los cuchillos no pueden regalarse.


 "Esto ocurre con las armas en general. Pero quien compra un cuchillo para regalar al hacerlo sí o sí debe pedir unas monedas a cambio. Esto pasa porque hace un par de siglos, las hojas tenían una marca (supuestamente) por cada gaucho que había sido matado por ese cuchillo.


 "Por eso, se decía que los cuchillos quedaban endiablados y que no había que regalarlos. Entonces, había que comprarlo para que no quedaran las marcas de sus dueños anteriores", cuenta.

Agenda

El Vóley Playero, cada vez más cerca






 Continúan las inscripciones para la edición del segundo fin de semana --este sábado y domingo-- del torneo de Vóley Playero organizado por "La Nueva Provincia" y la comuna de Monte Hermoso con gran suceso en los últimos 15 y 16. Las anotaciones son en la agencia de este medio, en plena rambla céntrica, aunque también pueden realizarse en Bahía Blanca. El sitio elegido es la Casa de Monte Hermoso, en Galería Castillo, Soler e Yrigoyen, Local 6, hasta mañana al mediodía.

Biblioteca Popular




 Esta noche, a partir de las 22, en la sala Auditórium del Centro de Convenciones, el licenciado en psicopedagogía Santiago Boland dará la charla Por qué no leer Joyce en vacaciones, en el marco del ciclo de Conferencias Veraniegas de la Biblioteca Popular Monte Hermoso. La entrada es libre y gratuita. En el transcurso de la charla se sorteará un libro.

Un león D-mente




 Hoy, a las 22.30, se presentará León Gieco, en el Centro Cultural, presentando su trabajo Un león D-Mente, grabado junto a la agrupación D-mente, liderada por Andrés Giménez (ex A.N.I.M.A.L.). El espíritu revolucionario de Gieco vuelve a manifestarse en ese trabajo discográfico, con temas conocidos reversionados y mostrando una forma nueva, revigorizando su valor. Entradas desde los 100 pesos.

Hernán Guercio/Enviado especial