Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Vida y obra de un gran artista

Finalmente vio la luz después de treinta años, diversas alternativas y no pocos inconvenientes un magnífico libro referido a la vida y a las diferentes etapas pictóricas del artista Juan Carlos Miraglia. Esta larga historia tiene como motor la admiración y el amor de Walter Caporicci Miraglia, nieto del pintor, quien, en 1982, cuando su abuelo estaba postrado y con serios problemas de salud, se comprometió a rescatarlo del olvido.

 Finalmente vio la luz después de treinta años, diversas alternativas y no pocos inconvenientes un magnífico libro referido a la vida y a las diferentes etapas pictóricas del artista Juan Carlos Miraglia.


 Esta larga historia tiene como motor la admiración y el amor de Walter Caporicci Miraglia, nieto del pintor, quien, en 1982, cuando su abuelo estaba postrado y con serios problemas de salud, se comprometió a rescatarlo del olvido.


 Estimulado por Jorge Costa Peuser para publicar un buen libro sobre el artista, y ante su propuesta de recurrir al crítico Enrique Gené como escritor, por su seriedad investigativa y su estilo novelado, éste se abocó a la tarea en 1984, cuando el artista ya había fallecido. Poco le costó concretar un texto conjeturando teorías que exaltaban los méritos, valores y trayectoria de un creador fecundo y polifacético como fue Miraglia, partiendo de la base de toda la documentación que atesoraba la familia y que pusieron a su disposición.


 Sobre Walter Caporicci a quien llama "el nieto fiel", afirma Gené: "Carpetas y sobres guardan organizadamente la memoria viva del pintor. Su nieto no ha sido ajeno a esta pasión, sino que es algo así como su moderno y actual motor, apasionado organizador de la profusa hemeroteca y conocedor profundo de la vida y los tiempos del arte de su abuelo. Walter nos ayudó con su consejo y sus resúmenes a hacer posible nuestra recorrida por esa vida que tanto respeta".


 Después de persistir durante años y de superar múltiples escollos, cuando ya fallecieron el artista, el crítico Enrique Gené, el fundador de la Editorial Arte al Día, Jorge Costa Peuser y hasta el autor del prólogo, Fermín Fèvre, sólo quedaba en pie el tesonero empeño de su nieto.


 Así, salvando dificultades e inconvenientes de todo tipo, en este año 2010 apareció por fin este magnífico volumen que se presentó en nuestra ciudad con el apoyo de la Dirección del Instituto Cultural, el 24 de junio pasado, para lo que viajó desde Buenos Aires donde reside el generador de la iniciativa, Walter Caporicci Miraglia.

Perfil del creador




 Hablemos ahora del artista como nos lo revela el libro Miraglia. Meditación en torno de la vida y los tiempos creativos de un artista integral.


 Como escribió Fermín Fèvre en el prólogo, Gené nunca desdeñó el marco histórico referido a la propia vida y al desarrollo de la obra artística. A partir de esas dos premisas fue construyendo un perfil muy rico en la urdimbre confluyente de la creación. "De tal modo, el crítico ha hecho de su método una forma de conocimiento valedero desde el cual se puede abordar la obra del artista que es, finalmente, lo que queda de él luego de su muerte y constituye su verdadero aporte al mundo".


 Juan Carlos Miraglia, nació el 12 de septiembre de 1900 en Azul, aunque su familia residía en Bahía Blanca, ciudad por la que siempre tuvo un sentimiento entrañable, dado que aquí vivió significativos años de su niñez y juventud; los años de formación de la personalidad, de los primeros y esforzados trabajos. Aquí encontró su primer maestro, el italiano decorador y pintor Juan Ferraro, que lo guió en los pasos iniciales por el camino del arte.


 Su vida transcurrió entre Bahía Blanca, Buenos Aires e Italia. Jalonando distintas etapas de su existencia, esos lugares lo fueron marcando, sea por incitaciones del ambiente, por relaciones afectivas, aprendizajes, trabajos o realizaciones artísticas que le dejaron su impronta.


 No tuvo una formación académica sino que se abrió paso a puro talento. Después de Ferraro, estuvo cerca de Malinverno en Buenos Aires, donde también fue a la Academia, aunque en desacuerdo con el tipo de enseñanza que se impartía allí, hizo escuchar su voz y fue desplazado. Entonces prefirió seguir los dictados de su intuición, aunque atendió a quienes --como Pettoruti y otros-- merecían ser tenidos en cuenta como ejemplos.

Brillante trayectoria




 Se ganó la vida como caricaturista en los diarios "La Nueva Provincia" y "El Atlántico". Fue después figurinista, ilustrador publicitario y, especialmente, escenógrafo del Teatro Colón por más de 20 años, con tanto éxito que le propusieron ir a la famosa Scala de Milán.


 Pero amaba la pintura y nunca se apartó de su clara vocación.


 Fue un artista completo, que dibujaba con destreza, plasmaba con plasticidad el espacio y se reveló como excelente colorista. Consustanciado con la naturaleza, empezó pintando paisajes locales y del pintoresco puerto whitense. También de Italia y de La Boca donde se radicó entre 1938 y 1942.


 A partir de la década de los '40, las nuevas tendencias artísticas se imponían con dificultad a través de las vivencias de quienes venían de Europa. Pero Buenos Aires era un ámbito más bien conservador y reticente a los cambios.


 Con espíritu inquieto, Miraglia optó por rodearse de teóricos y creadores actualizados en busca de nuevas respuestas y de la renovación artística. Estuvo decididamente entre el grupo inicial de las vanguardias. Con una obra abstracta difícil de encasillar, recibió elogios y el reconocimiento de personalidades destacadas como Pettoruti "que le compró obras para el Museo de La Plata que él dirigía", Jorge Romero Brest y Córdova Iturburu.


 En los años '50 aborda el cubismo y una abstracción más despojada. Cuando la vibración emocional del tema pasa a segundo plano o desaparece; cuando el qué se pinta fue reemplazado por el cómo se pinta, nuestro artista pudo exhibir una madurez en el dominio de sus recursos técnicos.


 Cediendo a un indetenible impulso por experimentar las diversas posibilidades de las nuevas tendencias, Miraglia se vinculó con artistas como Kenneth Kemble o Santantonin con los que realizó obras informalistas que podríamos designar como gestuales, aunque por la dinámica de su accionar frente a tantos cambios, la producción de este artista rechaza los encasillamientos.


 Las décadas de los '50 y '60 marcan etapas consagratorias. Expone constantemente en Buenos Aires, lo invitan a participar de la Bienal de San Pablo y luego a mostrar su obra en otros lugares de Brasil y hasta participó de una muestra en Estados Unidos. También por entonces hizo su último viaje a Italia y expuso en Amalfi, donde recibió elogiosos comentarios de Salvador Dalí.


 Su extensa trayectoria se inicia con la figuración en paisajes. El cubismo, la abstracción, y el informalismo gestual; lo insertaron en las vanguardias. Incluso abordó la temática social y supo volver renovado al tema de sus comienzos pero con una visión abstracta de la naturaleza.
Juan Carlos Miraglia fue un protagonista destacado en la historia de la pintura argentina del siglo XX. Dejó una obra fecunda que testimonia muchas de esas etapas. Como artista transitó un camino rico en iniciativas y aportes.



 Todo eso lo refleja su libro, valioso porque además de la vida desplegada en una minuciosa cronología, encontramos testimonios irrefutables del protagonismo artístico que tuvo dentro de las vanguardias argentinas.


 
Emilse Mandolesi de Bara/Especial para "La Nueva Provincia"