Las Cruzadas Tras la conquista de la tierra santa
El 26 de noviembre del año 1095, en la llanura de la ciudad francesa de Clermont, y, en el último día del Concilio homónimo, además de la muchedumbre se habían congregado príncipes, obispos, cardenales y caballeros; frente a ellos, un anciano, Pedro de Amiens, apodado "El Eremita", y recién llegado de Jerusalén, confesaba que la "ciudad de Dios" había sido profanada por los musulmanes, quienes, en el año 637 y al mando del Califa Omar (591-644), habían conquistado toda Palestina (Guerra Santa Musulmana).
La tradición del peregrinaje desde Europa hacia el Santo Sepulcro era muy antigua y muchos, los cristianos que acudían; los musulmanes árabes no suponían un peligro para los peregrinos y se mostraban tolerantes hacia quienes llegaban a Jerusalén. A partir del siglo X, turcos islamizados, los selyúcidas, invadieron todo el Oriente musulmán, vencieron a los bizantinos, se apoderaron de Jerusalén (1076), persiguieron y maltrataron a los peregrinos; eran tribus bárbaras y se temía una ofensiva de su parte contra el cristianismo.
Esta situación aumentó la disposición de muchos europeos, como los Caballeros, hacia los musulmanes y así justificar su invasión a esas tierras, para dominarlas y explotarlas: los árabes vivían armónicamente con los judíos y los cristianos.
En Clermont, ese 26 de noviembre de 1095, el Papa Urbano II había recibido a enviados del Emperador de Bizancio, Alejo I, quien solicitaba ayuda para los cristianos maltratados y la Iglesia de Roma había pensado en el envío de Caballeros para recuperar el Santo Sepulcro. Pronunció entonces aquel histórico sermón exhortando a los cristianos católicos del occidente de Europa a una guerra justa contra los infieles; prometió desde su trono enormes beneficios materiales y espirituales, de distinta naturaleza, a quienes participaran.
Hacia Jerusalén
El Papa invitó a marchar sobre Jerusalén; la Santa Sede asumió la organización con el apoyo de los gobernantes y el jefe de la iglesia del Imperio Bizantino, con capital en Bizancio. Desde el año 1096, Constantinopla (hoy Estambul). Urbano citó una frase del Evangelio en ese ocasión: "El que no lleva su cruz para seguirme no puede ser mi discípulo" y luego "Cristo mismo es la cruz, vuestra señal", "debéis colocaros una cruz en el pecho o en el hombro, en vuestras ropas". Los presentes gritaban: "¡Dios lo quiera!", que se convirtió en el grito de guerra: los que tomaron la cruz se llamaron Cruzados.
Toda Europa medieval con su pobreza, miseria, sus luchas intestinas y la esclavitud derivada del feudalismo, respondió a esta proclama. Occidente se plantó y así, ocho Cruzadas, una tras otra, a lo largo de dos siglos (1096-1270), arrastraron a buena parte de la población occidental europea, a lo que sería "la vía dolorosa" más cruenta de su Edad Media, llevada a cabo por los caballeros franceses, italianos, flamencos, alemanes, ingleses, normandos, provenzales, etcétera, seguidos por una multitud.
Las características religiosas que imperaron al comenzar, se desvirtuaron al ponerse en evidencia los grandes intereses económicos, que inspiraban a los Caballeros. Según el Departamento Británico de Investigaciones Históricas, "la Primera Cruzada, en efecto, fue motivada por la situación de los peregrinos cristianos en Palestina, pero la segunda y principal causa es que Europa, después de terminar sus guerras con las tribus bárbaras y convertidas, en general, al cristianismo, asistió a un gran florecimiento del comercio con un incremento de la circulación monetaria y otros fenómenos expansivos hacia el Oriente Europeo (Imperio Romano de Oriente), y la posibilidad de establecer colonias.
Había entre reyes y príncipes europeos, en las Guerras Cruzadas, luchas y peleas, no por Jerusalén ni por el Santo Sepulcro, sino por el reparto de grandes extensiones del Oriente árabe-islámico, contiendas que disminuyeron el objetivo: liberar Jerusalén.
Según el mismo Departamento Británico, "el tercer elemento a considerar se manifestó cuando, entrando en Jerusalén, mataron a musulmanes y judíos, impidiendo a estos vivir en Jerusalén, hasta que Saladino la liberó después de cien años y participaron en la resistencia contra la invasión europea". Reconoce el mismo Departamento, en su análisis de todas las Guerras Cruzadas, que "el Oriente musulmán nunca conoció el fanatismo contra ninguna religión". Producida la caída del Imperio Romano de Oriente, todos los cristianos ortodoxos aceptaron el dominio musulmán que establecía la libertad de cultos.
Antioquía fue el primer "Estado latino", en 1098, con la Primera Cruzada, bajo los Caballeros Templarios, para proteger a los peregrinos y defender el nuevo Estado. Se crearon varias órdenes religiosas y militares, además de la de los Caballeros Templarios, como la de los Caballeros Hospitalarios, de San Juan de Jerusalén y la de los Caballeros Teutónicos, que recogían a los peregrinos en el Hospital de San Juan de Acre. Los Caballeros Templarios hacían votos de servir a los enfermos y a los pobres, pero luego hicieron votos de combatir a los infieles; eran a la vez monjes y caballeros.
Los cristianos ganaron Jerusalén en la Primera Cruzada en 1099, en medio de un panorama aterrador, donde miles de musulmanes fueron muertos. La pérdida de la ciudad sagrada de Antioquía se vio facilitada por los conflictos entre los musulmanes sunnitas en Damasco, los chiítas y fatimitas en Egipto y el decadente Imperio Abáside de Bagdad. Antioquía fue el primer enclave cristiano y desde allí fueron a Jerusalén, donde luego de una nueva victoria establecieron otro Estado latino feudal, que no entregaron a la Iglesia; como también otros, en las costas de Siria, Líbano y Palestina. El 15 de septiembre de 1099 los cristianos se arrodillaron ante el Santo Sepulcro y en 1110 sus dominios se extendían desde Antioquía hasta Akaba. Los Caballeros se repartieron esas tierras.
Respuesta de Saladino
Los árabes musulmanes, pasado el impacto, comprendieron que frente a la expansión cruzada deberían unirse, si no no podrían terminar con los europeos.
Los ataques constantes de los turcos demostraron a los cruzados la fragilidad de sus Estados en Siria y Palestina, de tal modo que la Segunda Cruzada (1147-1149), organizada por Francia e Inglaterra que pretendía ampliar sus reinos, ni siquiera llegó a Jerusalén, fracasó en Damasco.
Surgieron caudillos que desestabilizaron los Estados latinos y recuperaron algunas zonas fronterizas. Los musulmanes se organizaron en un frente único. El más destacado fue Saladino (Salah Ed-Dine), sultán de El Cairo y más tarde rey de Egipto y Siria, quien por espacio de 19 años afirmó esa unión entre las distintas fracciones religiosas del Islam. El poderoso príncipe mulsulmán resolvió conquistar Jerusalén, revirtiendo el juego que practicaban los europeos: el divisionismo. Preparó la resistencia y la guerra.
En octubre de 1178 cayó Jerusalén en manos de Saladino. Los judíos y los cristianos ortodoxos fueron bien tratados y aceptaron el dominio musulmán. El creciente poder de Saladino y su ejército inspiró la Tercera Cruzada (llamada "de los reyes"), encabezada por Ricardo I Corazón de León, rey de Inglaterra, quien si bien conquistó algunas ciudades fue derrotado a las puertas de Jerusalén. Saladino y Corazón de León firmaron un pacto de paz que otorgaba la costa a los cristianos y el interior (Jerusalén), a los musulmanes.
A partir de la Tercera Cruzada, Egipto se transformó en el principal objetivo, y a la muerte de Saladino, el Papa Inocencio III llamó a recuperar los Santos Lugares. Respondieron varios Estados, que se limitaron a tomar Constantinopla e intentar consolidar su domicio comercial en el Meditarráneo Oriental (Cuarta Cruzada).
El Concilio de Letrán aprobó la Quinta Cruzada (1218-1221), cuyo objetivo primario era Jerusalén, pero al no poder acceder a ella, los cruzados fueron a Egipto, donde ganaron y perdieron luego todo lo ganado.
En la Sexta Cruzada (1228-1229) y a través de un acuerdo diplomático, los cruzados dirigidos por Federico II, emperador alemán, recuperaron Jerasulén, que perdieron en 1244, durante la Séptima Cruzada.
La Octava Cruzada (1248-1254) fue conducida por Luis IX, rey de Francia, más tarde San Luis, quien se dirigió hacia Chipre y Egipto, donde se apoderó de Damietta, en el Delta del Nilo, y se lanzó hacia El Cairo, pero los musulmanes le infligieron una grave derrota. Luis IX fue tomado prisionero con sus huestes guerreras. El precio de su libertad fue la entrega de Damietta. El rey marchó y permaneció en Palestina hasta 1254 con el objeto de afianzar el establecimiento cristiano en las pocas plazas que les quedaban en el lugar.
En 1270, el rey tomó nuevamente la cruz, embarcó hacia Túnez, cercó la ciudad, pero una terrible epidemia se declaró en el ejército. Luis IX murió ese año, quedando la expedición a órdenes de su hermano, quien obtuvo del sultán un ventajoso tratado.
En 1274, el Papa alentó una nueva expedición, pero no pasó de un proyecto. Aun en el siglo XIV la cristiandad organizó varias campañas contra los "infieles" que no fueron calificadas como Cruzadas.
Los latinos fueron expulsados definitivamente después del intento fracasado de la Novena Cruzada. El último reducto fue Acre, capturado en 1291 por los musulmanes.
La doctora Evedith Adal Hosni de Giorlandini es especialista en cuestiones del mundo árabe; reside en Bahía Blanca.
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Con-sentido del humor
La mordedura de mosca
Ramón Chávez se recostó contra el viejo muro del rancho de su padre y se dispuso a practicar la indolencia. Acababa de regresar, en su burrito, de una visita a su novia, Manola, y estaba cansado. Sí, señor, estaba cansado. Muy cerca de él, sobre el mismo muro, se posó una mosca. Ramón despreciaba a las moscas. Así había sido enseñado. Su hermano mayor las despreciaba, su padre también, y el abuelo de su padre, y el abuelo de su abuelo... Y Ramón seguía supersticiosamente las enseñanzas de sus antepasados, en vez de seguir supersticiosamente las nuestras.
De pronto, nada ocurrió, y Ramón siguió apoyado pensativamente en su bastón de bambú.
¿Había sido mordido por la mosca, y nadie, ni siquiera él mismo, lo sabría jamás?
Escenas como esta se repiten con gran frecuencia, y en los países subdesarrollados es rara la gente que les presta la atención debida. Usted mismo, lector amigo, ¿ha oído siquiera nombrar la mordedura de mosca? Seguramente, no. Escuche entonces al doctor J. C. Unknown, biólogo de la Honey Island University, considerado el máximo experto en moscas a nivel mundial: "Cada año, miles de millones de personas son mordidas por moscas. Sin embargo, debido a la ignorancia y al temor, casi ningún caso es denunciado a las autoridades sanitarias. Muchas veces, incluso, las mismas autoridades sanitarias son mordidas por las moscas sin saberlo". Para dar idea de la magnitud y gravedad del problema, basta señalar que aun en Estados Unidos se lo conoce poco y mal, a pesar del impacto causado por el libro Mosca y poder en la sociedad americana, del mismo Dr. Unknown.
¿Cómo reconocer un caso de mordedura de mosca?
La primera señal evidente es que la persona mordida está como si tal cosa. En todos los casos, la víctima puede continuar su vida normal quién sabe hasta cuándo, y aun más. Su respiración parece normal, su temperatura parece normal. Todo, en suma, parece normal en la víctima.
¿Qué debe hacerse?
1) En primer término, deseche toda idea de venganza. No trate de morder usted a la mosca, ni la culpe por lo que hizo. Los expertos han demostrado que semejante actitud puede resultar no sólo inútil, sino contraproducente y, sin duda alguna, de mal gusto.
2) Capture a la mosca, tratando de no hacerle daño físico, y llévela hasta el Instituto Pasteur más próximo a su domicilio para que sea puesta en observación durante un lapso prudencial. Esto no será necesario, claro está, en el futuro, cuando todas las moscas domésticas estén vacunadas y numeradas a efectos de identificación.
3) Pasado dicho lapso prudencial, la víctima podrá retornar a su vida normal --que en ningún momento habrá abandonado, por otra parte--, y la mosca podrá ser sometida a tratamiento psicoanalítico para su rehabilitación y vuelta al seno del hogar.
4) De todos modos, dada la dificultad con que uno tropieza para detectar estos casos, el Dr. Unknown recomienda enfáticamente el método preventivo: la instalación de un JCU/2000 en cada hogar. ¿Qué es el JCU/2000? Es un aparato diseñado de tal manera que, mediante una combinación de ultrasonidos, rayos láser y cristales líquidos encapsulados, produce en las moscas un fuerte sentimiento de melancolía que les quita agresividad. El equipo completo puede instalarse con facilidad, ocupa muy poco espacio y su precio no supera el de un televisor común.
Eduardo Murphy