Bahía Blanca | Jueves, 28 de agosto

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La pobreza escolar en el norte argentino

A comienzos de año, un grupo de mamás y papás de comunidades wichis formoseñas resolvió que sus hijos dejaran de asistir a las seis escuelas rurales de la zona en reclamo de las deficitarias condiciones edilicias que presentan esos establecimientos. "No tenemos bancos ni baños ni agua; las chapas están con agujeros y llueve", describían.

 BUENOS AIRES (NA) -- A comienzos de año, un grupo de mamás y papás de comunidades wichis formoseñas resolvió que sus hijos dejaran de asistir a las seis escuelas rurales de la zona en reclamo de las deficitarias condiciones edilicias que presentan esos establecimientos.


 "No tenemos bancos ni baños ni agua; las chapas están con agujeros y llueve", describían.


 La escena, que retrata la cruda realidad educativa del pueblo Ramón Lista, emplazado a más de 600 kilómetros de la capital provincial, no es ajena al resto de los colegios rurales del norte del país los que, aislados y con problemas de infraestructura de diversa gravedad, sirven más como comedores para los alumnos y sus familias que como espacios de enseñanza.


 Así lo revelan los primeros resultados de la encuesta Educación y Desarrollo Sustentable, realizada por la Red de Comunidades Rurales junto con la colaboración de la Fundación Andreani.


 De acuerdo al sondeo, casi la totalidad de las escuelas de las regiones Noreste y Noroeste disponen de un comedor, en cuyas tareas participan cocineros rentados, pero también los docentes y directores del colegio.


 Y así como casi todos los colegios brindan desayuno, almuerzo y merienda, un alto porcentaje de los maestros (el 61 por ciento en el Noreste y el 51 por ciento en el Noroeste) cree que sus alumnos dejarían de ir a la escuela si no fuera por la comida que allí se les ofrece.


 A la vez, en el 65 por ciento de las escuelas del NEA y el 74 por ciento de las del NOE el director posee un grado a cargo.


 El resto del equipo docente suele permanecer en su posición un tiempo largo (mayor a 3 años). Este equipo, muy reducido por cierto, considera las capacitaciones como útiles, pero las oportunidades de formación son más que limitadas por esos suelos, en particular en el NOA.


 Si bien la formación laboral dentro del colegio es casi nula, la gran mayoría de los encuestados destaca la utilidad que tendría un centro comunitario con talleres en oficios, así como una escuela agrotécnica.


 El sondeo --comentó Maud Zemborain, coordinador de la Red-- surge por la falta de acceso a la información sobre la situación educativa y social en el ámbito rural.


 "Los datos estadísticos oficiales para medir diferentes aspectos vinculados con el desarrollo humano son relevados mayoritariamente en centros urbanos. Esto torna prácticamente invisibles a casi cuatro millones de pobladores rurales, de los cuales aproximadamente 1,4 millones se encuentran en situación de extrema pobreza", señaló.


 En cuanto al ciclo lectivo primario, el estudio sostiene que los días de clases estipulados no siempre se pueden cumplir, principalmente por factores climáticos.


 El alto ausentismo de los alumnos "se explica por esta misma razón" pero también "por el trabajo en el campo o por problemas de salud".


 En el nivel medio, la escuela secundaria más cercana puede estar hasta 300 kilómetros de distancia.


 Casi la mitad de las escuelas del noroeste argentino y un tercio de las del NEA no tiene ni huerta, ni invernadero, ni granja, mientras que los que sí tienen, destinan sus productos principalmente al consumo escolar.


 Además, sólo un tercio de los establecimientos ofrecen talleres escolares, la mayoría en costura y artesanías.


 En la mitad de los casos, dichos cursos son abiertos al resto de la comunidad.

Idioma y salud




 En materia de diversidad cultural, la investigación da cuenta de una realidad muy disímil al de las urbes. Un tercio de las escuelas rurales de esas regiones cuentan con alumnos pertenecientes a comunidades indígenas, pero la mayoría no dispone de docentes capacitados en educación intercultural bilingüe.


 Pero las necesidades y faltantes que sufren los establecimientos educativos son una radiografía de las carencias de las comunidades donde están insertas.


 Sumidas en la extrema pobreza, casi la mitad de las familias no cuentan con un puesto sanitario por lo que no reciben la mínima atención requerida.


 Y en el otro cincuenta por ciento donde sí figura un centro de salud, la falta de personal calificado y especializado es moneda corriente, advierte el estudio.


 Además, el aislamiento geográfico deja a las familias y escuelas a 11 horas de distancia con una ambulancia.

Sin las mismas oportunidades




 Los datos arrojados abren un panorama preocupante sobre el acceso a desiguales oportunidades educativas que tienen los chicos más desfavorecidos.


 "Creemos que la situación es más grave que la relevada dado que hay muchas escuelas que se encuentran muy alejadas y no pudieron participar completando la encuesta", apuntó Zemborain.


 Y subrayó: "Con esta realidad irrefutable es necesario que desde la sociedad civil podamos incidir en políticas públicas de manera que los recursos sean empleados en acciones que impliquen un cambio para tantos argentinos que viven en la pobreza extrema en el ámbito rural. Todos tenemos los mismos derechos pero en la práctica salta a la vista que no tenemos las mismas oportunidades".

¡¿Computadoras, internet?!... Una utopía




 El acceso a las nuevas tecnologías resulta también casi una utopía.


 "Faltan computadoras como material didáctico digital y capacitaciones. Los colegios parecen comunicarse principalmente vía teléfonos celulares, pero una proporción importante de escuelas no cuenta con ningún medio de comunicación", dice Zemborain.


 Con la asistencia de la Fundación Andreani, y la ayuda de líderes locales, padrinos de escuelas y otras organizaciones sociales, se enviaron encuestas a más de 2.500 escuelas de esas zonas y se recibieron 405 respuestas efectivas.